Miguel Amate: “Córdoba no quiere Carnaval”
Llega puntual a la cita. Quizás un minuto después de la hora acordada. Aparece por Imágenes, una de esas calles que en Córdoba tienen identidad propia. Él es muy de Santa Marina, asegura. Aunque vive en un punto donde se confunden el barrio de los toreros con el de San Agustín y el de San Lorenzo. Habita donde el agua, junto a la fuente de la Piedra Escrita. En la taberna de la Fuenseca, sede de la Peña Flamenca Merengue, Miguel Amate Escudero (Córdoba, 1962) habla como quien escribe. O como quien canta.
En dos ocasiones anunció su retirada, pero nunca la llevó a efecto de manera plena. “De esto uno nunca se desvincula”, confiesa. Durante los últimos años, y en la sombra, ha disfrutado del Carnaval que en aquel momento necesitaba. Este 2016 ha vuelto a las tablas del Gran Teatro para ganar aquello por lo que las agrupaciones luchan desde septiembre: el primer premio. ‘Piedra Escrita’, no podía ser otro nombre, y sus nenes, como él los llama, lo han conseguido. Pero para Miguel Amate, el galardón ha sido otro.
Desde que comenzara en 1986 -aunque realmente diera sus primeros pasos en 1981 con ‘Los dandies del Carnaval’ de la mano de Pepe Martínez-, su vida ha girado en torno al Carnaval y a una fuente que, como él mismo dice, se ha convertido en su “bastón de apoyo”. Un cáncer de laringe le ha mermado la voz, pero no sus ganas de seguir siendo carnavalero. Porque siempre hay algo que contar. Una mirada y una vida que mucho saben de batallas.
Dice lo que piensa tal y como lo siente. Con respeto y elegancia. Varias veces le han ofrecido ser Pregonero del Carnaval y siempre lo ha rechazado, pero reconoce que algún día lo hará. No le gustan la hipocresía ni los homenajes y este año ha recibido uno con el Micrófono de Oro del Carnaval en reconocimiento a toda su trayectoria. La cabeza, el corazón y el alma. Con esas tres herramientas, Miguel Amate se sube al escenario.
PREGUNTA: Hoy en día son menos, pero al Carnaval todavía le pesan determinados prejuicios sociales. ¿Es una fiesta incomprendida?
RESPUESTA: Creo que no. Los que no la logramos comprender somos la gente del Carnaval. Esto es algo más que una fiesta. Es un momento para explayarte, para olvidarte de todo y reivindicar cosas. Un momento de unirte y decidir cantar sobre algo; de decirle a la alcaldesa que “esto” no lo puede hacer. Tenemos un Carnaval light y nos conformamos con sacar nuestro grupito y luchar por un premio absurdo. Y si no te llevas el primero, ya no vale nada, cuando eso no tiene nada que ver. Muchas veces, el premio no es el que te da el jurado, sino el que te da la gente. Pero hay que hacer cosas buenas para que la gente te dé ese premio y, sobre todo, que te entienda cuando cantas. Los cordobeses tendemos a cantar como hablamos, con las vocales muy abiertas, y se hacen cosas muy extrañas. Llegamos a un Carnaval absurdo porque vamos a cantar tres días, luego a los pueblos, y no damos importancia más allá de eso. Y el Carnaval tiene más importancia. No hay ninguna fiesta que pueda tener el poder de reivindicación que tiene el Carnaval. No hay nada más poderoso que el poder de la palabra y no podemos hacer que la gente de fuera comprenda el Carnaval si somos los propios carnavaleros los que no lo entendemos.
P: Por otro lado, siempre que se habla del Carnaval, todo el mundo mira a Cádiz. Aquí parece que es una fiesta minoritaria.
