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Y lo abstracto se hará concreto...

Rakel Winchester

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-¿Todavía tienes ganas de verme?.

-Ese deseo es lo único que habita en mí a diario.

Tuve que releerme el whatsapp varias veces, con el corazón en la boca, para sentir que no estaba soñando. ¿Se habría equivocado de persona?. Me parecía tan increíble que después de tanto tiempo se acordara de mí. Tanto desearlo...

-¿entonces, crees que aún tengo...sofá?.

-Tu hueco en mi sofá no ha dejado permiso ni al aire en todo este tiempo para ocuparlo.

-Quiero verte.

-¿A mí?

-No.

-ufff... me habían entrado calores...

-Si me doy prisa puedo estar ahí en tres o cuatro horas.

-Yo también quiero verte, pero me da megamiedo...

-Pues va a suceder...

-Jura...

-Juro.

Rompí a llorar.

Cinco meses, con sus días, con sus horas, con sus minutos... Cinco meses como cinco años llevaba ansiando ese momento. Herida de bala, mutilada,  desesperada, hueca, muerta... Cinco meses en que la vida había perdido su significado en mi cuerpo. En que nada me seducía. Mi aliciente era la ilusión de despertar junto a él... y de un día para otro...salió de mí sin darme la oportunidad de amarlo. Cinco meses en los que no dormía. Ni veía la tele. Ni leía. Ni cogía el teléfono. Ni abría la puerta. Ni hablaba.  Cinco meses llorando, en los que llegué a creer que agotaría todo mi arsenal de lágrimas, acurrucada en mi sofá con el único sonido de fondo de mi angustia y bebiendo cerveza hasta quedar sin conciencia. En los que me odiaba por ser tan cobarde.  Por haber puesto un freno a un sentimiento lanzado por su tirachinas  precioso y haberlo asustado. En los que buscaba mi culpa sin encontrarla. Porque yo tuve la culpa. Alguien tuvo que tenerla y debí ser yo.  Aunque nunca lo escuchara de sus labios. Yo. Rompí la magia de lo que pudo haber sido y no fue. Yo. Él no hizo nada, yo seguí sintiendo en silencio. Igual. No, más.  Su silencio engordó mi amor hasta inventarlo abstracto. Y de repente, lo abstracto se iba a hacer concreto.

Recogí la casa como pude.

Preparé mi cuarto y mi cama, precintados y exánimes desde hacía mucho más tiempo aún. Lugar que me juré no volver a utilizar si no era abriendo la veda con él. Y aún pensando que él nunca vendría, tal era mi amor desesperado que estaba dispuesta a dormir de por vida en un sofá. El sofá. El que le prometí cuando sembró sin querer aquellas margaritas de colores en mi corazón, donde encendió una luz más grande que todo el planeta entero y del color del universo... y que ahora estaba cubierto de barrotes de cárcel enmarañados con hiedras secas y flores marchitas que brotaban de mi alma.

¿Qué había podido pasar? ¿Por qué aparecía de repente? ¿Y si volvía a abandonarme? Las dudas me invadían entreveradas con aquella esperanza que hizo nido en el fondo de mis entrañas ...y que mi desencanto había tapado ya. Aquella última vez que nos vimos y mi adoración por él quiso interpretar en sus ojos un sentimiento ...que jamás salió. Que no existió.

Me dí un baño, me puse cómoda... y esperé... Horas, con sus minutos, con sus segundos... Horas como años. ¿Y si ya no siento nada? Era el pánico el que hablaba. ¿Y si he fabricado este amor abstracto adornándolo con dudas, con sueños, con deseo, imágenes, caricias....  este amor de noches largas sin sueño, de charlas eternas, de risas, de silencios, de angustias, de proyectos, de palabras que nunca salieron, de sentimientos envalentonados por el alcohol, de secretos, de falsas interpretaciones, de desconocimiento, de aromas... y la realidad está lejos de acertar?

... Escuché un relinchar y me asomé al balcón no creyéndome lo que mis ojos se encontraron. Ahí estaba él,  ese rockero cabello al viento, montado sobre una yegua jerezana blanca como esa luna testigo de nuestra pasión.

Lancé las llaves por la ventana y mientras esperaba me descalcé. Era verano y la temperatura era la perfecta. Antes de saludarnos, hice un gesto con la mano invitándole a acomodarse a mi lado. En el famoso SOFÁ.

-Antes de que me roces, necesito saber que aún vibramos en la misma dirección. A la de tres, cerraremos los ojos y...a ver qué sentimos.-  ajusté al volumen al máximo y le dí al play...

No me mires cuando mire, sin mirarte entre los poros,de tu piel de terciopelo, de la curva de tus fauces,mírame cuando repose en el cajón de mis raíces,que elegí el papel de mártir por morirme por un beso,por el camino maltrecho de la vida y sus compases...

...Mi estómago se estrujó erizando todo el vello de mi cuerpo. Notaba mi sangre fluír caliente por cada una de las células de mi interior... y un escalofrío salió de mi boca tan sólo de imaginar lo que iba a acontecer... Mis carnes se relajaron y mis pies se acariciaron. Mis piernas se abrieron y eché mis manos al pecho. A ese punto donde se concentran todas las emociones y que acababa de abrirse en canal deseando recibir su prometido abrazo largo. No quería saber nada más de él. Ni contarle lo que yo estaba viviendo. Quería proteger ese sentimiento con una pompa invisible para que nada lo perturbara. Para que nada lo ensuciara...

