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Sobre este blog

Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

Nacionalismos

Escudo de Andalucía de alumnos del IES Guadalquivir

Juan José Fernández Palomo

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Hace unos días se celebró el 28F, el Día de Andalucía o de la Patria Andaluza o la Fiesta de la Autonomía Andaluza o como se diga eso, que cayó en miércoles y es fiesta y eso nunca viene mal.

Yo creo que todo nacionalismo es una idealización. Y eso es una quimera que parece inocente o bienintencionada y acaba quemando a gente en campos de concentración. Ojo, que pasa un poco de tiempo, que los años no son nada, y los descendientes de aquellos del horno crematorio y las duchas de gas bombardean hospitales y escuelas en nombre de otra nación. Prometida, en este caso.

Comprenderán que yo tenga un problema con eso del nacionalismo y, concretamente, con el nacionalismo andaluz. Simplemente es que no lo entiendo.

Porque, para más inri, yo soy andaluz, de Córdoba. Del Parque Cruz Conde, concretamente, la colina de los quemados, valga la ironía, pero así llaman a esa zona de mi ciudad los arqueólogos.

Quiero pensar que soy de una tierra de aluvión. Que, en el espacio y en el tiempo, puedo ser descendiente de Tartesos, de Fenicia, ser romano, andalusí, visigodo, del Barça o del origen de la dominicana que empuja la silla de ruedas con la que un anciano toma el sol por las calles de El Brillante.

Mi abuela era de Villanueva de Córdoba, de los Pedroches, y valenciana. Su apellido era Mengual.

“El nacionalismo es una enfermedad que se cura viajando” es una frase que se le atribuye a Unamuno o a Baroja. No está claro. También podría ser de Josep Pla. Yo la suscribo; pero no sólo porque me gusta viajar cuando se puede, sino porque me gusta recibir a los viajeros.

Otro ejemplo más también de esta semana: en los previos a la semifinal de la Copa del Rey de fútbol, unos borricos aficionados del Athletic de Bilbao atacan en un bar a un grupo de seguidores del Atlético de Madrid al entrañable grito de “os vamos a matar, putos españoles”. Luego, en la cancha, gana el Athletic con golazos de dos hermanos vascos y de raza negra que se llaman Williams (¿el noveno apellido vasco?).

Pues eso: que pa Hércules mi abuela, como titularon su recreación del escudo de Andalucía los alumnos y alumnas de Segundo del IES Guadalquivir.

Un beso para ellos y para sus profes. Por ahí vamos mejor.

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Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.

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