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Evacuación emocional

Elena Lázaro

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Hace unas semanas me crucé a un amigo de esos a los que de vez en cuando les da por tener ataques de sinceridad y te sueltan lo que realmente les pasa por su despejada mente sin maquillar sus pensamientos con una capita de compasión.

“Te leo cada sábado y, sinceramente querida, menudas evacuaciones emocionales sueltas”

La frase se las trae como habrán observado, pero con permiso de mi vecino blogopolense don Aristóteles Moreno, voy a atreverme a analizarla. Seré breve. Yo no alcanzo el doctorado morfoilógico del señor que sujeta los libros en la ventanilla de al lado.

Definir tus textos como evacuaciones emocionales ¿no es lo mismo que sugerir que son una mierda? Disculpen el palabro, pero mis análisis son de barrio, como yo. Mi amigo se apresuró a aclarar que en ningún momento ha pensado que cagara mis escritos -él también es de barrio- sino que ponía demasiado de mí en ellos. Por eso y porque el mundo no acabó ayer hoy le dedico estas líneas. Agárrense que esta vez sí que voy a evacuar emociones:

No creo en la existencia de ningún dios. No creo que haya una vida más allá de la que rigen cada una de nuestras células. Cuando muera quiero ser encina. Mi abuelo lo es desde hace exactamente 7 años, 11 meses y 22 días y yo siempre quise ser como él. Por eso he advertido a mis hijas y avisado a ese otro vecino blogopelense con el que comparto vida de que cuando muera quiero un funeral civil, con amigos hablando de mí -sin maquillajes ni capitas de compasión- y ser incinerada y enterrada junto a las raíces de una encima como mi abuelo.

Ahí la tienen: es mi evacuación emocional vomitada exactamente 15 minutos después de asistir al funeral de una compañera de trabajo, de una mujer buena. Sí, sin más calificativos que el que todas quisiéramos tener como apellido: Buena. Una despedida a la que han asistido cientos de amigos y

ni una sola flor. Tal y como ella pidió días antes de morir: “No quiero ver coronas; ese dinero lo reunís y se lo dais a quien lo necesita”.

Carmen no quiso flores y yo quiero ser encina.

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