Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
Estudiando a Georgie Dann
El cantante parisino Georgie Dann acumuló desde pequeño una amplia educación musical clásica y reglada. Se especializó en el clarinete, aunque también fue un solvente saxofonista y acordeonista.
En España, a donde acudió a fines de los años sesenta del pasado siglo, hizo una popular carrera especializándose en componer e interpretar banales canciones que arrasaban en televisión y radio; sobre todo en los meses de verano.
Siempre ha sido considerado un autor para mayorías y con letras sencillas y pegadizas en sus composiciones, en principio diseñadas para bailar y cantar sin muchas más pretensiones.
Pero una línea de estudio de los departamentos internacionales de filología y antropología social de la prestigiosa Universidad de Tubinga (Alemania) está matizando esa idea primitiva. En principio están estudiando su afamada canción El Chiringuito de la que todos recordamos su letra, de la que apuntamos un extracto:
El chiringuito
El chiringuito
El chiringuito
El chiringuito
Yo tengo un chiringuito
a orilla de la playa
lo tengo muy bonito
y espero que tu vayas
(…)
Está el menú del día
conejo a la francesa
pechuga a la francesa
y almejas a la inglesa
Chi
chi-chi-chi
chi-chi-chi
chi-chi-chi, auh.
Los expertos del estudio apuntan a la posibilidad de que sea un mensaje encriptado y que, de esta manera, Georgie Dann no hubiera sido un mero cantor de temas pegadizos, sino que se pueda apuntar a que el músico francés fuese, en realidad, un cantautor-protesta, un autor de corte político y de denuncia.
La clave está en el taladrante estribillo el chiringuito, el chiringuito, el chiringuito, el chiringuito.
En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, esa palabra se define como “quiosco o puesto de bebidas al aire libre”, con sinónimos aceptados como “quiosco”, “merendero”, “aguaducho” o “timbiriche”.
El estudio señala que tal vez Dann la utilice de forma metafórica y que con ella se haya podido referir a algo tan diferente como la Fundación FAES, el grupo de empresas audiovisuales que venden sus productos a las televisiones públicas nacionales y autonómicas o, incluso, a organismos como el IMAE, Instituto Municipal de Artes Escénicas de Córdoba.
Nada de eso parece desdeñable, porque sabemos que la lengua es un organismo vivo que va mutando y transformando el significado de sus significantes.
De momento es sólo una línea de investigación, pero los creadores y poetas utilizan mucho la posibilidad de los dobles o triples sentidos en sus discursos artísticos.
Pero como también nos decía otra popular artista multidisciplinar, la italiana Raffaela Carrá: “y si fuera...”
Sobre este blog
Como desde siempre he sido reacio a levantar pesos o manipular herramientas, pero sé leer, escribir y hablar, he acabado trabajando (es un decir) en medios de comunicación escritos y radiofónicos. Creo que la comunicación y la cocina tienen muchas cosas en común: por ejemplo ambas necesitan emisores y receptores, y tienen una metodología parecida, una suerte de sintaxis y de morfología que deben ser aplicadas. Cocino habitualmente en casa y mi último descubrimiento ha sido comprobar que recoger y limpiar utensilios mientras preparo la comida es muy bueno: ha cambiado mi vida, de hecho. Buen provecho a todos.
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