María Van den Eynde: “Flora no podría existir sin Córdoba”
Desde que en 2019 asumiera la dirección general del Festival Internacional de las Flores, Flora, María Van den Eynde está detrás de todo lo que, año tras año, muestra este evento que en otoño convierte a Córdoba en la capital mundial del arte contemporáneo floral. El arte, que forma parte de su propia vida, por transmisión familiar y por su dilatada trayectoria en diversos ámbitos culturales, y que está en la esencia de Flora. Pero Flora es mucho más.
Ahora que acaba de presentar el cartel, las fechas y la temática de la séptima edición de Flora que en octubre de nuevo abrirá las puertas de las instalaciones florales, Van den Eynde charla con Cordópolis en esta entrevista de todo lo que hay detrás del festival, de cómo se llega al público que cada edición aguarda con expectación el evento y también de por dónde pasa el futuro de este festival que se ha convertido en una cita marcada en el calendario de la ciudad.
Cuenta cómo a lo largo de todo el año se prepara la edición del siguiente, cómo es el contacto con los artistas internacionales, cómo cuesta lograr el apoyo para sacarlo adelante. Habla también del mensaje que las plantas y el arte tienen, de una programación de actividades paralelas que convierta al festival en un espacio de pensamiento y avanzadilla en botánica en plena crisis climática...y de cómo todo eso es posible hacerlo en Córdoba, si Córdoba quiere. Una ciudad donde los patios y la tradición floral es su seña de identidad, y donde Flora ha llegado para dejar su huella propia en el siglo XXI.
PREGUNTA. Ahora en julio se acaba de presentar el cartel y la temática de Flora 2024. ¿Cuándo se empieza a preparar cada edición?
RESPUESTA. No se termina nunca. Es como el eterno retorno (ríe). Se empieza, mínimo con un año de antelación. Realmente, por ejemplo, yo ya sí estoy pensando en una posible décima edición, en mi cabeza, y estoy haciendo algún movimiento porque estas cosas hay que hacerlas con tiempo, pero lo mínimo que empleamos de una edición a otra es un año.
Trabajamos con artistas que son súper potentes, los artistas florales, pero también nuestra intención es mejorar cada año el programa de actividades y traer a gente también más potente, más internacional, y solo con meses no podemos cerrar esto.
En cierta manera, es un acto de fe, porque nosotros a cierre de la edición, sí que sabemos de las intenciones más o menos de los patrocinadores, pero no tenemos contratos cerrados. Entonces, nos ponemos a trabajar, pues eso, sin saber realmente cuánto patrocinio vamos a tener, qué capacidad vamos a tener al margen de la financiación de Zizai Cultura.
Los cuidadores de los patios llevan haciendo instalaciones florales toda su vida
P. ¿Cómo se consigue, qué teclas hay que tocar, para implicar a tantas instituciones, entidades y personas?
R. Pues, lo primero es un trabajo en equipo. Y, en el caso del festival ha sido mucho de escuchar a mucha gente. Cuando yo vine por primera vez a Córdoba como directora de Flora, me acuerdo que vine un día, me quedé una noche y, cuando volví a Madrid, me di cuenta de que yo no podía venir, quedarme una noche y marcharme, sino que tenía que venir aquí y quedarme prácticamente una semana en Madrid, una semana en Córdoba. Porque necesitaba conocer la ciudad, necesitaba hablar con todo el mundo y necesitaba integrarme dentro de la sociedad.
Eso me sirvió para forjar muchas relaciones, para conocer realmente a muchas cordobesas y muchos cordobeses que, a día de hoy, son súper amigos, pero también para entender un poco cómo funciona la ciudad. No es fácil, porque dentro de Flora hay muchas sensibilidades distintas, instituciones que son muy diferentes, pero también estamos todos unidos por ese amor que le tiene la sociedad y los cordobeses al festival.
P. ¿Todo el mundo quiere estar en Flora…o cuesta que colaboren?
R. Cuesta. Sí que es cierto que los grandes patrocinadores que va teniendo el festival, siguen en el festival y sí que es cierto que algunos de ellos, aparte de Zizai Cultura, liderados por el Ayuntamiento, no solo sigue patrocinando el festival sino que este año aporta más patrocinio, o Diputación que este año aporta un poco más.