R: Claro, es que el Carnaval de Cádiz es la Meca de todo esto. Algunos nos hemos atrevido a medirnos allí con ellos y, al hacerlo, nos hemos dado cuenta de que no estamos tan atrás. Sólo hay que poner un poquito de empeño. Cualquier grupo que va a Cádiz se prepara para eso: de ser un grupo normalito pasa a tener una calidad, porque te la impones. Pero aquí el problema es que no te impones la calidad porque sabes contra quién compites. No nos imponemos la calidad que se merece el público que paga una entrada. Ésa es una realidad.
Tenemos un Carnaval muy light y nos conformamos con sacar nuestro grupito y luchar por un premio absurdo
P: Entonces, ¿los cordobeses no conocen el significado real de lo que es el Carnaval?
R: No lo saben porque no lo quieren. Córdoba no quiere Carnaval; es una ciudad que no es capaz de separar las churras de las merinas. La gente debería distinguir una de cosa de otra. Por ejemplo: que tú seas de una hermandad u otra no tiene nada que ver con que salgas en Carnaval. Y, a día de hoy, la gente de las hermandades son las que prohíben que su gente salga en Carnaval. Si eres costalero o nazareno y tu hermandad se entera de que sales, procuran apartarte. Yo he sido mucho de hermandades pero, al final, me he acabado yendo. Es la Iglesia quien las domina y ella no quiere Carnaval. Otro error.
P: De hecho, este año, y en el Concurso del Gran Teatro, se le ha cantado a esa lucha entre cofradías y Carnaval.
R: Claro, porque la gente lo que quiere es divertirse. Cuando Julio Anguita era el alcalde de Córdoba, la sociedad era más de izquierdas y se echaba más a la calle. En el Carnaval, ocurría lo mismo. Los grupos criticaban más. Y eso ha ido cambiando. El porqué, no lo sé, al igual que he visto a gente joven que intenta revivir a Franco sin saber ni siquiera quién era o qué hizo. Hoy en día, la juventud de Córdoba es más de patilla, engominamiento y pulserita española. Y eso conlleva que la gente desprecie el Carnaval. Si Dios quiso que el hombre tuviera la sangre roja y el corazón en la izquierda, ¿por qué vienen otros a decir lo contrario? (risas).
Al Carnaval de Córdoba le faltan aficionados que entiendan de esta fiesta
P: No obstante, el Carnaval no puede catalogarse como una fiesta de izquierdas, ¿no?
R: No, pero normalmente sí lo ha sido. Lo que pasa es que la izquierda de Córdoba tampoco entiende el Carnaval, que es el problema. Lo entiende como una fiesta donde cada uno se disfraza como quiera y lo que quiere es una orquesta, el botellón y pegar muchos saltos. Estamos en medio de una nada porque lo que le falta a esta fiesta son aficionados que entiendan de nuestro carnaval. Un ejemplo: cuando empecé a ir al Carnaval de Cádiz en el año 2000, aprendí muchísimo, como la terminología. Aquí en Córdoba se han reído de mí por decir “octavilla”, que es una octava por lo alto de un tenor. Pero si se llama así, ¿qué le hago yo? Por otro lado, el propio pasodoble tiene una estructura, al igual que una sevillana, y eso hay que respetarlo. En Córdoba hay autores que hacen pasodobles y no respetan esa estructura. Y también hay quien la hace y no sabe que la está haciendo. Aquí volvemos a lo mismo: hacen faltan aficionados que entiendan de la fiesta, que sepan cuándo una guitarra está desafinada o fuera de tono, o que vean que hay voces absurdas que no tienen por qué estar.
P: ¿Miguel Amate concibe la vida sin carnaval?
R: No, no, para mí es una necesidad. Si no escribo un pasodoble donde pueda desfogar algo que me atormenta la cabeza, ya no soy yo. El Carnaval es prácticamente mi vida porque entré con 17 años de la mano de Pepe Martínez, el que este año ha sido el Pregonero. Pero cuando tenía 37 años me paré y dije: “No puedo acabar un Carnaval y empezar a pensar en otro”. En ese momento tenía a mi alcance a Rafael Aranda, el Taleguilla, que tenía 17 años. A mi comparsa le dije que me iba porque no tenía ganas de seguir. Les dije que pondría a un director y que sería él quien se encargaría de escoger a los demás componentes. Nadie se esperaba que yo eligiera al Taleguilla y me dijeron que estaba loco, pero ésa había sido mi decisión porque Rafalín sabía de Carnaval más que cualquiera. Es un genio, un profesional. Tras esto, me desvinculé y me relajé. Ahora tenía la oportunidad de escuchar a un grupo que cantaba como los ángeles, a la vez que podía escribir. 'Corazón de plomo' fue la primera comparsa que dirigió el Taleguilla.
