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Rafael Blanco, arqueólogo: “Estamos ante el hallazgo del siglo XXI en Córdoba”

Entrevista N&B a Rafael Blanco, arqueólogo

Aristóteles Moreno

11 de octubre de 2025 20:02 h

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Ojo. Presten atención a las advertencias que el arqueólogo Rafael Blanco lanza una y otra vez en esta entrevista. Estamos ante el mayor hallazgo arqueológico del siglo XXI. Un conglomerado monástico que esconde enigmas cruciales para explicar la Córdoba preislámica, uno de los periodos más indescifrables de nuestra historia. No lo dice cualquiera. Lo advierte este arqueólogo y profesor de Historia del Arte, experto en arquitectura doméstica andalusí y reputado investigador.

Se refiere, naturalmente, a los restos aparecidos en la Ronda Norte, cuya conservación han resucitado los viejos demonios del desastre patrimonial de Cercadilla. ¿Estamos a las puertas de un nuevo arqueocidio? “Espero que no”, implora el profesor Blanco a lo largo de una conversación que se extiende una hora, doce minutos y veinte segundos.

Progreso versus arqueología. El dilema que gravita recurrentemente sobre una ciudad que duerme encima de un tesoro inagotable de conocimiento. Esa dicotomía es la que quiere pulverizar Rafael Blanco de una vez por todas. Y en esta entrevista propone algunas claves. Empecemos por el principio.

PREGUNTA. ¿Por qué hay que rescatar a las piedras?

RESPUESTA. Lo primero es estudiarlas y conocerlas bien. Hacer el mayor registro posible. Sir Mortimer Wheeler decía que excavar es destruir. Es como un libro al que vas arrancando las hojas y las vas quemando. Si no las vas anotando, todas esas páginas se pierden. En eso se ha avanzado muchísimo en esta ciudad. En hacer ese registro y en estudiarlo bien. Después podremos ver qué se hace con cada cosa. Incluso integrarlas desde un punto de vista turístico.

La primera vez que Rafael Blanco (Córdoba, 1979) hincó sus rodillas en el suelo para explorar un yacimiento fue en el Patio de las Mujeres del Alcázar de los Reyes Cristianos. Al frente de la excavación estaba Alberto León, profesor de Arqueología de la Universidad de Córdoba. “Era una estructura sobre otra, sin apenas arena, con una lectura muy complicada”, recuerda Blanco frente a la grabadora en una terraza de la Ribera. ¿Cómo diablos se aprende a leer piedras? “La base teórica es muy clara”, sostiene. “La estratigrafía es algo que puedes aprender fácilmente. Se trata de adaptar el ojo progresivamente. Por eso es bueno que los estudiantes participen en excavaciones y también en lo que se llama arqueología de la arquitectura para leer la estratigrafía en los edificios”.

Rafael Blanco se fue decantando por la época islámica. Era el momento de la excavación de los grandes arrabales andalusíes y los jóvenes arqueólogos disponían de un océano de sillares, fustes y guijarros de cerámica para curtirse en los secretos del oficio. “Me di cuenta de que Córdoba, aunque había tenido muchas épocas esplendorosas, la del periodo islámico era excepcional. Era una ciudad como no había prácticamente en el Mediterráneo”, aduce.

Su trabajo de fin de máster se centró en la Axerquía, particularmente sobre la arquitectura doméstica tardoislámica del siglo XII. “Nos fijamos siempre en los palacios, las mezquitas, las iglesias, y dejamos al margen lo que realmente configura la ciudad: las casas y las calles”. Trabajó con Desiderio Vaquerizo en el proyecto Arqueología somos todos, participó en el Grupo de Investigación Sísifo y se formó en la Escuela de Estudios Árabes, en Granada, bajo el magisterio de Julio Navarro. Luego vinieron estancias de investigación en las universidades de Newcastle y Edimburgo, primero, y París, después, a las órdenes Jean Pierre Van Staëvel, uno de los principales referentes del urbanismo islámico. Finalmente, se desplazó a la Universidad de Hamburgo, donde contactó con la profesora Sabine Panzram para abordar conjuntamente el estudio del periodo tardoantiguo.