No hay ningún patrocinador que una vez que ha estado en Flora luego se haya ido, porque yo creo que los cuidamos mucho, entendemos mucho lo que quiere cada patrocinador y Flora es muy fácil, en el sentido de que tú estás trabajando con flores y es un elemento vivo que a todo el mundo le gusta. Y que la manera que tenemos nosotros de trabajar dentro del festival, el festival en sí, tiene muchas maneras de que te puedas acercar, no solo como público sino como colaborador o patrocinador.
En cuanto a ciudad, tenemos estos grandes patrocinadores que, como yo digo, nos dan la gasolina, pero hay otros muchos colaboradores que aportan un granito de arena que para ellos es… Que un hotel pequeño nos dé una habitación, o que un restaurante nos dé una comida para los artistas o para el jurado, o un señor que hace una cesta de productos gourmet que se da con el premio del público, para nosotros eso es súper valioso. Porque entendemos que una empresa pequeña de aquí de Córdoba que nos da ese servicio gratis a cambio de estar en el festival, es un esfuerzo muy grande, casi más grande que el que la Junta de Andalucía ponga equis dinero.
Y tenemos que ser capaces de dar respuesta y que todos estos pequeños colaboradores estén contentos y sigan con nosotros. Para nosotros es como un regalo que nos están haciendo. Yo no conozco otro festival ahora mismo con un cartel que sea tan amplio en cuanto a patrocinadores y otros colaboradores, que el año pasado me parece que eran 94 o 96. Es algo de lo que estamos muy orgullosos, que trabajamos mucho y que esperamos que siga así.
P. Nombrabas un gesto puntual de un hotel pequeño. Siempre se dice que de la afluencia que genera Flora, los hoteles se llevan un buen beneficio, pero ¿no han dado un paso para colaborar a nivel formal?
R. No. Por un lado, nosotros tenemos mucha colaboración con hoteles que son pequeños, que son pymes. Pero por otro lado, las grandes cadenas hoteleras que tienen mucha presencia en Córdoba nos cuesta muchísimo que entren a colaborar. Es un problema muy grande que tenemos. Nosotros, entre artistas, gente del equipo, pensadores, etcétera, traemos a cien personas durante el festival a trabajar. Aparte de todo el turismo que viene que, creo que el año pasado, el momento de más turismo fue octubre y el pico de turismo internacional fue ahí también.
Entonces, Córdoba está llena, nosotros traemos a cien personas, traemos un viaje de prensa nacional e internacional bastante potente de unos 30 periodistas y nos cuesta muchísimo alojarlos. Este año es un problema porque, del presupuesto que teníamos, ahora prácticamente tenemos que pagar tres veces más. Yo no sé cuánto tiempo llevamos intentando solucionar ese tema porque nosotros pensamos que es un poco matar la gallina de los huevos de oro.
Sí, nosotros tenemos más presupuesto este año. Pero es que ese presupuesto lo tenemos que destinar al proyecto, a la producción, a que las instalaciones sean más monumentales y las actividades más interesantes. Si, de repente estamos pagando casi tres veces más en alojamiento para esta gente que viene aquí a trabajar, es que es un problema. Y no conseguimos que eso se solucione. Ya te digo que tenemos apoyos muy puntuales, pero no hay un apoyo global.
Que Flora crezca pasa por que la ciudad crezca con nosotros
P. Flora es un evento que ha conseguido un consenso político. Nació con un gobierno municipal de un color político y ha seguido con otro distinto. ¿Dónde está el secreto?
R. En este caso, a nivel personal estoy súper agradecida tanto al grupo anterior que era del PSOE como el grupo actual que es el PP que, efectivamente, haya habido esa continuidad, que haya habido un crecimiento y un apoyo y que haya ese consenso.
Creo que todo el mundo entiende que Flora realmente es un proyecto de ciudad. Yo me imagino que cuando llegó aquí Zizai en 2016, contó el proyecto y tal, me imagino las caras que pondrían en ese momento. Pero creo que con los años hemos demostrado que somos un proyecto muy blanco, que realmente estamos trabajando por la ciudad.
Yo quiero que Flora crezca muchísimo, que cada año haya más presupuesto y podamos trabajar con más tiempo y mejor. Pero creo que eso pasa por que seamos capaces de que la ciudad crezca con nosotros. Y creo que eso es algo que han entendido todos los grupos políticos y que por eso todo el mundo está de acuerdo en que Flora tiene que crecer.
