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Montse Domínguez: “La prensa es más que un negocio, es un bien social”

FOTO: ANTONIO LÓPEZ

Manuel J. Albert

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FOTO: ANTONIO LÓPEZ / VIDEO: VICTOR MOLINO

Da la mano con firmeza. La tiene helada. Un pequeño problema con la calefacción de la habitación del hotel donde se hospeda en Córdoba. “Qué frío hace en esta ciudad”, exclama con sorpresa. Sí. Es ella. Es Montserrat Domínguez. Su voz, más que su rostro, la delata. Su presencia en Tele 5, Canal +, Antena 3, la Ser, la han hecho casi de la familia para millones de personas. Pero no le gusta acomodarse en tresillos. Su última aventura, al frente del diario digital El Huffington Post, lo demuestra.

Invitada a la última edición de Eutopía, sale del hotel emprendiendo el paso rápido hacia la Delegación de Cultura. Allí le espera una charla y una entrevista previa. Por el camino, Domínguez (Madrid, 1963) habla de periodismo a preguntas de unos reporteros que, sin querer, comienzan a interrogarla. Repasamos los cierres de cabeceras, los recientes expedientes de regulación de empleo y cuando empezamos a abordar la dura vida del corresponsal autónomo, pasamos por delante de la puerta de los Misioneros del Corazón de María y entramos en las dependencias de la Junta.

PREGUNTA. Hace un par de meses, el presidente ejecutivo de Grupo Prisa y presidente del periódico El País, Juan Luis Cebrián, animaba a los periodistas que han sido despedidos de sus medios a crear periódicos digitales o iniciativas propias en el entorno digital. Por nuestra experiencia como autónomos en CORDÓPOLIS, le puedo asegurar que fuera de las cabeceras tradicionales hace mucho frío y es muy complicado sacar un proyecto adelante. Por su propia experiencia con El Huffington Post, ¿cree que existe algún tipo de fórmula para montar un periódico digital?

RESPUESTA. Vamos a ver. Yo no soy quién para dar consejos, entre otras cosas por que El Huffington Post nace de dos empresas muy grandes y muy potentes. No tiene nada que ver con la cantidad de iniciativas que hay en este momento online de personas que, de manera autónoma, van buscándose la vida montando cosas, algunas de ellas muy interesantes, en la web. Pero no quiero compararlo porque no todo lo online es producto de iniciativas o de profesionales que se buscan la vida. Y un caso es este periódico, que nace de dos grupos tan importantes como son Prisa y el grupo del Huffington Post, que es AOL. Quería aclarar esto antes que nada: no todo lo online tiene ese punto absolutamente autónomo de iniciativa personal o ímpetu profesional. La iniciativa del Hufftington es distinta, en ese sentido. Pero lo que sí es cierto -y por lo que estoy viendo con cantidad de compañeros que se han quedado en el frío, fuera del abrigo de los medios tradicionales- es que hay un campo inmenso que merece la pena explorar. No todos van a sobrevivir, pero yo creo que entre todos también -y buscando fórmulas distintas y explorando caminos nuevos- acabaremos por encontrar maneras distintas de lo que ha sido, hasta ahora, la comunicación al amparo de los grandes medios.

Hay un campo inmenso que a los periodistas les merece la pena explorar en Internet

P. Pueden cambiar los formatos o los soportes. Pero el periodismo, ¿va a seguir siendo A, B, C, D? Quiero decir, su esquema básico, ¿sigue siendo factible?

R. El periodismo sigue teniendo una columna vertebral que es contar buenas historias. Contarlas con rigor y tener criterio a la hora de seleccionar lo que son historias de lo que sencillamente es ruido. Pero sobre todo, requiere trabajo. Mucho trabajo. Hay quienes consideran que el periodismo lo puede practicar cualquiera y que cualquiera con una cámara o con un smartphone llega, saca una foto de una manifestación y ya es periodismo… No. El periodista hace otro tipo de trabajo, a veces muy ingrato, a veces muy duro; se pasa mucho frío y hay lugares muy oscuros, pero tiene también su grandeza. Es una profesión. Un oficio, si lo prefieres. En cualquier caso, no es algo que cualquiera pueda practicar por el mero hecho de tener vías de comunicar. Lo que sí es verdad es que la irrupción online, que ha abierto los campos en la manera de comunicar y transmitir, ha hecho que la comunicación se haga infinitamente más global y más abierta que hace unos años. Hace unos años, si solo tenías imprenta, era muy complicado que llegaras a ningún sitio. Lo mismo ocurría con la radio… Necesitabas infraestructura. Ahora puedes montar una radio por Internet y convertirla en global, incluso en un fenómeno mundial. Y lo mismo pasa con un periódico online. Eso es una gran ventaja competitiva, en general, para todos los que nos dedicamos a esta profesión.

