Invertir en agricultura
Recientemente, la FAO ha publicado su informe sobre el Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación, y creo que es importante hablar un poco sobre muchos de sus considerandos. En dicho informe se pone de manifiesto que los agricultores son los mayores inversores en agricultura en los países en desarrollo. El informe de la FAO, se centra principalmente en la acumulación de capital por parte de los agricultores en la agricultura, así como en las inversiones realizadas por los gobiernos, con objeto de facilitar dicha acumulación.
La inversión en agricultura es fundamental para promover el crecimiento agrícola, reducir la pobreza y el hambre y favorecer la sostenibilidad ambiental. Las regiones del mundo en las que el hambre y la pobreza extrema están más extendidas hoy en día, concretamente Asía Meridional y el África subsahariana, han registrado un estancamiento o una disminución de los índices de inversión por trabajador en agricultura a lo largo de tres décadas. Datos recientes señalan que hay signos de mejora, sin embargo, erradicar el hambre en estos y otras regiones, y hacerlo de forma sostenible, requerirá un aumento significativo de las inversiones en agricultura en las explotaciones, así como de las inversiones pública cas en el sector.
Este informe muestra la información más completa elaborada hasta la fecha sobre el volumen relativo de los flujos de inversión y gasto por parte de los agricultores, gobiernos, donantes e inversores extranjeros privados, en países de ingresos bajos y medios.
Otra cuestión que queda patente, es que los agricultores invierten más cuando existe un clima de inversión favorable y sus inversiones tienen más probabilidades de lograr resultados beneficiosos desde el punto de vista socioeconómico. La existencia o ausencia de un clima de inversión propicio, depende de mercados y de gobiernos. Hablamos de buena gobernanza, estabilidad macroeconómica, políticas comerciales transparentes y estables, instituciones de mercado eficaces y respeto por los derechos de la propiedad.
Los gobiernos deben velar por la igualdad de las condiciones entre la pequeña agricultura y los grandes inversores, pues es importante tanto por motivos de equidad como por eficacia económica. Y así, hablamos de los obstáculos más graves que tienen que hacer frente los pequeños agricultores, como falta de ahorros propios y de acceso al crédito, y ausencia de seguros frente al riesgo. Estos mecanismos pueden ayudar a los pequeños productores y a sus familiares, a generar activos y a salir de la trampa de la pobreza.
Otra cuestión importante, es que la inversión privada a gran escala, brinda oportunidades, pero requiere gobernanza. Así, en el flujo internacional es importante el aumento de fondos dirigidos a adquisiciones de tierras a gran escala por parte de empresas privadas, fondos de inversión y fondos soberanos. Sus repercusiones a nivel local, así como el potencial de crecimiento futuro, suscitan preocupación acerca de los efectos negativos sociales y ambientales, en particular en países de bajos ingresos, con escasos recursos para establecer un marco normativo que afronte estos problemas.
Habría que mejorar la capacidad de gobiernos y comunidades locales para negociar contratos que respeten los derechos de las comunidades locales. Deberían promoverse modelos de negocio alternativos y más incluyentes para inversores a gran escala que brinden la oportunidad de aumentar la participación directa de los agricultores locales en la cadena de valor agrícola.
En resumen, la inversión en bienes públicos genera beneficios elevados en materia de crecimiento agrícola y reducción de la pobreza, así como la mejora sobre el rendimiento del gasto público.
Para terminar, Gobiernos y donantes deben canalizar sus limitados fondos públicos hacia el suministro de bienes públicos esenciales con un elevado rendimiento económico y social. La investigación en agricultura para mejorar la productividad, caminos rurales y educación, aporta beneficios sistemáticamente más elevados para la sociedad que el gasto en subvenciones para fertilizantes, por ejemplo, que suelen acabar en manos de las élites rurales. Los gobiernos deben invertir en la creación de las instituciones y la capacidad humana necesarias para fomentar un entorno propicio para la inversión agrícola.
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