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López del Espino: “Si hubiera nacido en Barcelona es probable que me hubiera dedicado a la escultura, pero no a la imaginería”

Entrevista a Francisco Javier López del Espino

Francisco Javier López del Espino (Córdoba, 1985) es una de las figuras con mayor proyección del panorama escultórico español. Lucentino de nacimiento, comenzó su carrera artística realizando imágenes religiosas desde donde ha ido adentrándose y expandiéndose en el campo de la escultura contemporánea a través del estudio, la reflexión, el esfuerzo y las ganas de querer utilizar distintas narrativas a la hora de expresarse como artista. No se considera artista, pero hay mucho arte en todo lo que realiza. Domina todas las técnicas necesarias para la realización de esculturas, desde imágenes de museo, galerías de arte, imaginería o esculturas monumentales hasta esculturas de corte impresionista. Además, su completo conocimiento de la anatomía humana y del estudio de proporciones le permiten esculpir imágenes con un gran equilibrio visual y una calidad más que notable. 

La constancia y el trabajo son sus grandes armas, además del estudio de los grandes maestros clásicos y los más vanguardistas o los maestros expresionistas y futuristas, a los que debe la comprensión de la esencia del lenguaje plástico. Esto le abrió las puertas del entendimiento artístico de la abstracción y la geometría. Además, su obra contemporánea ha estado expuesta en ciudades como Barcelona, Madrid, París, Mónaco o Zúrich, trabajando para gran parte del territorio español. En la actualidad está realizando proyectos para California (Estados Unidos), República Dominica y México. De sus manos han salido muchas imágenes de cristo y de la virgen, pero también representaciones de personas tan diferentes como Juan Carlos Aragón, el jeque Zayed bin Sultán Al Nahayan o la Madre Teresa de Calcuta.

Entre sus mayores logros o reconocimientos destaca la concesión por el Ministerio de Cultura de la República de Francia, a través de la Academia artes ciencias y letras de París, la medalla de plata al mérito de las bellas artes que le fue entregada en París en junio de 2016 por el Presidente de la República. Además, tiene el honor de ser Consejero de Número del Real Instituto de Estudios Históricos Políticos de Ciencias y Artes Alfonso XIII y Miembro adscrito del Consejo General de las Reales Academias e Institutos de España. En plena semana de pasión, a pocos días del Domingo de Ramos, López del Espino atiende a CORDÓPOLIS en su céntrico taller situado en la calle Julio Romero de Torres, en Lucena. Nos recibe trabajando en una de sus últimas obras, la imagen de un Herodes que tiene previsto entregar antes de Semana Santa.

PREGUNTA. ¿Cómo te definirías en pocas palabras?

RESPUESTA. Me defino como una persona trabajadora, luchadora. Me ilusiona mucho el poder desarrollarme artísticamente durante los años que me queden. Sobre todo, trabajadora. Intento ser buena persona y dejar una huella buena por donde vaya pasando.

P. ¿En qué fase del proceso de ejecución de una obra te sientes más cómodo?

R. Cómodo como tal me siento en la parte del modelado porque es cuando se está creando, cuando se empieza desde cero, y esa situación, aparte de cómoda, para mí es la más bonita porque es cuando más creativo me creo. Luego son ya fases técnicas como la talla, la policromía, que vienen a sumar cada vez más en la imagen, pero el momento primitivo de empezar con una bola de barro y convertirlo en una persona que transmita, que tenga unción… Para mí, a parte del más cómodo es el más bonito, porque es la libertad propiamente dicha.

En la imaginería tienes que seguir unos patrones establecidos desde el barroco mientras que la escultura civil o contemporánea te da la libertad

P. Entonces, ¿el barro es en sí la parte más bonita del proceso de ejecución de una obra, más allá de que luego en la madera le tengas que dar unos detalles o retoques finales?

