Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Preferencia Baja Sector 3
Mi amigo y yo fuimos al fútbol, a ver a la selección española en un partido amistoso frente a Suecia. Ocupamos nuestros asientos en la grada de preferencia baja sector 3 y estábamos rodeados de niños y niñas, de papás y mamás, de titos y titas. Aunque mi amigo y yo tenemos ya más años que el taquillón de la abuela, ir al fútbol rodeados de ese público también nos convierte en niños.
Lo que nos distingue de ellos es que mi amigo y yo simulamos ser conspicuos analistas del juego, tanto técnica, como estratégica y hasta políticamente hablando; mientras que los niños sólo animan: “España, España”, “A por ellas, oé” y “Sí se puede, sí se puede”; mi amigo y yo éramos los únicos que gritábamos de vez en cuando: “Vilda, vete ya” (dedicado al seleccionador nacional) y “Rubiales, dimisión” (dirigido al presidente de la Federación Española de Fútbol). Para el lector que sea un poco ajeno a esto, advertiremos que el presidente es un señor calvo que efectivamente se apellida Rubiales, en un claro ejemplo de contradiós hispánico.
Yo iba con mi camiseta de la selección de la República Española (una equipación fake, de momento, pero que tal vez sea oficial en un futuro, no sé), mientras que mi acompañante llevaba su camiseta del Real Madrid, porque es un energúmeno, pero es mi amigo, al fin y al cabo.
Nuestra implicación era tal que mi colega, al primer fuera de juego dudoso que nos pitó la árbitra, pregunto si “aquí funcionaba el VAR”; a lo que una señora de la fila de enfrente se giró y contestó: “Sí, hay bar ahí arriba, pero han tardado mucho en abrirlo y hay mucha cola”.
Estaba claro que, a pesar de compartir el lenguaje común del fútbol, allí se hablaban otros idiomas, con intenciones variadas.
La Federación Española repartió muchas entradas y las que puso a la venta tenían precios populares. La Federación es buena.
Si el partido hubiera sido de la selección masculina, los precios no hubieran sido tan “populares”. La Federación no es tan buena.
El bar, y sus precios poco populares, también era de la Federación. La Federación trinca y disimula.
Por cierto, el partido se celebró en el Estadio de El Arcángel, en Córdoba. Una especie de estadio-trampantojo, porque por dentro es cómodo, magníficamente iluminado, su césped es perfecto y permite una visión magnífica del juego desde todas partes; pero por fuera es feo como un frigorífico por detrás y, además, está eternamente inacabado. Así que es recomendable acercarse a él con los ojos vendados y quitarse la venda cuando llegues a tu localidad.
Al final, uno a uno, una vez más. El resultado más triste del fútbol. Pero lo pasamos bien.
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
0