Somos los carnalaveros los que no logramos comprender el Carnaval
P: Para usted fue una liberación.
R: Totalmente, porque yo ya no tenía ni que competir al nivel de Cádiz ni esforzarme por hacer seis pasodobles buenos. Además, tenía sucesión en cuanto a letra de la mano de José Manuel Aranda, el hermano del Taleguilla. La música también estaba dominada por José desde 'Los Últimos Bandoleros'. Con 'La Vieja Banda' disfruté muchísimo y 'Los Argentinos' era una obra de arte, ya no en letra, sino en música. Sé que si la letra salió bien fue mérito de la música. Entre José y yo había algo extraño: él me daba la música y mis letras parecían estar hechas para ella.
P: Pero a la vez que ese momento fue una liberación, el Carnaval se convertía en su necesidad, sobre todo tras superar la enfermedad por la que ha pasado. ¿Se ve la vida de otra manera?
R: Yo pasé un cáncer de laringe y me lo tomé bien. A Pepa (su mujer) le dije: “Te pongas como te pongas, esto es lo que hay”. Pero he tenido mucha suerte porque en el momento en que me tocó ya había tratamientos que no tenían por qué quitar la garganta. Ahora apenas tengo voz, pero aquí está el tío. Pero sí es verdad que lo he pasado muy mal porque este cáncer te impide comer porque la garganta duele muchísimo. Perdí 30 kilos, aunque ya los voy recuperando (risas). Mis tres pilares han sido mi mujer de mi alma, mis palomos y el Carnaval, por supuesto. Escribir y pintar me ha ayudado mucho. Además, esto último dice la gente que le gusta mucho (risas).
P: Y tras este trance, las victorias, los sinsabores… ¿Cuál es el balance de estos 35 años de Carnaval?
R: Yo era como era y ahora soy como soy. Soy el mismo con diferente voz y, con ella, tengo que hacer como mínimo lo que hacía antes. Yo no me voy a quedar en mi casa porque no tenga voz. Por eso, ‘Piedra Escrita’ ha sido para mí un ejercicio de superación. Porque yo no tenía en mente salir ni nada. Cuando este año se fueron Rafael Rojano y los hermanos Aranda al Carnaval de Cádiz, lo que era La Comparsa de Córdoba se quedó vacía. Y yo ya me había comprometido a ayudar a un sobrino mío. Y eso me dio ganas de volver y fui llamando uno a uno. Mi intención no era ni salir tocando. A ellos sí les iba cantando para explicarles cómo quería las cosas. Pero, en el primer ensayo, me quedé sin guitarra ni punteo y ahí dije: “Pues salgo yo”. Pero yo sólo quería escribir. Sin embargo, poco a poco me di cuenta de que la comparsa estaba siendo un ejercicio de superación de mi falta de facultades. Yo digo que soy un minusválido vocal (risas) y no podía permitir que esto mermara mi afición al Carnaval. Y cuál ha sido la sorpresa cuando llego este año y la comparsa gana el primer premio. A mí, de verdad, me daba igual. Sólo pensaba en los nenes y toda su ilusión. Yo ya he ganado todos los premios que tenía que ganar. Para mí, mi premio se cumplió el 16 de enero en el ensayo general en mi peña. Ésa era mi meta.
Mis tres pilares para superar la enfermedad han sido mi mujer, mis palomos y, por supuesto, el Carnaval
P: Ya en 1999 el Taleguilla toma el relevo en la dirección y usted sigue escribiendo para La Comparsa de Córdoba, pero en 2011 decide poner también punto y final.