Hay que abrir una mesa de diálogo sobre la Mezquita entre el Cabildo, el Ayuntamiento y la Universidad

P. ¿Arqueología somos todos?

R. Ese fue un proyecto muy interesante en el que pude participar. Creo que fue pionero en gran medida. La cabeza visible era Desiderio Vaquerizo. Ana Ruiz y yo estuvimos coordinando muchos elementos. Me sirvió para sintetizar toda esa gran cantidad de información para que la ciudadanía pueda acceder a ella. Ese esfuerzo de síntesis es fundamental. Sobre todo, para entender que el patrimonio nos pertenece a todos. Fue un proyecto muy activo durante tiempo. Conseguimos varios premios, muchos proyectos y se conectó con la ciudadanía.

P. ¿Nuestro patrimonio realmente nos pertenece a todos?

R. Sin lugar a dudas. Si no, no se mantiene. Se destruiría.

P. Sísifo fue condenado a subir eternamente una piedra a la cima de la montaña. ¿A qué están condenados eternamente los arqueólogos?

R. Seguramente una de las condenas sea el uso político que se hace de la historia y del arte. Y en la arqueología tenemos ese elemento problemático. Yo creía que se había curado ya, pero últimamente he visto en la prensa que ha vuelto a salir esa antítesis de los restos arqueológicos versus progreso. Como en el caso de la Ronda Norte, por ejemplo.

Entrevista N&B a Rafael Blanco, arqueólogo

P. ¿La palabra arqueocidio debería entrar en el diccionario?

R. No lo sé. Los responsables son los políticos. Creo que deberían escuchar más a la sociedad y, por supuesto, a la academia. Es fundamental que no se guíen por el corto plazo y que tengan una mentalidad más amplia. Hoy día hay técnicas que permiten ver lo que hay debajo del suelo. Podemos prever de forma muy clara por dónde puede haber restos y por dónde no. No hace falta destruir palacios, mezquitas o barrios. Es una fórmula que se podría aplicar a una ciudad histórica como esta.

P. En Córdoba ya existe un mapa arqueológico donde se determina qué sitios son potencialmente valiosos.

R. Existe una zonificación donde hay unas premisas que se pueden ir aplicando. Hay técnicos en el Ayuntamiento que tienen un conocimiento excelente. El problema es si se les escucha o no.

P. Y usted cree que no se les escucha.

R. Supongo que algunas veces sí y otras veces no. Si actuáramos con esa visión arqueológica de la ciudad habría menos problemas. Incluso menos gasto. Y sería una forma de proteger lo que nos queda de pasado. El patrimonio arqueológico no se reproduce. Algunas partes las hemos excavado y otras se han tapado. Intentemos que se protejan para cuando haya mejores técnicas. En los museos tenemos ya tanta información como para varios siglos de investigación.

No hay una ciudad como Córdoba en el Mediterráneo

P. ¿A cuántos arqueocidios ha asistido?

R. Se han dado varios. El primero y más potente quizás fue el del Bulevar. Fue tremendo. Un destrozo sin prácticamente registros. El de Cercadilla sí lo pude vivir un poquito más y fue una cuestión verdaderamente problemática. De nuevo, fue la oposición entre el tren de alta velocidad que introducía a Córdoba en el futuro y la destrucción de un palacio tardorromano. Aquello dio muy mala fama a Córdoba. La gente no es consciente hasta qué punto. Y en la excavación de los arrabales de Poniente es una pena que no haya quedado casi nada para enseñar.

P. En Cercadilla decidimos tener AVE en vez de buena fama.

R. Es que creo que podríamos haber tenido las dos. No soy ingeniero, pero no era muy complicado. Se podía haber desviado un poco más las vías del tren.

