El Pasmo
La señora de la foto (creo que es toda una señora, aunque no lo tengo muy claro) está viendo las cosas. Muy atentamente. No esperen que se manifieste sobre nada. No es de ese tipo. No es periodista, ni analista, ni politóloga, ni tertuliana o tertuliano, ni columnista; pero, insisto, está muy atenta o atento.
Fíjense en el preclaro rictus de su boca, como asintiendo pero sin asentir. Fíjense en la noble semi-caída de sus párpados, sus bellas pestañas sin rímmel –todo natural-, no hay aderezo, todo es natural.
Así, de manera natural –insisto-, este ser está asistiendo a la precampaña electoral, a los “fichajes” que hacen unos y otros, a los que parecen tenerlo claro, a los que se inventan “primarias” teledirigidas, a los círculos concéntricos o a los dedazos provincializados. A dimes y a diretes, a encuestas y a fotos-fijas.
Diríase perpleja; pero, también, mesurada. “Pasmada”. Tal vez.
No sé. Yo la veo muy hermosa. La foto es fija; pero si se moviera, se giraría con elegancia y le daría un mordisco a la hoja de una acacia (que está fuera de plano –como tantas otras cosas-)
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