R: Aunque en 2011 yo dejara de escribir para la comparsa, yo seguía ahí, participando en decisiones de las que los mismos componentes me hacían partícipe. En esta comparsa siempre ha habido un cónclave de cuatro personas: el Taleguilla, José (Aranda), Manuel Ruiz y yo. Para 'Adiós mi España querida' me llamaron porque dudaban del tipo y participé en esa decisión. Hasta la última comparsa yo he dado mi opinión, pero nunca imponiendo, ni cuando era el autor, porque creo que no hay que imponer nada. Siembre he acabado participando y, aunque haya hecho letras, nunca se ha puesto que eran mías porque no he querido.
'Piedra Escrita' ha sido un ejercicio de superación
P: Y se despidió de la mejor manera que sabe, cantándolo sobre las tablas del Gran Teatro en un pasodoble de 'Los Molto Contenti'.
R: Vaya. Ese pasodoble lo escribí cuando tomé la decisión de irme y mi grupo aún no lo sabía. Un día los cité a todos y ya se lo conté. Hubo muchas lágrimas por su parte, pero les dije que las cosas eran así. Además, todo lo dejé en muy buenas manos. Que José (Aranda) se encargara de la letra fue muy positivo, porque yo tengo una forma de escribir más poética y eso en Cádiz ya ha pasado de moda. Y José es un genio.
P: Se fue pero ha vuelto. Y de qué manera: consiguiendo el primer premio, con un público satisfecho, y recibiendo el Micrófono de Oro. ¿Se esperaba una vuelta así?
R: La verdad es que no. Lo mismo que esperaba muchas cosas, no esperaba nada. Con lo que he sufrido este año ha sido con la responsabilidad de no saber lo que la gente esperaba de mí; si esperaba que ‘Piedra Escrita’ sonara a mis antiguas comparsas, algo que intenté buscar y que creo que lo he conseguido. Los hermanos Aranda y Manuel (Ruiz) no han estado conmigo, pero han estado (risas). Los altos los ha metido el Taleguilla, la música de la presentación y de los pasodobles la ha hecho José y Manuel ha metido la segunda voz. Me han faltado voces, claro, como las de Rafael Rojano y el Taleguilla, pero yo no quería eso. Quería que ‘Piedra Escrita’ sonara a mis comparsas antiguas. Sí es verdad que al grupo le he exigido mucho y los tenía locos, porque nunca terminaba de escucharlos bien y no sabían cómo cantar para agradarme a mí. Por eso, muchas veces les he pedido disculpas.
Tengo una forma de escribir más poética y eso en Cádiz ya ha pasado de moda
P: Han sufrido su carácter perfeccionista.
R: Exactamente. Y eso es muy grave. El que lo sufre sabe realmente lo que es eso. Ellos lo han pasado mal pero, al final, ha salido. Lo que más me ha sorprendido es que he visto a gente que llevaba años sin ver por el Carnaval. Además, en los dos ensayos generales que he hecho he visto a gente llorar y yo decía: “Valiente berrinche que se está cogiendo el muchacho”. ‘Piedra Escrita’ ha recordado a muchas cosas y me han llegado a decir: “Me has devuelto 30 años”. De esto tengo que dar las gracias a José (Aranda), que fue quien ideó el tipo. Me acuerdo que le dije que yo quería sacar ‘Empezar de nuevo’ y me dijo que no. Muy serio me dijo: “Tienes que sacar la 'Piedra Escrita' porque eres la fuente de la que hemos bebido todos nosotros”. Yo se lo agradecí pero me pareció muy ostentoso por mi parte y me daba vergüenza. Pero, al final, me convencieron.
P: ¿Y le dio vértigo ese momento en el que dijo: “Este año salgo”?