P. Era cuestión de varios cientos de millones de euros.

R. No lo sé. Se sabía que había restos en esa zona. ¿Por qué se decidió hacerlo ahí?

Entrevista N&B a Rafael Blanco, arqueólogo

P. ¿La Ronda Norte está a punto de perpetrar otro arqueocidio?

R. Espero que no. La solución que estoy escuchando estos días no es la idónea.

P. Trasladarlos de sitio.

R. Trasladarlos es destruirlos. Eso no es posible con determinados materiales. El edificio está construido con tapial de tierra y mortero de cal. Eso no se puede trasladar. Sería destruirlo. Ya se hizo en el C3A un traslado con los restos del arrabal y no sirvió de mucho. La solución que baraja la administración local es poner la carretera directamente encima. Y una carretera de ese tipo, donde pasarán muchos camiones y mucho tráfico durante muchos años, acabará destruyendo igualmente los restos.

P. ¿Qué solución propone?

R. Creo que hay dos soluciones factibles. Una es llevar un poco más arriba la carretera. No creo que suponga demasiado gasto. Y otra es soterrar esa parte de la Ronda. Esa sí sería una forma muy buena de conservarlos. Son restos de una importancia tremenda para el estudio de la tardoantigüedad y creo que se van a convertir en un referente a nivel investigador.

El patrimonio histórico nos pertenece a todos

P. Por cierto, ¿necesitamos la Ronda Norte?

R. Pues no lo sé. Son temas que no podría comentar. Pero no hay que oponer una cosa a la otra. Pueden ser compatibles. El error es intentar decir que el progreso y la arqueología son antagónicos. Y no es así. Se habría podido prever porque ha habido geoprospecciones previamente. No veo conveniente taparlo con una carretera, porque eso supone que no vamos a verlo en más en un siglo. Quizás dos. Y se va a perder la oportunidad de conocer algo que es fundamental para la historia de Córdoba. Es el descubrimiento del siglo XXI en Córdoba.

P. ¿Estamos en Cercadilla 2?

R. Espero que no.

P. ¿Qué parte del alma le duele más: Cercadilla o el Bulevar?

R. Me duelen ambas. Lo que pasó en el Bulevar fue al inicio. Todavía estábamos en formación. No había una Ley de Patrimonio autonómica y la sociedad no tenía una conciencia patrimonial de ese nivel. En Cercadilla, me parece horrible cómo los políticos casi de todos los signos oponían de forma directa los restos arqueológicos al progreso. Fue lamentable.

Entrevista N&B a Rafael Blanco, arqueólogo

P. El AVE empujaba mucho.

R. Insisto: podía haber habido AVE y restos. No deben ser elementos contrapuestos.

P. ¿Tenemos un problema con el pasado o tenemos un problema con el progreso?

R. No creo que sea esa la cuestión. Ni el pasado ni el progreso son un problema. El problema es cuando se contraponen. Lo que tenemos que saber es convivir con el pasado y proyectarlo adecuadamente. Córdoba es una ciudad eminentemente turística. Aquí no viene la gente a la playa. Viene porque es un referente cultural, patrimonial e histórico. Si nosotros no somos los defensores de ese patrimonio, de alguna forma estamos destruyendo la gallina de los huevos de oro.

P. ¿Qué perdimos en los arrabales de Poniente?

R. Por un lado, ganamos mucho. Sobre todo, en contraposición con lo que se hizo en el Bulevar. Allí se paró [la excavación] cuando estaban reventando los mosaicos y otras cosas de época romana. Y todo lo que había de época medieval, moderna y contemporánea se perdió sin registro ninguno. Por fortuna, con los arrabales de Poniente tenemos una gran cantidad de información. Eso ha sido fundamental. Los arqueólogos han publicado muchísimo y Córdoba se ha convertido, sobre todo en época islámica, en un absoluto referente. Te vas a Damasco, a Bagdad o a El Cairo y no tienes esa información.

Ahora bien, ¿qué se ha perdido? Mucho. Salvo algún resto que se ha conservado, como una almunia. Todo lo que había eran casas. Muchas veces desprestigiamos ese patrimonio. He podido visitar algún barrio del arrabal excavado por algún colega y me ha parecido fascinante. Es como volver al pasado. Ibas por las calles y se podía ver fácilmente cómo funcionaba un barrio entero. Yo he traído a investigadores de Estados Unidos, Reino Unido, Alemania y el mundo árabe, y todos querían visitar esos sitios. Y les tuve que decir que ya no quedaba ninguno. Los únicos restos que tenemos están en la Estación de Autobuses. Dos trocitos de casas que se conservaron allí .