P. Siempre estamos con el debate sobre el modelo de negocio, sobre si lo digital se impondrá al papel. ¿Tiene algo que ver la irrupción de los digitales con la debacle que estamos viendo en los medios tradicionales?

R. Muchísimo, claro. La irrupción del online y la irrupción de los medios gratuitos es lo que ha hecho tambalearse ahora mismo todo. Y otras cosas también. El acceso a los contenidos de vídeo, por ejemplo, o de audio, que antes necesitaba de un canal determinado como la radio y la televisión, además de todas sus licencias... Pero en cambio, ahora, puedes ver lo que te interesa, a la hora que quieras, donde tú quieras. Y con la radio pasa lo mismo. Eso ha roto en gran parte el modelo de negocio en el que se sustentaba todo y del que vivíamos los periodistas. Sí es cierto que tiene un lado amargo, porque nos quedan unos años todavía en los que no sabemos cómo vamos a superar esto. Pero hay ventajas notorias: y es que hoy en día, cualquiera que tenga una buena historia, de repente tiene canales para llegar a puntos del planeta que antes estaba fuera de su alcance.

Hay quienes consideran que el periodismo lo puede practicar cualquiera y que cualquiera con una cámara o con un smartphone llega, saca una foto de una manifestación y ya es periodismo… No. El periodista hace otro tipo de trabajo

P. El modelo Huffington es abierto.

R. Sí, es un modelo gratuito tanto en la casa madre como en todas las ediciones que se han montado en Francia, Italia, España, Reino Unido, Canadá… La vocación de Huffington es esa.

P. Ser abierto

R. Aunque están buscando fórmulas nuevas, por ejemplo una revista que es de pago. Lo normal es ir probando fórmulas diferentes en todos los formatos. Pero su vocación es ser gratuito...

P. ¿Cree que el modelo de la gratuidad?

R. …perdona, gratuito porque se financia con la publicidad. Esa es la fórmula. Se supone que atraes el suficiente número de anunciantes como para hacerlo gratuito. Pero, obviamente, necesitas suficientes.

P. Porque hay que alimentar al redactor.

R. Es que nos empeñamos en comer…

P. En todo caso, ¿el modelo es aplicable a lo grandes medios? Porque creo que el Huffington se nutre mucho de las colaboraciones –muy buenas colaboraciones- pero el equipo real no es demasiado grande.

R. Somos ocho.

P. Ocho. Pero el mismo modelo, en un gran periódico…

R. No, no, en un periódico grande…

P, ¿Tiene sentido la gratuidad en un periódico grande?

R. Ese es el gran debate en estos momentos. El problema es que, por ejemplo, El País está volcando todo su contenido on line, lo cual le da una dimensión tremenda dentro de nuestras fronteras y hacia afuera. Pero está visto que eso no es fiable. Hasta ahora, se podían sostener las dos fórmulas puesto que era el papel el que lo sostenía por las ventas del periódico, por un lado, mientras que la publicidad, por otro, era lo que sostenía la edición online. Con el derrumbe que hay del mercado publicitario –que tiene más que ver con la crisis- y por el hecho de que con la edición online la gente deje de comprar periódicos, el modelo ahora está en duda. Y ya hay muchos grandes medios como The New York Times, aparte de otros, que se están planteando el cobrar por acceder al periódico. Al menos, manejan distintos sistemas. Hay modelos completamente cerrados, otros que permiten un pequeño número de noticias o consultar solo una parte. Pero ese es el debate que hay ahora mismo, porque lo que está claro es que exclusivamente la publicidad, ahora mismo, no es suficiente para sostener grandes estructuras periodísticas que garanticen periódicos de calidad como el que está haciendo, por ejemplo, El País. Ese es un poco el rompecabezas en el que estamos todos tratando de sobrevivir.

El País está volcando todo su contenido on line, lo cual le da una dimensión tremenda dentro de nuestras fronteras y hacia afuera. Pero está visto que eso no es fiable. (...) Por el hecho de que con la edición online la gente deje de comprar periódicos, el modelo ahora está en duda

P. Hace unas semanas hablamos con Julio Anguita. Le preguntamos si podía haber un cambio radical producto de la crisis, una especie de revolución. Y nos decía que era muy difícil organizar nada cuando se tiene hambre. En mi cabeza hice un paralelismo con el periodismo y pensé que era muy difícil hacer buen periodismo cuando se tiene hambre, cuando hay una precariedad laboral enorme.