R: Vértigo, ninguno. Mi único problema era la voz, así que los cogí a todos y dije: “Señores, hay que cantar un tono más bajo para yo poder llegar”. Pero sí, mi miedo era si yo sería capaz de llegar y ha habido veces en las que no podía ni abrir la boca. Pero, eso sí, cuando yo cantaba en el teatro, no estaba moviendo la boca nada más. Yo eso no puedo. Yo tengo que cantar aunque sea con esta voz (risas).
P: Para Miguel Amate, ¿qué es la Piedra Escrita?
R: Todo. Donde vivo y donde nací. Podría contar tantas cosas de esa fuente…Yo le he cantado mucho. Ha sido el bastón de apoyo para escribir muchas de mis letras. Llevo cantándole desde mi primera comparsa, en 1986, y no ha habido ningún año que no lo haya hecho. La gente ya me tomaba a cachondeo. Además, sobre la comparsa también pesa la idea de José (Aranda) de que yo he sido la fuente de todos ellos, porque los he conocido desde muy pequeños. Creo que a Antonio (Ortiz), uno de ellos, fue a quien más ilusión le hizo que yo le llamara. Se volvió loco porque él, de pequeño, admiraba mi comparsa y el poder cantar conmigo era para él… Son personas que han crecido en el Carnaval alrededor de mis coplillas, pero yo no me considero fuente de nada.
P: ¿Qué ha sido lo más complicado: aunar a tres generaciones de carnavaleros o que se adapten a una dirección distinta a la que estaban acostumbrados?
R: Justamente eso último. Los dos que venían de mi comparsa sabían perfectamente lo que yo quería cuando hablaba. Los otros, no, porque el Taleguilla ha montado las comparsas de manera distinta. Quizás, más fáciles que las mías porque son de más quejío y a mí me gusta salirme y entrarme del compás. Creo que me ha faltado un mes de estar con ellos porque, al final, lo cogían todo al vuelo. Si repitiéramos, que todavía no lo sé, no sé si yo saldría. No sé.
P: ¿Por qué?
R: Porque yo no puedo privar a la comparsa de una voz si se quiere competir. Y yo la estoy mermando de voz y de guitarra porque hay chavales que la tocan bastante mejor que yo. Quizás no le pongan tanto corazón, pero sí lo hacen mejor.
P: Los hermanos Aranda han jugado un papel muy importante en ‘Piedra Escrita’ y han seguido concursando en Cádiz. Usted también pasó por el Falla, un momento de su trayectoria lleno de críticas. ¿Qué es lo que le deja todo aquello?
R: Me ha dejado un dolor guardado en la mochila. Muchos que decían ser mis amigos pero no lo eran. Y como yo las cosas las digo como las siento, ahí queda el primer pasodoble de este año. Tengo claro que, si tú presumes de ser mi amigo, antes de criticar debes informarte y preguntar o saber mi opinión. Mis nenes del año 2000 eran espectaculares: el Taleguilla, el Agüito o el Fleky. Se tiraban las horas cantando y un día me dijeron que querían ir a Cádiz y, como eran más listos que el hambre, me dejaron a mí la toma de la decisión. Primero les dije que estaban locos y que cómo íbamos a competir allí con lo fácil que lo teníamos en Córdoba porque lo dominábamos. Pero me dije: “Como no vayamos, dentro de diez años dirán que no fuimos a Cádiz porque Miguel no quiso”. Así que les dije: “¿A mí me vais a vacilar? Vámonos a Cádiz”. Y allí que fuimos con 'Los Últimos Bandoleros'. Aquel año fue terrible… Lo que a mi gente y a mí pudieron decirnos no fue normal. Aquel año recuerdo que le dije a un amigo: “Tú y yo nunca hablaremos de Carnaval” y hasta día de hoy. Y es carnavalero y aficionado, pero las cosas no son así. Él no se tenía que haber apuntado al carro de las críticas porque los nenes eran hijos de amigos míos y de amigos suyos. Y le dije que no tenía derecho a criticarlos. Ese año tuve que pelear muchas veces por defenderlos. Es lo que tocaba.
