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SI MASLOW LEVANTARA LA CABEZA…

Miguel Ángel Luque

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Vivimos en un entorno que no nos da tregua y por consiguiente nos obliga estar estar alerta en todo momento ante los acontecimientos: crisis de los refugiados, conflictos bélicos internacionales, motores trucados, independencia, próximas elecciones, crecimiento del número de personas en riesgo de exclusión, … Con la perspectiva de un humilde observador, me planteo que a la hora de plantear soluciones sostenibles a estas situaciones, los proveedores de soluciones participantes, están en otros negociados y cometidos.

El psicólogo humanista Abraham Maslow formuló la teoría de la jerarquía de necesidades humana, que en realidad reflexiona acerca de la motivación humana. En un titular, según Maslow, nuestras acciones están motivadas para cubrir ciertas necesidades que están ordenadas de menor a mayor importancia y conforme se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollamos necesidades y deseos más elevados. Con este razonamiento, sólo nos preocuparemos de temas relacionados con nuestra autorrealización si estamos seguros que tenemos un trabajo estable, comida, vestido y suministros básicos asegurados, y unas amistades/entorno cercano que nos acepta.

Las cinco categorías de necesidades (que se configuran en la denominada “pirámide” de Maslow son: fisiológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y de autorrealización. Las cuatro primeras, Maslow las identifica como “deficitarias” (existe una carencia que cubrir); la última como de “desarrollo del ser” (implica una evolución del individuo).

Me da la impresión que las personas inmersas en los problemas y los que tienen que aportar las soluciones, están en distintos niveles de consciencia: los primeros apuntan a la parte baja de la pirámide (necesidades de seguridad: comida, trabajo, vivienda, educación digna,…); los segundos apuntan más arriba (estatus social, reconocimiento, imagen pública, obsesión por la cuestión identitaria,..). En este marco de referencia, la convergencia resulta harto complicada, y yo, como humanista confeso, me posiciono con los primeros, y específicamente porque los segundos ¡ya tienen las necesidades básicas más que cubiertas!... como popularmente se suele decir, “ los toros desde la barrera se ven de escándalo”.

Por otro lado, la amplitud de miras en estos tiempos revueltos no es necesaria, es imprescindible. Tenemos que abandonar los localismos, el mirarnos el ombligo, para empezar a ver con las gafas de la globalidad. Uno de los intelectuales más destacados del momento, Pepe Múgica, expresidente de Uruguay, reflexionaba hace tiempo sobre hacia dónde nos dirigimos como especie humana y la vida próxima en nuestro planeta y que papel como hombres y mujeres venimos a cumplir cuando nacemos.

Uno no puede estar desapegado, alejado, mirando hacia otro lado frente a los problemas globales que ocurren en el mundo. Hay que fomentar el “estrabismo inteligente”: tener un ojo en lo que ocurre en “tu casa” y poner soluciones a los problemas básicos de la gente, y otro en lo que ocurre fuera, participando, ayudando, siendo solidario, en definitiva, siendo persona. Reflexión, sensatez, sentido común y humildad. Entre todos fluir, para poder confluir, es un ejercicio necesario. Que Maslow levante la cabeza y pueda decir: “Al final, acabaron entendiéndolo”. BE TIM.

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