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Ella ya puede contarlo

Paco Merino

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La cordobesa Rocío Gálvez se ha proclamado subcampeona en el Mundial de Fútbol Sub'17 con la selección española

Ahora, bajo una tormenta de sensaciones después de la experiencia en Costa Rica y deslumbrada por el brillo de la medalla de plata, es muy posible que no sea plenamente consciente de su logro. Pero Rocío Gálvez ya forma parte de una elite del deporte español, ese selecto grupo que puede presumir de haber disputado la final de un Campeonato del Mundo. La cordobesa lo ha hecho este fin de semana, en un abarrotado estadio de San José. La hazaña quedó incompleta porque la final se la llevó el poderoso combinado de Japón, que dejó el camino sembrado de víctimas desde la primera jornada a la última. Fueron las niponas las únicas capaces de doblegar a España (2-0), que disputó su primera final de Mundial y añade a esa plata el subcampeonato de Europa logrado hace unos meses en Londres. Allí también estuvo Rocío, una adolescente que colecciona éxitos a velocidad de vértigo.

Desde que salió de las filas del Deportivo Córdoba, su trayectoria ha sido alucinante. Ya podrá contarlo en el futuro, cuando el paso de los años multiplique el valor de lo que ahora ha conseguido. Y lo mejor es que le queda mucho camino por delante. La defensa cordobesa ya ha hecho historia en su ciudad, donde se cuentan con los dedos de una mano (el oro olímpico de Rafa Berges, el título mundial y los continentales de Felipe Reyes en baloncesto...) los deportistas que han llegado al último partido de un campeonato del mundo. Lo mejor es que le queda más. Aunque, pase lo que pase, podrá decirlo. “Soy Rocío Gálvez y jugué una final del Mundial”. Ahí queda eso.

La cordobesa, que juega como defensa central en el Real Betis Balompié, también ha hecho historia en el club de Heliópolis. Es la primera jugadora femenina que llega a ser internacional y, después de la gesta en el Europeo de Inglaterra y el Mundial de Costa Rica, ha puesto el listón muy alto. En la cita sudamericana las expectativas eran altas, ya que en el Europeo habían terminado con el cartel de invictas -sólo perdieron la final enlos penaltis ante Alemania- y habían desplegado un gran juego, mezclando la disciplina táctica con una gran creatividad a la hora de generar acciones ofensivas. En el Mundial, el debut resultó frustrante. El primer rival fue Japón, que se impuso por 2-0. Fue el único partido que no jugó Rocío Gálvez. En todos los demás ya fue protagonistas y colaboró de una manera fundamental a mejorar el puesto que España logró en su último Mundial, una medalla de bronce en Trinidad y Tobago 2010.

Después del primer golpe, las chicas de Jorge Vilda reaccionaron de modo fulminante. Su desempeño resultó imparable para los adversarios. Así, fueron cayendo sucesivamente las selecciones de Nueva Zelanda (0-3), Paraguay (1-7) y Nigeria (0-3), con lo que sellaron su pase a las semifinales del torneo. El emparejamiento fue ante la siempre competitiva Italia, a la que doblegaron por 2-0. Con una trayectoria de 15 goles a favor y sólo tres en contra se plantaron en la final, donde les esperaba de nuevo Japón. Las orientales llegaban después de ganarlo todo, con un récord de 21 goles a favor y solamente uno en contra.

Elena de Toro, Nuria Garrote, Silvia Mérida, Rocío Gálvez, Pilar Garrote (Maite Oroz), Carmen Menayo (Aitana Bonmati), Nahikari García, Patri Guijarro, Andrea Falcón (Mireya García), Sandra Hernández y Laura Domínguez. Ése es el equipo que ha hecho historia en el fútbol femenino. Faltó el remate final. Japón, que se adelantó a los cinco minutos, sentencio a falta de poco menos de un cuarto de hora para el final. Cumplió los pronósticos (2-0) y confirmó que, a día de hoy, es el mejor. Pero ese rango no será eterno. La batalla aún no ha terminado y la carrera en los grandes torneos seguirá. España quiere extender el aura triunfal de La Roja a la versión femenina. Está en ello. Ha sido subcampeona de Europa y del Mundo con una generación que augura momentos para el recuerdo. Y seguro que la cordobesa Rocío Gálvez no quiere perdérselo.

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