Las críticas por participar en Cádiz me han dejado un dolor guardado en la mochila
P: Pero, ¿por qué nacen esas envidias?
R: Porque es Córdoba. No hay otra razón. Y envidia, ¿por qué? ¿Por ir a Cádiz? No lo entiendo. A la misma vez que los criticaban, los admiraban. Te decían que eras un esquirol por haberte ido del Concurso de Córdoba. Pero, señores, que nosotros no somos el ombligo del mundo, que a lo que hemos ido es a representar a Córdoba. Porque lo cierto y verdad es que en los 15 años en los que hemos estado en Cádiz, han sido 15 años en los que Córdoba ha estado presente.
P: Y esa representación, ¿no ha sido alabada?
R: Creo que no. Muy poquito, aunque ahora hay gente que se apunta al carro. En mi casa tengo guardada una portada de Diario de Cádiz cuando actuó 'Los Últimos Bandoleros'. Quedamos en el puesto 13, en el corte, y ese periódico llevó a portada una foto del Falla con el titular Anoche se pareció más que nunca el Falla a la Mezquita. Titulares así los tengo guardados, como uno que decía Tango gaditano y pasodoble cordobés, pero eso no lo sabe nadie. Eso tenía que estar enmarcado en la Asociación Carnavalesca, algo que les he recriminado a quienes la llevan. En su día les dije que no tenían vergüenza. No solamente tendrían que estar orgullosos de eso, sino que todos los años, como asociación, deberían ir a Cádiz, dar la cara y vender el Carnaval de Córdoba.
P: ¿Qué papel juega la Asociación Carnavalesca de Córdoba?
R: Ninguno. Se conforma con el dinero que le da el Ayuntamiento, que le organiza el Carnaval y ya está. Pero no me refiero a ésta, sino a todas. A mí me descalificaron aquí con 'Los Argentinos' en 2006 porque nadie me quiso cambiar el día para poder cantar y cuando lo hicimos ya estábamos descalificados. Fue decisión de la Asociación. A mí me han criticado, pero yo lo he hecho con más clase. Por sacar unos aplausos, uno que creía amigo mío me llamó malnacido en un pasodoble. Esa noche, después de eso, llegué yo y canté: “Abre tu boca y derrama sobre mí todo el veneno que guardas en tus entrañas, no vaya a ser que reviente tu ego carnavalero”. Yo no me considero mejor que nadie, ni mucho menos, pero que no me saquen a barrer. Luego Pablo Castilla también se fue a Cádiz pero no lo criticaron tanto como a mí. Al Agüito lo criticaban quienes competían contra él. Pero a mí, todo el mundo. Gente de la asociación me ha llegado a decir: “Mientras yo esté aquí, no te vas a llevar un premio”. Con 'La Vieja Banda', en 2004, fuimos segundo premio pero entramos a la final siendo cuartos. Si tiramos de hemeroteca, si es que la hay, vemos que las comparsas de aquel año no llegaban a la altura de 'La Vieja Banda'. Pero las cosas son así. En 2010, con 'Los Malaventurados', ganaron los de Ronda por medio punto y el Gran Teatro les cantaba “campeones”. Eso me dolió muchísimo y no lo entendía. No se alegraban por que los otros ganaran. Se alegraban porque tú perdías. Por eso, cuando este año volví, el primer día me querían devolver todos los estropicios de todo este tiempo. En preliminares, les dije a mis nenes: “Ahí los tenéis, disfrutadlo porque es la única vez que lo vais a tener”. Algunos no me entendían. Otros, sí. Aquello fue como quien se siente culpable y le quiere devolver algo a alguien.
Por sacar unos aplausos, a mí me han dicho malnacido en el Gran Teatro
P: El peligro de esa lucha entre agrupaciones es que las letras se dediquen a alimentar esa pelea y no a reivindicar otras cosas.
R: Siempre he dicho que el Carnaval no es una carta donde tú me escribes y yo te respondo. No. El Carnaval debe ser un periódico de opinión cantado. Si yo malgasto eso en decirte que eres un tal o un cual y me respondes, ¿para qué sales entonces? Yo creo que este año he desperdiciado mis pasodobles.