P. ¿Qué aporta Córdoba a Flora?
R. Córdoba es el germen de Flora, Flora no podría existir sin Córdoba. Yo no estaba allí, pero realmente la creación, el ‘eureka’ de Zizai, fue cuando llegaron a Córdoba buscando ese hotel de la plazuela de las Flores que está ahora en obras y decidieron que querían regalarle a la ciudad un proyecto que fuera, entonces lo llamaban, los ‘Oscar’ del arte floral contemporáneo.
Este Flora que tenemos aquí no se podría hacer en ningún otro sitio. Por un lado, es un proyecto que es tan internacional que tendría sentido que estuviera en cualquier capital del mundo, en París, Londres, Nueva York…por lo internacional y lo grande que es en ese sentido. Pero, por otro lado, donde tiene todo el sentido es aquí. Porque los artistas están creando estas instalaciones específicas para patios patrimoniales, que son el marco, pero pasan también a formar parte del contenido de la propia instalación.
Lo que te puede impactar de una instalación es la flor en sí, pero también dónde está, ese clima que se crea cuando tú entras a un patio. Lo que tiene Córdoba, lo contaba Tom de Houwer, un artista que vino en 2021 y estuvo en Viana, él decía: 'Claro, yo llego aquí, hace un calor tremendo, voy por las calles y todo es silencio, casas que por fuera parece que no hay nada y, de repente te asomas y ves toda esa riqueza y entras en un vergel'. Pues, Flora responde también a eso. Yo creo que no se puede separar de Córdoba.
P. También por esa tradición que siempre se cita, de conjugar los patios con una revisión del siglo XXI de lo que es el arte con las plantas y las flores…
R. Sí. Emilio Ruiz Mateo, que es el director artístico de Flora, siempre da un argumento, que lo compro totalmente y se lo robo, y es que dice que las cuidadoras y los cuidadores de los patios llevan haciendo instalaciones florales toda su vida. Porque el patio es eso al final, es una instalación floral. Y nosotros lo que hemos hecho ha sido coger eso prestado y dar una respuesta contemporánea. Y poner de relieve todo ese patrimonio que hay en Córdoba, que para nosotros es casi sagrado, y darle la vuelta para que toda esa gente nueva que viene, con esos ojos nuevos, ese turismo diferente que nosotros queremos que venga, entienda lo que nosotros hacemos, pero entienda por qué lo estamos haciendo aquí.
P. El efecto sorpresa que causó la primera edición, la novedad, puso un listón que cada año hay que superar. La gente espera esa sorpresa. ¿Cómo se hace cada año?
R. Es muy difícil. La gestión de las expectativas, en general en la vida no solo en Flora, es muy complicada. Nosotros no tenemos eso en cuenta porque entonces estaríamos siempre estresados. Lo que nosotros hacemos es trabajar porque estemos convencidos de que vamos a hacer la mejor edición. Por una cuestión casi de orgullo personal.
Una de las cosas muy bonitas que tiene Flora a nivel interno, de equipo, es que todos trabajamos por poder estar orgullosos de lo que vamos a hacer, cada uno dentro de su parcela pero también todos a una. Es verdad, y yo lo he escuchado mil veces y te paran por la calle a decirte: ‘Es que como la instalación de Vimcorsa de la primera edición, yo no he visto nada’. Bueno, a mí me encanta, porque también lo bonito que tiene Flora es que todo el mundo tiene una opinión.
Hay gente a la que le gusta más, hay gente a la que le gusta menos, hay gente que ha habido instalaciones que no ha entendido y gente que adora y se han hecho súper fans de otras instalaciones y artistas. Y eso es lo bonito. Nosotros no tenemos una pretensión de dirigir a nadie hacia una cosa u otra. Vamos enseñando lo que a nosotros nos parece que tiene que ser el festival.
Siempre hay un temor a llegar a la masificación
P. Pero sí seguís un punto de innovación en cada edición. ¿Cómo se trabaja eso?
R. Claro, como proyecto y como equipo nos aburriríamos. Nosotros intentamos cambiar algo, innovar. Es cierto que también vamos haciendo una cosa que llamo prueba y error, y es que vamos probando actividades o contenidos, a ver qué tal funcionan. Y si vemos que funcionan, pues seguimos para adelante y, si no, no lo repetimos. Innovar es parte del día a día, es casi necesario para vivir, no solo a nivel de proyecto, tienes que ir cambiando. Si estás todo el día haciendo lo mismo, es un aburrimiento.