R. Absolutamente.

P. Y leyendo unas declaraciones del periodista Gervasio Sánchez, este se quejaba de que los grandes medios hacía tiempo que habían dejado de hacer un periodismo de investigación, de calidad y comprometido, de ese que arrea fuerte al poder. En fin... He hecho una reflexión un poco larga, pero me gustaría saber lo que piensa usted sobre esa situación de precariedad en la que está sumida la prensa y si puede provocar que los periodistas seamos cada vez menos críticos.

P. Bueno, vamos a ver. Esto tiene varias lecturas. Obviamente, cuanta más precariedad haya en el periodismo y más precario sea el trabajo de los periodistas, se perjudica la calidad del trabajo periodístico. Porque nosotros siempre hemos necesitado un apoyo, un entorno y una cobertura para poder enfrentarnos a… Por ejemplo, tú estás en Córdoba. Supongamos que hay un gran constructor que es el que ordena y manda y que tiene, de alguna manera, comprada –no te hablo de ilegalidades- la voluntad de los periódicos o la prensa local. Si quieres hacer algo distinto para denunciar lo que está pasando, necesitas la cobertura de un gran medio porque uno a uno, cada uno de nosotros somos mucho más vulnerables. Por lo tanto, clarísimamente: cuanto más precarios, más obedientes, más dúctiles y más sujetos estamos a la presión ambiental. Por eso se necesitan medios potentes. Dicho eso, yo creo que los grandes medios siguen haciendo investigación. Yo lo veo todos los días con los colegas de El País y de otros medios que siguen sacando papeles que son incómodos y que siguen contando cosas que no gustan. Ahora, nuestra preocupación es que eso se mantenga, que siga habiendo empresas que tengan claro que más allá del beneficio económico hay un beneficio social que es lo que aporta el periodismo y lo que aporta una prensa libre. En el momento en que desaparezcan las empresas que tienen esa conciencia de que el periodismo va más allá de una empresa que vende tornillos, cuyo único objetivo es sacar más dinero, sacar más margen, vamos… Pero yo creo que periodismo sí que se está haciendo. No comparto esa visión apocalíptica de que todo es horrible, de que todos están vendidos. No es verdad. Aquí hay gente partiéndose la cara por hacer bien su trabajo y hay muchos directivos y directores partiéndose la cara también por proteger a la gente que está haciendo cosas importantes.

Nuestra preocupación es que siga habiendo empresas que tengan claro que más allá del beneficio económico hay un beneficio social que es lo que aporta el periodismo y lo que aporta una prensa libre

P. Pero ese periodismo de investigación en medios pequeños… Pongo como ejemplo medios como CORDÓPOLIS, que van a seguir surgiendo y donde cuatro locos se lanzan a una aventura con sus propios recursos… no sé… ¡Denos un poco de ánimos!

R. No hace falta que te los dé. Yo estoy absolutamente convencida de que no es el gran periodismo de investigación, aunque sea muy importante, el que va a salvar a la profesión, ¿entiendes? Yo desconfío un poco de todos aquellos que ponen los grandes nombres delante, como si hacer periodismo en una ciudad como Córdoba o en un medio como CORDÓPOLIS tuviera que ser equivalente a hacer grandes revelaciones y que sea eso lo que garantice o te dé la pátina de gran periodista. No. Lo bueno es hacerlo con toda la seriedad y con todas las herramientas que tenemos en el medio. Periodismo a todos los niveles. Y el nivel local es fundamental. No el gran periodismo que va a desvelar el escándalo Watergate. Está muy bien el Watergate, pero ha hecho mucho daño, también. Y nosotros podemos hacer, cada uno en nuestro ámbito, cada uno con nuestras capacidades, buen periodismo. Con fuentes contrastadas, no creyéndote nunca la versión oficial de entrada. A lo mejor no destapas el escándalo del siglo, pero en tu ciudad, en tu momento, en tu ámbito lo que haces es una cosa diferente a lo que hacen, a lo mejor, los medios, digamos, más aborregados. Y eso es fundamental y lo que ayuda a que los ciudadanos tengan confianza en la prensa, en los medios de comunicación y en los periodistas. Estoy absolutamente convencida de que con honestidad, trabajo y ganas de hacer cosas, el mundo online te da una oportunidad que antes no tenías. Y hay algo, que es muy importante y que nosotros estamos experimentando o tratando de descubrir: cuáles son los límites que para cualquier medio online presenta la interactuación con los lectores. Antes era muy complicado para ellos hacerse oír por los medios. Ahora, sin embargo, tienes una interactuación permanente. Y eso tenemos que saber aprovecharlo. Nos va a hacer pensar en algunas cosas, pero en otras cosas te empuja y te hace seguir. Porque siempre habrá un lector que te diga: “Ojo, que no vais bien por ahí”, “Cuidadito que yo tengo esta información, por qué no seguís estas pistas”. Si somos capaces de hacer lo que hemos hecho siempre, pero siendo capaces de interactuar, tendemos una parte de nuestro trabajo y tendemos las posibilidades de ir ampliando nuestras posibilidades de interactuación.