Córdoba fue la ciudad más grande de Occidente en el siglo X y no conservamos ni un solo fragmento de barrio islámico

P. Usted hubiera conservado una manzana medieval entera.

R. Simplemente eso.

P. No le hicieron caso.

R. En aquella época todavía no tenía capacidad de exponer cosas. Hoy sí. Por eso quiero que no se vuelva a hacer algo así. Entiendo que una ciudad debe evolucionar y tiene que expandirse. Pero hay medidas para compatibilizar la ciudad con la arqueología. En algún caso se pueden conservar en el sótano. Yo no pido que se conserve todo, aunque sí que se investigue. Podrías tener lugares atractivos turísticos e incentivar la economía de la zona. En Córdoba, que fue la ciudad más grande de Occidente en el siglo X y se ha excavado muchísimo, no tenemos un solo fragmento de barrio con cuatro o cinco calles y un grupito de doce o catorce casas para visitar. Es que no lo tenemos.

P. Alejandro Ibáñez dijo lo siguiente: “En Córdoba mandan las piedras”. ¿Está usted seguro?

R. Ojalá. Hoy mandan más que hace 40 años, pero lo vamos a ver con la Ronda. Es la piedra de toque. El examen. Yo estoy viendo cosas que me preocupan. Lo digo de forma muy sincera. Cosas que nos retrotraen al pasado. Deberíamos ser conscientes de la importancia de lo que ha aparecido allí. En un periodo tan oscuro para la Península Ibérica, como es la tardoantigüedad, ese elemento es muy importante. Conocemos las ciudades islámicas, pero no cómo funcionaba esa conexión con los cristianos. Y, de repente, nos aparece algo que estábamos buscando: uno de esos monasterios perfectamente conservado. Sería muy fácilmente integrable dentro de un circuito turístico. Este monasterio es algo excepcional para la historia del mundo mozárabe y andalusí.

Entrevista N&B a Rafael Blanco, arqueólogo

P. También dijo Alejandro Ibáñez: “Soy el antipático del arqueólogo provincial”. ¿Para ser un buen arqueólogo hay que ser antipático?

R. Como arqueólogo supervisor de la Junta, Alejandro muchas veces tenía que imponer ciertas cuestiones. Y ahora es Alberto Montejo. Quienes tienen el mayor problema son los arqueólogos privados.

P. Si los constructores pagan a los arqueólogos, ¿los arqueólogos son independientes?

R. Es complicado. Yo defiendo a mis compañeros. Es un trabajo muy duro. Cuando se hacen intervenciones costeadas de forma pública, tienen más tranquilidad a la hora de trabajar. Pero hay que entender que un constructor también pone unos recursos económicos y sufre una gran presión. Los arqueólogos, con toda la premura de tiempo que tienen, hacen un trabajo excelente. La tensión es tremenda. Muchas veces los promotores son los últimos que quieren que aparezcan restos arqueológicos. Aunque no siempre. Por ejemplo, en el hotel Conquistador, los restos arqueológicos se convirtieron en un referente para el hotel. De hecho, están expuestos y es uno de los alicientes. En los arrabales de Poniente, muchos edificios adquirieron el nombre de lo excavado. Está el edificio Almunia. O el edificio Mezquita. O el edificio Acueducto.

P. Suena un poco cínico. Te cargas la almunia y luego le pones el nombre al edificio.

R. A veces sí, pero otras se han conservado. No siempre se ha destruido.

He visto a un señor vender capiteles en Wallapop

P. Leo en prensa lo siguiente: “Subastan la mejor Villa Romana de Córdoba”. ¿Hoy todo está en venta?

R. No ha sido exactamente así.

P. Se ha subastado.

R. Claro, pero vendes el edificio. Y en el edificio hay restos integrados. Ahora bien: no quiere decir que no tengas una responsabilidad con ese patrimonio. No lo puedes destruir. Ni lo puedes vender en trocitos por Sotheby’s o Christie’s. Eso no lo puedes hacer. No te pertenece a ti. Pertenece a todos.