R. Claro. Para mí sí. Luego, es verdad que la madera tiene su importancia. Por ejemplo, ahora he terminado una virgen para Gandía, la virgen de la Preciosísima Sangre, que en el barro ya se veía bonito, la virgen se ve bonita, pero yo por ejemplo en la boca, en las comisuras, he mejorado ciertos aspectos que se habían quedado atrás en el barro. Entonces, también tiene su importancia. También, obviamente, la policromía es muy importante porque es darle vida. Una mala policromía se puede cargar una buena talla y una buena policromía puede mejorar una talla mediocre. La policromía es muy importante también.

P. ¿Qué es más complicado una obra civil o una obra religiosa?

R. Hacerlo bien, tanto en lo civil como en lo religioso, es difícil. Es verdad que en la imaginería tienes que seguir unos patrones establecidos desde el barroco, y la escultura civil o contemporánea te da la libertad. Puede ser más fácil porque puedes hacer realmente lo que te dé la gana. En imaginería sí hay que seguir esos patrones y estás condicionado. La escultura como madre, digamos, no como la rama de la imaginería, es la libertad.

P. ¿Tiene cabida el arte contemporáneo en la Semana Santa actual?

R. Yo, que trabajo el arte contemporáneo, creo que no. Y a parte, creo que hay que cuidar mucho esas pequeñas dosis de clasicismo en la imaginería. Al final, es un movimiento cultural -más allá de lo religioso- que hay que mantener. Entonces, desnaturalizar la imaginería añadiendo aspectos contemporáneos yo, como escultor imaginero no lo entendería ni tampoco lo veo lógico.

P. Antes me comentabas que cuando haces obra civil, fuera del ámbito religioso, es cuando te sientes más pleno porque es cuando tienes más libertad para no estar encasillado en unos patrones. ¿Cuáles son las diferencias de un tipo de escultura de la de otra?

R. Cuando afrontamos una imagen religiosa hay que tirar de los evangelios en un primer momento, o al menos a mí me gusta hacerlo de esa manera. Después, hay que ver lo que han hecho otros imagineros sobre esa representación. Por ejemplo, en la representación del Ecce-Homo (en ese momento se apoya en una imagen de estas características que está realizando en su taller) tienes que ver como se ha hecho. Ves y estudias mucho y luego tienes que olvidarte de todo lo que has visto porque tampoco quieres parecerte a nadie. Tampoco quieres que tu obra se parezca a esa o a la de José de Arce de tal siglo. No. Esa es la manera de afrontar la parte de imaginería.

En la parte de obra contemporánea se me puede ocurrir una idea por la noche, vengo al taller y la plasmo. No tiene nada que ver. Es la libertad en absoluto, porque se me ocurre una idea, tengo previsto hacerla de esta manera de modelar, empiezo a probar cosas, efectos, colores. Yo he tenido obras que se me han ocurrido por la noche, las he modelado por la mañana, por la tarde las he publicado en Instagram (su perfil oficial en esta red social cuenta con más de 100.000 seguidores) y a las dos horas estaba vendida en México. Son otros procesos y tan bonito es una cosa como otra. No podría estar haciendo sólo cristos y vírgenes todo el rato, pero tampoco podría estar toda mi vida sin volver a hacer un cristo o una virgen. Me gustan todas las vertientes. La monumental también. Ahora, de hecho, estamos haciendo cosas monumentales. Me apetece mucho. Es otra faceta más de la escultura.

Desnaturalizar la imaginería añadiendo aspectos contemporáneos no lo entendería ni lo veo lógico

P. Tu formación fue en Córdoba.

R. Sí, así es.

P. ¿Con qué artistas estuviste trabajando antes de empezar por separado?

R. Yo, en un primer momento, me voy a Córdoba con 17 años a estudiar el ciclo medio de talla en madera en la escuela arte Mateo Inurria. Después estuve en la escuela de arte Dionisio Ortiz, donde comencé el ciclo superior de escultura que no terminé, por cierto (ríe). Y luego ya estuve en la escuela taller de la Merced, en la Diputación, donde pasé dos años y donde junto a otro compañero fuimos quienes terminamos de dorar el retablo, ya que como sabéis el retablo de la iglesia de la Merced se quemó en el año 1978 y después, con la escuela taller, se fue realizando uno nuevo. Allí fue donde aprendí a dorar y tanto aprendí que como te he dicho anteriormente acabé de dorar el propio retablo.