P. En una ciudad patrimonial como Córdoba, con tanta historia, monumentos, tradiciones… ¿Cuesta crear un evento nuevo como ha sido Flora?
R. Sí y no. En el caso de Flora, arrancó porque fue una quimera de Zizai Cultura y vino financiada. Si yo, como gestora, me voy un día al ayuntamiento de una ciudad de la que no soy y digo: ‘Hola, tengo un proyecto y necesito financiación’. Y no cuatro duros, sino para un proyecto como Flora que es bastante costoso. Pues me imagino que no solo aquí sino en cualquier lugar, es casi prácticamente imposible que salga. Porque los proyectos culturales no son necesarios para la vida, son necesarios para el espíritu. Y las corporaciones (municipales) normalmente no les dan esa prioridad o no invierten en proyectos nuevos.
Entonces, ¿es difícil? Sí. En el caso de Flora, no. Porque tuvimos la grandísima suerte de que vino gracias a Zizai Cultura. Se demostró que era un proyecto que tenía muchísima proyección y ahí es cuando empezaron a sumarse las instituciones.
P. Esta semana hemos conocido los primeros artistas confirmados para Flora 2024. ¿Cómo se realiza ese contacto con los artistas internacionales, cómo se les cuenta el proyecto y se les atrae hasta Córdoba?
R. Pues eso se hace como con un año de antelación. Emilio Ruiz Mateos, el director artístico, prepara su selección, su dream team, lo hablamos con Zizai, hacemos una selección, y empieza directamente a invitarlos.
Hemos tenido ya unos cuarenta artistas que han pasado por Flora y negativas hemos tenido muy pocas. Sí que se nos ha quedado alguna espinita de algún artista que nos ha dicho que no, no porque no le guste el festival sino porque, de repente, no quiere salir de su país, o no le gusta participar en certámenes… Pero el 98% de los artistas con los que contactamos nos dicen que sí, prácticamente en el momento.
Desde luego no porque les paguemos honorarios, porque ellos vienen al certamen y nosotros no les pagamos honorarios. Les pagamos toda la producción, los viajes y la manutención. Y yo creo que ellos vienen por, primero, el prestigio que ya tiene Flora; segundo porque pueden llevarse alguno de los premios que tenemos; y tercero, porque les damos la oportunidad de crear una obra sin restricciones, desde la libertad creativa, con unas restricciones muy básicas como son la sostenibilidad o el respeto por el patrimonio.
Ellos vienen casi a un campamento, o sea, vienen a trabajar muy duro, a conocer colegas a los que admiran y con los que nunca han podido compartir espacio, vienen con sus equipos y pasan una semana aquí en Córdoba. La mayoría de ellos no conocen la ciudad y más de uno y más de dos se vuelve sin voz a su país.
Es muy bonito, porque siendo una competición, es una competición que es muy sana. Aquí, todos los años pasa que hay un artista que va más atrasado que los demás y, cuando los demás han terminado, a lo mejor un día antes o así, esos equipos que ya han terminado de trabajar preguntan dónde hace falta echar una mano. Y no hay ninguna instalación que se quede sin terminar. A nivel de equipos, hay una competición muy sana. De hecho, en la entrega de equipos es un poco como Eurovisión, está todo el mundo con muchísima emoción, pero de una manera muy sana y muy bonita.
El objetivo es que Córdoba se transforme en otoño y sea una ciudad eminentemente botánica
P. En cuanto al público, siempre vemos las ya famosas largas colas esperando. No sé si ¿hay algún temor a la masificación, a que se pueda morir de éxito?
R. Sí, claro que lo hay. Hemos alcanzado la capacidad máxima (de público) del festival. Abrimos en horario de 11:00 a 20:00 y sabemos qué capacidad tienen los patios. Y sabemos que estamos en torno a las 200.000 visitas, que es la capacidad máxima que tiene el festival.
Este año hemos extendido un día más la exhibición. Sobre todo, lo hemos hecho porque el día de San Rafael es fiesta en Córdoba y es un día que, para nosotros, es tan importante como para todos los cordobeses y que queríamos regalarle ese día a la ciudad, para que la gente pueda venir a las instalaciones.
Sí, es algo que nos preocupa, pero no sé, vamos poco a poco, vamos viendo.
