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Estas Fiestas tienen Whatsapp...

Miguel Ángel Luque

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No seré yo quien realice una crítica feroz acerca de la utilización y 
la implicación de las nuevas tecnologías en nuestra vida cotidiana.
Sin lugar a dudas este nuevo escenario  tecnológico nos abre un sinfín 
de posibilidades, y a mi personalmente me encanta tener cuanto más 
alternativas mejor.

Uno de esos ejemplos de revolución tecnológica, que a su vez  queda estrechamente ligado
 con la comunicación interpersonal, es nuestro querido  Whatsapp. Desde aquí lanzo el reto a cualquiera que esté leyendo este post para que me diga que no ha 
recibido un mensaje de felicitación navideño a través de la conocida app. La recompensa será sustancial. El tsunami de mensajes a través del Whatsapp me ha 
recordado al tan añorado anuncio de una marca muy conocida de 
refrescos de cola, donde una voz en off con acento argentino decía: “ para los 
gordos, para los flacos, para los altos, para los bajos,...” . Ha habido para todos los gustos: los 
de temática estrictamente Navideña; los reflexivos que buscaban toma
de consciencia; los de humor que mezclaban un poco de todo; lo de
 sexo.. bueno, esos han sido como todo el año.

Pero si hablamos estrictamente de comunicación, y de eficacia de la misma, el whatsapp nos limita. En un proceso de comunicación, bajo este paradigma, nos estamos perdiendo mucho y bueno. Cuando nos comunicamos con otra persona, el impacto del mensaje tiene la siguiente composición: 7% es verbal (lo que decimos), 38% vocal (tono, volumen, cadencia, matices, es decir, cómo lo decimos ) y un 55% lenguaje corporal (lo que no decimos). Podemos consensuar por tanto, que la componente verbal se emplea para comunicar información y la no verbal para comunicar estados emocionales y actitudes personales.

Esa es la razón por la que cuando estamos en una conversación, gesticulamos, modelamos nuestra expresión facial, miramos a los ojos (o no), enfatizamos palabras, hablamos más lento o rápido,etc. el objetivo es la transmisión de emociones para hacer más efectivo el mensaje.

Por consiguiente, aunque las palabras que empleemos sean las mejor escogidas, por muy buenos que sean los emoticonos de la aplicación, NUNCA  podrán conseguir sustituir una mirada, un gesto, un silencio, una sonrisa cómplice, una palmada en el hombro, un beso, una carcajada, el acento nativo, un chiste contado muy rápido, un abrazo...

Seguro que seguiremos “humanizando” la tecnología, y en unos años la comunicación virtual, nos permitirá vernos, tocarnos y olernos. A la espera de la enésima revolución tecnológica, mi recomendación es: una buen tarifa plana en llamadas, y que al menos aquellos que apreciemos reciban de nuestra propia voz la felicitación y mejores deseos para  para 2014. Para los outsiders, los rebeldes, los inconformistas, los locos…. una llamada con el propósito de  QUEDAR a tomar café, una cerveza o un paseíto por el centro. Hay momentos que uno no puede dejar escapar y menos en estas Fiestas.

Para despedirme y como no podía ser de otra manera, quiero desearos un FELIZ  2014 repleto de éxitos personales y profesionales; cálido, talentoso, armonioso, emotivo y que marque la diferencia en vuestras vidas.  BE TIM.

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