P: ¿Por qué?
R: Porque le he cantado a las cinco cosas a las que tenía que cantar: a la fuente de la Piedra Escrita y a darle caña a los que me han criticado; a mis niños que se iban a Cádiz; a Pepe Martínez, aunque no estuviera en su palco aún sabiendo que yo le iba a cantar; a mi mujer; a Córdoba, y a Siria, algo muy difícil de cantar. El pasodoble a Córdoba es especial porque yo siempre le canto a esta ciudad el segundo día y en mi segundo pasodoble. En su momento yo reivindicaba que no se le cantaba a Córdoba y la gente presentaba sus letras para ganar el premio al mejor pasodoble. Yo sólo lo he ganado una vez, con 'Los Malaventurados'. Si yo considerara que esos pasodobles no son necesarios, hubiera puesto como un ropón al obispo y a todo el mundo.
El Carnaval debe ser un periódico de opinión cantado
P: Bueno, y cuando acaba el Carnaval, ¿qué?
R: Eso también hay que criticarlo. El sábado de Carnaval, la calle Montero estaba vacía, el domingo estuvo el pasacalles y este domingo, la Cabalgata. Yo no me he apuntado a hacer la calle.
P: ¿No le gusta?
R: Sí, pero a mi aire. Si quieren contratar a mi comparsa, que paguen 1.500 euros, no 140 euros. Mientras tanto, me voy a la calle y canto donde me da la gana y hago la cabalgata que yo quiero. Yo la calle no la voy a hacer como quieren que la haga tanto el Ayuntamiento como la Asociación Carnavalesca. La forma en que se hace eso se ha desvirtuado de cómo se hacía en su día. Anteriormente, todo el mundo no tenía por qué ir a la calle. Las subvenciones que les dan a los grupos, que se las den a los establecimientos para que los contraten.
P: ‘Piedra Escrita’ no estuvo en el pasacalles del pasado domingo.
R: No. Y digo más. Canté el día de la entrega de premios por no hacerle un feo a la comparsa, porque ellos querían. Córdoba es el único sitio donde se penaliza al que gana. Si a mí me pagan, sí canto. ¿Pero cantar por obligación? ¿Dónde se ha visto eso? Pero vamos, que eso ha pasado siempre. Y luego te dan un cuadro que parece una fotocopia…
P: ¿Desde la Asociación cuidan a las agrupaciones?
R: Los que la conforman tienen una manera de pensar que no la comparto y que los quiera no quiere decir que no pueda expresar lo que pienso. Pero ese premio, para un concurso oficial, no se puede dar. Por muchos 3.000 euros que haya detrás. Hay que dar un premio en condiciones.
Yo la calle no la voy a hacer como quieren que la haga tanto el Ayuntamiento como la Asociación Carnavalesca
P: ¿El regreso de Amate tiene fecha de caducidad?
R: Es posible que la tenga, pero todavía pueden pasar muchas cosas. Tengo la ilusión de que el Taleguilla vuelva y lleve la comparsa a Cádiz. Que yo no salga o no la dirija no quiere decir que no escriba. Algo haré porque de esto no me desvinculo nunca. Pero, tras ganar un primer premio, no puedes llegar al año siguiente y ofrecer lo mismo porque la gente espera más. Tienes que pensar en seguir mejorando pero a mí se me parte el alma porque, para meter a alguien, otro tiene que salir. Y, ¿a quién le digo yo que se vaya? Eso es algo muy complicado. O se pueden hacer rotaciones en cuplés o pasodobles. Además, hay que llevar una idea con fundamento y demostrarle a otras comparsas que se pueden decir cosas. Hay que pensarlo todo pero, haga lo que haga, lo haré en consenso con todos ellos. Lo que afecte al grupo lo tienen que saber todos y dar su opinión. Y eso es un laberinto. Ya veremos. Por lo pronto, vamos a disfrutar de este año.
0