P. En la corta vida que tiene Flora, se ha incorporado un mensaje de cambio climático, de cuidado de la naturaleza. ¿Cómo se está gestionando?
R. Bueno, nosotros decimos en broma que somos como las madres, que no tiramos nada. Lo primero es que intentamos trabajar desde lo más local y luego nos vamos expandiendo. Somos súper cuidadosos con todo lo que hacemos y, cuando nos llega un proyecto, nos planteamos no solo si es realizable en cuanto a tiempo y presupuesto, sino qué puede implicar en cuanto a huella.
Está claro que no tenemos huella cero, eso es así, pero somos súper cuidadosos. A las instalaciones, nosotros le damos por lo menos tres vidas. Está la propia instalación en sí. Luego, una vez que ha terminado, hacemos una acción cuando desmontamos las instalaciones con todo ese material que era útil pero efímero, y eso no lo podíamos tirar. Entonces nos planteamos esa acción de desmontaje que llamamos ‘guerrilla floral’, en la que además trabajamos con asociaciones de chavales en riesgo de exclusión, y ahí llevamos todo el material vegetal y parte de las estructuras que sabemos que no vamos a reutilizar. Sí que reutilizamos estructuras de una edición a otra, pero no se nota. Lo que vemos que no se va a poder reutilizar, o lo devolvemos al proveedor o lo ponemos en la ‘guerrilla floral’.
Y la tercera vida que le damos al material de la edición es cuando hemos terminado estas instalaciones súper efímeras con los chavales, hacemos un llamamiento a la gente de la ciudad para que se lo lleve a casa. Yo he estado en casa de gente que tiene todavía trigo y lavanda de la edición de 2019 de Mary Lennox. Y no me puede hacer más ilusión. Y bueno, seguimos trabajando todos los años viendo de qué manera podemos mejorar en se sentido, y en todos.
P. Justo cuando impactan más los mensajes sobre el cambio climático, podéis ser, de alguna manera, un espejo o que pedagógicamente Flora sea un ejemplo para concienciar.
R. Claro, en ese sentido, sí. Y luego es cierto que otra cosa que queremos hacer y mostrarle a la ciudad es estas nuevas maneras de pensar la naturaleza. Lo hicimos el año pasado con la temática que trajimos de inteligencia vegetal y este año con la temática que traemos que es multiespecie, que de lo que habla es que, una vez superada la etapa del Antropoceno en la que las personas nos sentíamos en el centro de todo, pues bueno, hay que empezar a reflexionar y plantearse que somos una sociedad formada por especies múltiples: especies animales, especies vegetales, microorganismos y, por qué no de repente, especies alienígenas que un día puedan aparecer en la Tierra. Y que solo entendiendo que debemos cooperar todos, podremos prosperar y no extinguirnos.
P. De hecho habéis incorporado la ciencia, la investigación, como parte del programa paralelo de actividades del festival. ¿Qué objetivo busca este programa?
R. Tiene varios objetivos. Por un lado, las instalaciones son nuestro escaparate, es lo fácil, lo que va a hacer que venga la gente a vernos y que Flora se conozca en todo el mundo; pero realmente eso tú lo puedes ver en pocas horas y te vuelves. Nosotros queríamos, como hacen los festivales, empezar a meter otro tipo de contenido que hace que tú mires el programa y digas: ‘Pues me voy a quedar tres días porque mañana hay esto, pasado esto y tal’. Uno de los objetivos del programa de actividades es que la gente venga y se quede en el festival.
También que nosotros podamos programar actividades site specific -hechas para un lugar concreto-, al igual que lo son nuestras instalaciones, de otras cosas, de pensadores, de artistas, que de repente no son conocidos a nivel local e incluso nacional y podamos programar actividades más o menos locas que de alguna manera dejen un poso más allá a la gente que hay en la ciudad.
Una de las cosas más bonitas que tiene Flora, para mí es este programa de actividades paralelas que lo arrancamos en 2019 cuando yo me incorporé, y que ha ido creciendo. Desde hace un par de años además hay un programa que llamamos Programa Off, que es gente de Córdoba que quiere hacer cosas dentro de Flora. Son actividades autogestionadas, es súper amplio, lo único que tienen que hacer es programar sobre botánica durante los doce días que dura Flora. Para nosotros, eso es dejar ese poso y dejar huella en la ciudad. Nuestro objetivo es que Córdoba se transforme durante el otoño y que sea una ciudad eminentemente botánica. Porque eso, para nosotros es muy bueno como festival, pero yo creo que para la ciudad también.
