Las bases
Soy de las bases, me han dicho. Me llaman a consulta. El ser de las bases es lo que tiene. En la consulta me ofrecen dos opciones: A) ¿Quieres tragarte la cosa así, a palo seco...? y B) ¿...O prefieres que te pongan algo de guarnición, maridaje y un besito en la frente?
Gran tesitura me plantea la consulta, pardiez. Yo como de todo y, si no hay que comer, pues no como y ya está; pero estas preguntas no las distingo bien.
Es una consulta rara, la verdad; pero ser asambleario es lo que tiene: perder el tiempo para tragar la papilla que te den. Y salir después a tomar unas mahous porque somos de Madrid.
Ya que soy de las bases, me gustaría que fueran interestelares, que vigilasen las presuntas invasiones alienígenas y que desplegaran un escudo termonuclear antimisiles contra el enemigo que, seguro, también dispone de otras bases.
Así estaría orgulloso de pertenecer a “una base” y hasta me sentiría útil y mi misión sería provechosa.
Y no como ahora, que me dicen que soy de las bases, que me van a consultar no sé qué y no sé si vienen los marcianos o alguien va a pulsar el botón rojo.
Vamos, que estoy en una base de mierda y que aquí no ataca nadie. Que me paso el día barriendo y fregando los platos. Que son cosas que hay que hacer en las bases.
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