Estoy absolutamente convencida de que con honestidad, trabajo y ganas de hacer cosas, el mundo online te da una oportunidad que antes no tenías

P. Usted viene de la televisión, de la radio y también ha trabajado en las agencias. Su medida del tiempo es, por tanto, mucho más rápida y está mucho más adiestrada que, por ejemplo, la mía, que vengo del mundo de la prensa escrita. A mí particularmente me cuesta acostumbrarme a este ritmo de Internet. Yo solía tener toda la tarde para escribir, con más o menos calma, aquella información que había elaborado por la mañana. Echo de menos esa demora que podía haber antes y que te permitía…

R. La reflexión.

P. Eso es, la reflexión, aunque fuese mínima. Y a veces, pienso que escribía mejor, que trabajaba mejor con esos tiempos. Los periodistas de prensa escrita estamos cambiando el perfil a marchas forzadas para adaptarnos a los tiempos que marca el digital, ¿pero cree que podemos estar perdiendo algo por el camino?

R. Vamos a ver, hay distintos niveles. Yo vengo de las agencias y, aunque no existía el online, tenías la obligación de darlo cuanto antes. Y en la radio y en la televisión, lo mismo. Lo que estamos haciendo ahora en El Huffington Post se parece mucho más al trabajo que hacíamos en radio, televisión o agencias que al trabajo que se hacía en un medio escrito tradicional. Yo creo que para todo hay un tiempo y lo que es absurdo es pretender que de la rueda de prensa que van a dar hoy en la Diputación o en la Consejería de Cultura te enteres tres días más tarde. De eso nos vamos a enterar todos mucho antes. Primero, porque ellos mismos se van a encargar de finiquitarlo todo y darlo a conocer cuanto antes. ¿Cuál es el valor añadido que aportamos los periodistas? Que más allá de que lo que fulanito ha dicho o mengano ha contado, hay que ver qué cosas merecen la pena investigar, darle una vuelta, contrastar… Y eso siempre es labor del periodista. Los medios online tienen la oportunidad de darlo inmediatamente o de darlo con más tiempo y más masticado, dependiendo del valor que le veamos y del criterio que aportemos cada uno de nosotros. Lo que no tiene sentido es que una rueda de prensa que la van a emitir en directo en televisión o en Internet, tú la vayas a contar mejor dos días más tarde. Tendrás que buscarte la vida para que algo de lo que han dicho en una rueda de prensa, tú puedas decir… voy a ver si busco este dato o esto que ha dicho… Creo que es perfectamente compatible adoptar los distintos tiempos.

P. A la inmediatez también empujan las redes sociales. ¿Cómo es la relación de El Huffington Post con estos nuevos soportes?

R. Muy fluida, muy natural, que viene de compartir la sensación de la inmediatez con las redes sociales. Eso es muy típico de El Huffington Post. Cuando estuve en Nueva York y vi cómo trabajaban, me di cuenta de que la relación entre los periodistas y los técnicos era realmente impresionante. Tiene un denominador común a la hora de trabajar en la redacción y es que los periodistas no miran por encima del hombro a los técnicos ni estos miran por encima del hombro a los periodistas. Son conscientes de que los dos nos necesitamos para hacer llegar el producto. Yo personalmente con las redes sociales, en el caso de Twitter llevo dos años y nos soy una twittera especialmente activa pero me parece una herramienta formidable, absolutamente formidable para nosotros los periodistas. Yo la utilizo como fuente de información, siguiendo a un grupo de personas que me parece interesante por lo que cuentan, por lo que me recomiendan y porque me dan pistas de lo que están pasando, ampliando mi capacidad de visión y de llegar a muchos sitios. Y luego, la capacidad de las redes para llegar de manera masiva y su cobertura de acontecimientos es absolutamente fundamental. No son un medio de comunicación, porque no lo son, pero es una manera fantástica de enterarte de esto y aquello y de invitarte a la lectura. “No os perdáis este artículo en tal medio; ¿habéis visto este programa en la televisión?”. Eso me parece fabuloso.

