Soberanismo
Yo soy de lunes de pescaíto
Mientras usted se está zampando media tostada de ajo y aceite, el pueblo soberano de Sevilla está ejerciendo su derecho a decidir. Que, por cierto, es el primer derecho ciudadano en un Estado democrático. España es un país donde sus habitantes pueden elegir libremente entre Feria corta y Feria larga, pero tienen que tragarse el monarca que les coló de rondón un general paticorto, beato y golpista.
En eso, como en tantas otras cosas, somos un país rarito. Nos dan grima los referéndums por divisivos y ponemos una ciudad patas arriba a cuenta del lunes de pescaíto. No negamos la importancia de la Feria de Sevilla. Vaya por delante. Pero puestos a elegir quizás sería más útil decidir sobre la peatonalización de los cascos urbanos o la prohibición de fumar en los veladores.
Las democracias las carga el diablo. Ya lo dijo Suárez en aquel descuido providencial con la periodista Victoria Prego. En la Transición, se descartó convocar un referéndum sobre república y monarquía por una razón elemental. “Hacíamos encuestas y perdíamos”, admitió con todo descaro el primer demócrata de la España contemporánea. Lo más extraño de la respuesta fue la primera persona del plural. ¿Perdíamos quiénes?
Han pasado 47 años y aún no hemos despejado la incógnita. Los sevillanos, al menos, van a poder autodeterminar su modelo de Feria. Pero nosotros, queridos cordobeses, ni eso.
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