P. Pero hay un montón de compraventa de piezas arqueológicas en internet. Puedes comprar hasta una viga califal.

R. Eso pasó en el pasado y llegaron hasta a las casas de subasta. Eso se debe controlar. Yo vi algún caso en Wallapop de un señor que vendía capiteles erosionados. Muchas veces no sabemos la procedencia. Y eso es algo muy peligroso. Hay quien argumenta que es herencia familiar.

Entrevista N&B a Rafael Blanco, arqueólogo

P. Por ahí se escapan.

R. Hay que controlar mucho más estas cuestiones. Sobre todo, intentar que ese patrimonio no salga del país. Muchas veces acaba en Qatar o en Estados Unidos.

P. Si se quema la Mezquita, ¿qué se quema?

R. Una parte muy importante de nuestro pasado. El incendio fue algo problemático. Yo estaba cenando cerca y temí lo peor. El caso de Notre Dame fue atroz. En parte, ha habido un buen sistema y los bomberos actuaron de forma ejemplar. Se ha perdido parte de esa estructura de la cubierta, pero por fortuna no fue algo más dramático.

P. ¿Negligencia o gestión impecable?

R. No me compete a mí decidir si es una negligencia o no. Las administraciones competentes tendrán que analizarlo. Obviamente, almacenar sillas y poner a cargar máquinas [en el interior de la Mezquita] se va a cambiar. Ya había un plan.

Intentar borrar la presencia islámica en la Mezquita fue un error

P. Se va a cambiar porque se ha hecho mal.

R. Entiendo que ese ha sido un problema. Si no, no se hubiera incendiado, obviamente. Yo creo que se van a buscar fórmulas para evitarlo. Desde luego, es una cuestión que hay que solucionar para el futuro.

P. El obispo anterior dijo: “La Mezquita es bizantina y los moros solo pusieron el dinero.”

R. Esa frase es errónea. Hubo una época muy negativa, donde se polarizó todo mucho y se tomaron posturas muy erróneas como fue, por ejemplo, quitar la palabra Mezquita.

P. ¿O fue algo más que un error?

R. Pudo haber una intencionalidad, pero por fortuna hoy ya no es así. Se ha corregido esa situación y el concepto de Mezquita Catedral pervive. Eso es lo que debe ser. Y esa cuestión de lo bizantino fue una discusión bizantina. No tenía sentido ninguno. Decir que [los moros] solo pusieron el dinero no tiene base científica. Hoy se han corregido muchas cosas. Por ejemplo, la cartelería. Antiguamente ponía Basílica de San Vicente y sabemos ya que no había una gran basílica. La hipótesis más extendida, que yo apoyo, es la del complejo episcopal, donde había distintos tipos de edificios y, entre ellos, habría una iglesia. Esos años, donde hubo esa polémica tremenda y se intentó borrar la presencia islámica, creo que fue un error.

También en época franquista hubo la idea de quitar el crucero de la Catedral e intentar devolverle a la Mezquita su fisonomía previa. Hubiera sido una aberración. Lo excepcional de la Mezquita Catedral es eso: toda la historia que tiene. No ha habido muchas mezquitas aljamas que se hayan conservado después de la conquista cristiana. Eso es importante. La gran Aljama de Sevilla solo mantiene la Giralda de la antigua Mezquita.

P. ¿Qué hay que cambiar en la gestión de la Mezquita?

R. Yo creo que la titularidad no es la cuestión. Sobre la gestión, se ha hablado por primera vez en el Pleno municipal de algo muy interesante: crear una especie de órgano dentro del Ayuntamiento. Creo que sería fundamental que se cuente con la Universidad. Y no como un elemento accesorio de adorno ni como un órgano consultivo. Es fundamental que la Universidad como institución esté ahí y no solo personas individuales.

Hay dos áreas fundamentales con mucha gente que ha estudiado ese tema. Incluso un departamento como el de Historia del Arte y Arqueología debería ser una parte fundamental en ese órgano de gestión. Es crucial que la academia, más allá de la política, esté involucrada. Tampoco sería lícito dejar fuera a la Iglesia como elemento gestor.