Déjame, que te cuente...una historia con las manosque te sepa a caramelo,que me estrelle con tu boca...que eyacule en tu barriga,que me siembre en tu agujero,que te grite como un cerdo...

Abrí los ojos y monté sobre él complaciéndole en su petición de mirarme a los ojos de cerca, murmurando en su oído... “...y ahora ...cuéntame ...esa historia ...con las manos...”.  Esos ojos brillantes hablaban sólos... y sentí sus manos calientes apretarme la cintura lanzando mis miedos fuera de nuestra burbuja de cristal. Me estremecí. Agarré su rostro cuidadosamente y lamí sus labios de lado a lado. Aspiré su aliento con avaricia...y le besé.  Disfruté ese momento virgen. Sentí placer, sentí un dolor terrible. Sentí su lengua fundirse con la mía y con ella entró en mí toda su desdicha, sus desengaños, su soledad, su necesidad de mimos, su calidez, sus ganas de complacerme, perdidas sus máscaras de dureza y descubriéndose ante mí ese blandito que siempre esconde un alma rebosando rock & roll  y que a mí me deja ... lista de papeles.

Nos besamos con ternura, acariciándonos con suavidad, con un deseo indescriptible... Ansiaba desnudar mi cuerpo, estrecharlo con el suyo... pero no podía ni plantearme separarme ni un milímetro de él... Nos pusimos en pie sin despegarnos, destrozando todo lo que había a nuestro paso,  mezclando jadeos con sonidos de sillas cayéndose, de mesas desplazándose de su sitio, de vasos en el suelo... hasta que de una patada rompí ese pestillo de aquella habitación precintada que se iluminó con nuestra llegada. Si dejar de comerme esa boca preciosa fui despojándome de aquella ropa cómoda que cubría mi cuerpo, camino a aquel único objetivo que llevaba meses amargando mis noches y despertándolas con sobresalto. Ahhhhhhh... Ahhhhh... Saltaron chispas de colores cuando su torso presionó mis pechos y por fin supe que ahora sí. Ahora sí iba a suceder...

Monté sobre su cuerpo largo y pegué mi frente a la suya. Respiré sus pulmones. Respiró de los míos...  Ese aliento de amor no podía evaporarse, no... ese aliento era nuestro, ese aliento era lo único que nos mantenía vivos.. Apoyé mis pezones en  ese tórax huesudo y bajé la mirada hacia su pene... Mi lengua se arrastró por sus labios, su barbilla, su cuello... Aparcó en  su ombligo y allí inventó un alto para otear de nuevo su gesto. Exhalaba ternura su mirada y puede que miedo... No sabíamos dónde nos estábamos metiendo...

Recorrí su glande con mi lengua, lentamente... Mi boca segregaba saliva de una manera generosa impulsada por el ansia... Lamí de arriba a abajo la totalidad de su superficie para impregnarlo de mí, cual perra que mea su territorio, y de nuevo clavé mis pupilas a las suyas.  Subí, llené de gasolina impulsora mi corazón con un beso profundo y apoyé mis manos en sus caderas de jesucristo adueñándome de esa piel ardiente que ahora me pertenecía dispuesta a convertirme en su felatriz. Rocé su frenillo con la punta de mi lengua primero,  para succionar después y beberme su excitación en movimientos acompasados y cuadrados a claqueta con sus suspiros. Melodía de anhelos guardados en la distancia que por fin se estrenaba en el escenario de mi colchón bajo el espectante público de mi techo repleto de estrellas.

Cuando vi peligrar nuestra compenetración, trepé e introduje su pene en mi vagina bañada en su jugo... Lo apreté. Todo para mí... Ahhhhh.... respiré, levanté la barbilla y le mostré mi cuerpo a la luz de aquella vela... Saqué saliva de sus labios con mis dedos y froté mi clítoris acariciando con amor sus pómulos... Aguanté mi respiración:  Ahhhhhhh... Ahhhhh... “Te como esa cara bella”.

Follamos como animales, desgastándonos las bocas, matándonos a caricias, amándonos como enamorados, chocando nuestras pelvis, entrelazando fuertemente nuestras piernas,  desprendiendo aromas , miedos, dudas, prohibiendo que pasara ni una gota de oxígeno entre nuestras pieles, hicimos un pacto con el cielo, tan sólo con las miradas, derrotados a cada orgasmo, cada hora, cada minuto, cada segundo...  Hicimos de lo abstracto ...concreto. Ni un milímetro sin lamer, sin besar, sin acariciar... Sin importarnos el mañana. Me empaché de su suavidad y en ese instante no me habría importado morir. Porque ya no necesitaba conocer más. Ya no podía haber más.

...Lo revivo y me estremezco otra vez... Escurriré mis bragas,  daré al play de nuevo, cerraré los ojos a ver si reviento... que el mañana ya no me importa. Y esperaré. Esperaré sabiendo que lo abstracto se hará concreto.

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