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Gracias, Maggie

Juan José Fernández Palomo

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No tiene nada que ver eso del fish and chips con nuestro pescaíto frito, ni mucho menos.

La primera cosa consiste en freír filetes de bacalao, casi siempre, emborrizados en harina y/o huevo sumergiéndolos en una grasa hirviente que remotamente recuerda al aceite de oliva. Se acompaña de patatas fritas (chips) y es una manduca señera de la gastronomía popular de las islas de su real majestad británica. Como el Imperio lo permite, eso se come también hasta en Nueva Zelanda o Canadá, cosas de la Commonwealht, pero sin tanto predicamento.

Como su conquista-apropiación de la mar oceana ha tenido vastos límites, se permite sustituir el bacalao rebozado por cualquier otro filete de pescado blanco, ya sea pariente de la merluza, panga, etcétera o algún otro que haya sido interrumpido en sus excursiones por cualquier banco del mar del Norte, en el Índico o alrededor de las islas Falkland (conocidas como Malvinas en otras cartas geográficas).

...y patatas.

Es la típica comida fácil de cocinar, de llevar, de comer, llenatripas y barata que consumen los súbditos de su graciosa majestad.

Mientras, unos boquerones victorianos ligeramente cubiertos por una capa de harina de garbanzo recién fritos en aceite de oliva limpio en un chiringuito de Málaga o un adobito de cazón comprado al peso en la calle Veedor de Cádiz es cosa bien diferente.

En la película La Camioneta, de Stephen Frears (1996), un recién despedido padre de familia de Barrytown, Irlanda, decide, con el escaso dinero de su indemnización, rehabilitar una vieja camioneta para inventarse un puesto de fish and chips ambulante y plantarlo frente al pub donde los lugareños acuden a ver los partidos de su selección camino de clasificar a Irlanda para el mundial de Italia´90.

Le ayuda un amigo vitalista, parado desde hace más tiempo, que ve en en la aventura un motivo más que para ganar dinero para entretenerse, para animar a su colega mientras se anima a sí mismo y para seguir adelante hacia ninguna parte.

No es una obra maestra, oscila entre el drama amable o la comedia triste, pero es una peli a la que debemos prestar atención para explicar una época reciente de la historia, ahora que, como en los años ochenta en el Reino Unido, vislumbramos recortes de derechos adquiridos, recesión económica, despidos mal indemnizados, privatizaciones y desmantelamiento generalizado de eso que convenimos en llamar “cosa pública”, res publica, en un día como hoy, 14 de abril de 2013, en España.

Y ahora en que muchos deciden montar un bareto de quitaypón como el de la película y su camioneta.

No, efectivamente, no tiene nada que ver eso del fish and chips con el pescaíto frito; como tampoco tiene nada que ver el cine británico rodado o emanado de aquella época (Frears, Ken Loach, Lindsay Anderson, Derek Jarman, Mike Leight...) con las comedietas chorras del penúltimo cine español, su escapismo con sustos para adolescentes pijos y su glamour de saldo.

Así que, ilustrísima ex primera ministra británica y baronesa Margaret Thatcher, rechazo con elegancia el bacalao frito en sebo de su imperio, prefiero unos chopitos; pero le agradezco muchísimo la cantidad de buenas películas que nos han dejado a los (aún) mortales sus aquellos once años de inolvidable liderazgo.

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