La palabra que tenemos que repetir siempre los periodistas es criterio, criterio, criterio.

P. Supone un reto para el periodista porque la hemos cagado alguna vez por las redes sociales…

R. Sí, bueno, al arquitecto Óscar Niemeyer, que ha muerto hace poco, lo mataron poco antes en los rumores en los medios y lo dio prácticamente todo el planeta. Y mira lo que le pasó a Julio Anguita en televisión…

P. Sí, sí, estuvimos hablando con él de eso… De la alteración del artículo de Vicenç Navarro…

R. Es muy interesante. Que un político utilice una información obtenida en Internet que está sin contrastar para darle validez. Igual que nosotros los periodistas no podemos hacerlo, tampoco puede alguien que tenga un altavoz para hacerlo. Y eso te obliga a estar especialmente atento. Pero, chico, igual que antes te llamaba alguien a la redacción y te decía: “Oye, que ha explotado una bomba en tal sitio”, y tú no dabas crédito ni publicabas nada hasta no comprobarlo, con las redes sociales pasa un poco lo mismo. Y hay que tener un poco de sangre fría para no dejarse arrastrar por la marea. Incluso también en temas que de repente en Twitter se vuelven muy calientes y es trending topic. Tú tienes que tener el criterio suficiente para decir que tal vez ese tema es muy propio de Twitter y de redes sociales, pero sin valor informativo real. Y por tanto, no se da.

P. Es básicamente lo que se ha hecho siempre. Lo que pasa es que ahora hay muchos más canales y mucho más ruido en general y tienes que seleccionar mucho más...

R Exacto. La palabra que tenemos que repetir siempre es criterio, criterio, criterio.

P. ¿Anima a los periodistas que en junio van a terminar la carrera de Ciencias de la Información?

R. Totalmente. No lo van a tener fácil pero yo recuerdo que cuando entré en la facultad en 1982, el primer profesor que nos dio clase nos dijo que todos nosotros íbamos a ir directos a las filas del paro. O sea que… no es un momento fácil, es muy complicado, pero la información es cada día más importante y necesaria en una sociedad en la que cada vez hay más ruido. Necesitamos más profesionales que sean capaces de interpretarlo, darle forma y coherencia. Sigo pensando que es el mejor oficio del mundo y necesario para que nosotros, como ciudadanos, seamos capaces de ofrecer un criterio y ser una brújula en medio de tanta incertidumbre.

P. Cuando ve estas chapas con la leyenda Sin periodismo no hay democracia...

R. O Yo gratis no trabajo... Me parece absolutamente fundamental. Tenemos que hacer un trabajo importante y es poner en valor nuestro propio papel. Afortunadamente, creo que poco a poco lo vamos construyendo. Porque también hemos pasado una época en la que los ciudadanos nos reprochaban el haber estado próximos al poder -creo que de manera un poco injusta, aunque siempre ha habido periodistas que viven de sus migajas- pero hay que poner en valor el trabajo del periodista. Y reconocer que sin periodismo, conocemos menos, sabemos menos de lo que ocurre y, sobre todo, sabemos menos acerca de lo que los grandes poderes no quieren informar.

La información es cada día más importante y necesaria en una sociedad en la que cada vez hay más ruido. Necesitamos más profesionales que sean capaces de interpretarlo, darle forma y coherencia. Sigo pensando que el periodismo es el mejor oficio del mundo

P. Entonces, al poder le viene bien lo que está ocurriendo con el desmantelamiento de los medios de comunicación.

R. Sí, claro, al poder le viene bien cualquier... al poder, de manera genérica le viene bien que alguien no le vaya respirando en el cuello ni pisándole los talones. Absolutamente, el poder siempre va a tratar de construir un periodismo dócil que dé por buenas las versiones oficiales.

P. El periodismo no es, por tanto, una especie en extinción.

R. En absoluto. Al contrario, mas allá de la situación coyuntural que desafortunadamente existe y que es muy preocupante, creo que para nada está en peligro. Al contrario, está muy vivo.

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