Que tenga todo ese contenido en torno a la botánica va a hacer también que la ciudad prospere a través de una temática que no es la típica. ¿Cuántas ciudades hay ahora mismo en España que se puedan posicionar como ciudades en las que haya pensamiento botánico? No hay ninguna. Muchas ciudades quieren ser ciudades de cine, de la literatura…pero ninguna que vaya por la botánica.
Todo el mundo entiende que Flora es un proyecto de ciudad
P. ¿Habéis comprobado que Flora consigue llegar a todo tipo de público, que es transversal, por sus instalaciones, por sus actividades?
R. A ver, comprobar no sé si es el verbo. Lo vemos, sí, nosotros sí que vemos que es un festival bastante transversal. Primero, trabajar con flores es algo muy fácil en el sentido de que a todo el mundo le gustan las flores. Entonces, Flora tiene una lectura muy sencilla de primeras, porque tú estás viendo una explosión de color, de olor, de texturas y de luces. Y luego, si estás interesado en el arte contemporáneo, pues puedes profundizar un poco más y ver qué ha querido decir el artista, ver su trayectoria o qué otras cosas se están haciendo en Flora.
Creo que sí que es un festival que tiene varias lecturas, pero la primera que tiene es mucho más fácil que otros festivales relacionados con el arte contemporáneo. En ese sentido, nosotros vemos gente de todo tipo. Vienen autobuses de personas mayores de pueblos de la provincia, viene gente del mundo de la cultura de Madrid, el otro día nos ha escrito una artista coreana maravillosa que quiere venir al festival, todos los años tenemos gente súper top dentro del mundo de la cultura que quiere venir a ver Flora con su lectura propia. Pero sí, Flora tiene eso de que, al trabajar con flores, a todo el mundo le gusta.
P. En los encuentros con los artistas y el público, ¿cómo es ese feed back que notan ellos y vosotros como organización?
R. La peculiaridad que tienen los encuentros de Flora es que lo que nosotros hacemos es tirarle la caña a los artistas para que hagan lo que siempre han querido hacer. Intentamos evitar que sea una conferencia, una conversación; intentamos evitar lo típico. Y lo que les proponemos es: Salte de tu zona de confort y ¿qué es lo que siempre has querido hacer?
Hay algunos que se dejan más que otros, hay alguno que a lo mejor es más tímido y dice: No, no, yo me pongo aquí mi presentación y cuento mi trabajo y ya. Los que se lo pasan mejor son los segundos, los que van más allá y se dejan llevar por sus pasiones y por su imaginación. Y se lo pasan súper bien. El año pasado, por ejemplo, que tuvimos a Harriet Parry y estaba lloviendo a cántaros, estuvo en el Zoco haciendo guirnaldas con varios grupos de personas mayores de centros de día y fue súper bonito y súper divertido. O Maurice Harris hace dos años que hizo una meditación en el Hammam, un baño de sonido con cuencos tibetanos. O sea, una cosa loquísima: un artista floral de San Francisco (EEUU) haciendo una meditación con cuencos tibetanos en un hammam de Córdoba. Y se lo pasó pipa y la gente se lo pasa muy bien.
A nosotros nos encanta que, cuanto más fuera de lo convencional estén las actividades, cuanto más además los artistas impliquen a la gente de la ciudad y quieran interaccionar, más nos gusta a nosotros las actividades y mejor se lo pasan ellos. Porque al final se van de aquí con lágrimas en los ojos porque han hecho una familia cordobesa.
P. Flora siempre se la juega con la climatología.
R. Sí (suspira)
P. Hemos visto años con lluvia, con viento y demás, pero ahí se mantiene. ¿Cómo trabajáis con la previsión meteorológica? ¿O da igual? Porque hemos visto que ya ha pasado un poco de todo.
R. Yo toco madera, porque el año pasado ya fue loquísimo. Todas las instalaciones y actividades que llevamos a cabo tienen un plan B, un plan de lluvia que llamamos. Una semana antes empiezas a saber si va a ser una lluvia normal, que nos viene bien, o de repente va a ser un huracán, como el año pasado. Y en ese caso, estamos mirando por una aplicación de surferos las rachas de viento cuánto suben.