P. Hay una propuesta que habla de un patronato con participación del Cabildo catedralicio y también de las administraciones públicas y la Universidad de Córdoba, aparte de la sociedad civil.

R. No lo tengo claro. El patronato de la Alhambra también tuvo sus problemas. Yo creo que hay que abrir una mesa de diálogo con estas tres patas: Ayuntamiento de Córdoba, el Cabildo, por supuesto, y la Universidad de Córdoba.

P. A quien no le va a gustar la idea es al Cabildo y el Obispado.

R. ¿Por qué? Yo no creo que haya ningún problema.

En el Ayuntamiento no siempre se escucha a los técnicos

P. Porque tienen el control absoluto ahora mismo sobre el monumento y no querrán cederlo.

R. Yo no sé si se trata de ceder o no el control. El Cabildo tiene un equipo muy bueno de profesionales ahora mismo trabajando en la Mezquita. Y están haciendo cosas muy interesantes en la investigación y la difusión del edificio en los últimos años. Algunos colegas de la Universidad están haciendo proyectos, como Alberto León y José Antonio Garriguet.

Debemos mirar que la Universidad esté más conectada con ese edificio. Hay muchos especialistas que podemos aportar y que además tenemos un grado de Historia del Arte donde este año, por primera vez, vamos a tener dos asignaturas fundamentales, no solo para el conocimiento sino también para la difusión de ese edificio. Hay una asignatura, llamada Mezquita Catedral de Córdoba, que no hay en toda España. Y otra que es Interpretación del Patrimonio. Y tenemos también un máster, ya muy añejo, de Gestión del Patrimonio, que dirige mi compañera María Ángeles Jordano. Creo que hay competencia como para poder ayudar a que esto esté mejor en el futuro. ¿La fórmula? No lo sé. Habrá que dialogarla entre todas las instituciones.

P. El arqueólogo Antonio Monterroso anunció hace dos años la localización de la ciudad perdida de Almanzor. ¿Caliente o frío?

R. Fue una hipótesis interesante. Antonio ya lleva tiempo utilizando técnicas muy novedosas, como el Laidar [sensores láser], y creo que es algo que nos va a traer muchas alegrías. Lo que ahora se necesita es excavar.

P. ¿Y por qué no se ha levantado en dos años ni una sola piedra de aquella supuesta localización para comprobar si es o no Medina Al Zahira?

R. No lo sé. Habrá que preguntárselo a Antonio. Hasta donde yo sé era una zona privada. Eso ya es más conflictivo. Creo que hay previsto hacer algo. Por lo menos, empezar por una prospección para ver qué materiales pueden salir y si es necesario excavar en algún lado. Desde luego, hay un yacimiento importante. Y, por lo que parece, algunas estructuras podrían responder a una mezquita. ¿Es o no Medina Al Zahira? Desde mi punto de vista, quizás está demasiado alejado de Córdoba por lo que vienen diciendo las fuentes. Pero no lo sé. Hay que investigar.

Entrevista N&B a Rafael Blanco, arqueólogo

P. ¿Las prospecciones aéreas van a revolucionar la arqueología?

R. Ya lo están haciendo. Son muy útiles en determinados sectores. En lugares donde ha habido mucho arado y transformación de la tierra las lecturas son más complicadas. Pero en zonas de sierra, por ejemplo, cuando son terrenos donde hay mucha arboleda, el Laidar es espectacular porque te permite acceder a una información de una forma muy rica. En selvas de Sudamérica están descubriendo gran cantidad de yacimientos gracias a estos métodos no invasivos.

P. ¿Todo está en el Silo?

R. Hay mucho, pero no todo. Hay documentación para estudiar durante siglos. En Europa no hay muchos lugares con tanta información, tantos materiales de tantas épocas y tanta diversidad. Vamos a tener información para trabajar durante muchos años, aunque no haya más excavaciones.

P. ¿Qué dirán las piedras del futuro sobre nosotros?

R. No lo sé. Es una buena pregunta. Quizás algunas cosas que ni siquiera nosotros mismos pensamos hoy. La perspectiva del tiempo te permite analizar muchas cosas de forma más aséptica. Seguramente nos juzgarán y quizás digan de nuestra época que hemos destruido mucho.

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