Y lo único que nos queda cuando es tan terrible como el año pasado, solo nos queda esperar a que pase y hacer siempre control de daños. El año pasado fue bastante duro, la verdad, pero dentro de todo, no tuvimos que cancelar ninguna actividad. Lo único que nos ocurrió es que tuvimos que abrir más tarde el viernes porque no se podía trabajar el jueves y los artistas necesitaban terminar. Pero, bueno, estamos acostumbrados.
Todo el mundo entiende que Flora es un proyecto de ciudad
P. ¿Cuántas personas son necesarias para que salga adelante una edición de Flora?
R. Pues entre 250 y 300 personas durante el festival, entre los artistas que vienen con sus equipos de cada parte del mundo, los equipos que tenemos aquí, todos los proveedores con los que trabajamos que son ‘familia Flora’ como digo yo y que se implican y se dejan la piel, los auxiliares… Pues eso, 250 o 300 personas.
P. De hecho, abrís una convocatoria para asistentes artísticos. ¿Está reconocido su trabajo?
R. Sí, sí. Está muy reconocida su labor. Cada año buscamos perfiles diferentes porque los perfiles que buscamos dependen de la instalación que va a realizar el artista. Es decir, si por ejemplo una parte de la instalación es tela, vamos a buscar un asistente que sepa coser por si hay algún tipo de problema.
Los asistentes que tenemos en Flora tienen su alta y su baja de la Seguridad Social, su contrato laboral de 40 horas semanales, trabajan durante toda la semana. Viene mucha gente de fuera y trabajamos también con mucha gente de aquí de Córdoba. Hay asistentes que han estado en tres o cuatro ediciones, si es gente potente y encaja, hace match con el trabajo que vaya a desarrollar el artista, pues nos gusta volver a tenerlos.
P. Flora ya lleva seis años, se dirige a la séptima edición este año. Se dice que ya se ha consolidado. Pero, ¿ahora qué? Hay, por ejemplo, un aumento de presupuesto municipal, para emplearlo en el futuro ¿en qué?
R. ¿Ahora qué? Es una buena pregunta. Nosotros tenemos una idea de hacia dónde queremos ir, sobre todo lo que queremos ahondar en que el festival sea útil a la ciudad. Queremos seguir trabajando con gente de cuánto más lejos mejor y traer aquí toda esa mezcla y queremos seguir potenciando cada vez más la generación de talento nuevo.
Nosotros decimos que, al igual que traemos al mejor talento a Córdoba, queremos generar el mejor talento posible aquí. Por eso de hecho tenemos esa convocatoria que es Patio Talento, que pone a un artista novel a la altura de los grandes internacionales. Pues esas son las líneas: el proyecto de ciudad, la generación de talento y la atracción de talento, y la mejora de Córdoba a través del festival, son nuestras líneas maestras. Nuestra estrategia a futuro va por ahí.
El consenso político ha permitido la continuidad y el crecimiento del festival
P. Decías que ya visibilizabas llegar a una décima edición de Flora.
R. Bueno, sí. A ver, no hay certezas, y menos en cultura. Y menos cuando tienes un proyecto que depende de que se conjuguen tantos patrocinadores. Pero sí, a lo mejor uno de los objetivos más próximos es la décima edición. Ya te digo que es algo que yo, en mi cabeza, he empezado a pensar, que Emilio -el director artístico-, también tiene en su cabeza, pero de la que no aterrizamos nada todavía. Pero sí es algo que queremos preparar con tiempo.
P. ¿Y cuáles dirías que son los puntos flacos del festival?
R. Bueno, a nivel interno, ocurre una cosa y es que Flora es un proyecto bastante complicado porque siempre es un proyecto diferente. Cuando has hecho una edición de este festival no dices: 'Ah bueno, ya lo he hecho y ya sé cómo es todos los años'. No, empezando porque las obras son distintas, los artistas son distintos, y el tamaño del festival es distinto. Eso es complicado de gestionar.
A nivel de patrocinio, aunque es cierto que este año hay patrocinadores que han subido su aportación y es cierto que estamos mucho mejor en ese sentido que el año pasado, no estamos donde queremos estar. La idea de festival que tenemos nosotros en nuestra cabeza es una cosa mucho más loca y mucho más grande.
Pero, bueno, iremos poco a poco.
P. Reto de futuro ¿no?
R. Sí.
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