Luego, con imagineros de Córdoba también he aprendido mucho y con gente de aquí de Lucena que no eran imagineros, pero sí eran artistas que dominaban la talla. Donde más se aprende es en el taller, solo, a base de palos. Cuando tienes un problema y no sabes cómo resolverlo. Cuanta gente vemos salir de los talleres que después se diluye con los años. Lo importante no es ya estar en un taller, lo importante es tener la capacidad y la valentía de poder desarrollar tu carrera, tu propio camino sin parecerte al maestro, que para mí es muy importante también. Cuanta gente vemos también que sale de los talleres y lo que hace se parece al maestro. Creo que hay que tener un lenguaje propio.

P. Un lenguaje, imagino, que se irá adquiriendo con los años.

R. Se va adquiriendo con los años, con el estudio. Esas personas que tengo en mi imaginación ahora mismo pensarán también que estudian. No sé. Yo creo que va también en la persona. ¿Cuántos toreros hay que quieren llegar y no llegan? Antes no te lo he dicho, pero artista no me considero. Sí me considero muy trabajador, eso sí. Artista sí, también. Ahora, ¿se puede hacer mejor? Obviamente. Te lo digo yo, tú hazme caso a mi (ríe). Eso también es lo bonito, tener la ilusión de mejorar, de hacer otras cosas y de poder desarrollarte como artista. Pero sí, trabajar sí es verdad que trabajo y me esfuerzo mucho. Yo conocí a gente cuando estuve en la escuela de arte que tenían más condiciones artísticas que yo y luego, por h o por b, se han ido quedando atrás. La vida te va llevando por unos caminos y yo lo único que puedo decir es que tengo mucho trabajo y que las cosas me van muy bien. Tengo muchas cosas que decir todavía en la imaginería, en lo monumental y en lo contemporáneo.

P. Haciendo un poco de balance sobre tus obras, ¿dónde crees que valoran más tu trabajo, en España o fuera de aquí?

R. Creo que en los sitios donde he llegado se me ha valorado por igual. No sé. Yo el otro día estuve en la bendición de la virgen en Gandía y estaba la iglesia llena, la gente que saludé no paraba de darme la enhorabuena, nos echábamos fotos. La acogida fue tremenda. Fuera de España, en algunos lugares, también hemos tenido ese calor de la gente. Te digo sólo algunos lugares porque el mundo es muy grande y sólo tengo 37 años, pero los lugares en los que hemos estado la aceptación y la valoración que hacen hacia mi persona, y el sitio que me dan, es muy importante. Luego, por ejemplo, también hay otra manera de ver esto en las redes sociales, ya que por ejemplo es curioso que dentro de los seguidores que tengo en Instagram el país desde donde más me siguen es en Brasil. Fíjate que curioso. España creo que es el tercer país del que más seguidores tengo. Son distintas formas de verlo.

Lo importante es tener la capacidad y la valentía de poder desarrollar tu carrera, tu propio camino sin parecerte al maestro

P. Has pasado de trabajar para el Vaticano a trabajar, por ejemplo, para Abu Dabi. ¿Cómo se asimila y se procesa todo eso?

R. Pues mira, ¿sabes qué pasa? Que como ya he hecho tantas veces el cambio de estar modelando una obra religiosa y después pasarme a una obra que no tiene nada que ver con lo religioso, te acabas acostumbrando. Cuando modelas una obra como esta (en ese momento muestra en su teléfono móvil la imagen de una escultura contemporánea, a la que denomina como “un navegante” y que modeló de una forma muy rápida) y de ahí pasas a modelar la cara de una Virgen, es un cambio muy brusco. De hecho, después de modelar este (de nuevo hace referencia al navegante), que además fue en plena pandemia, modelé la virgen de Gandía que te he comentado antes y que presentamos el otro día. Pasar de algo que es casi tirar el barro a esto que es todo ya medidito (sostiene en sus manos el busto en barro de la Virgen de la Preciosísima Sangre, de Gandía) con las comisuras de los labios, las aletas de la nariz. No es fácil.

Al principio me volvía medio loco porque claro, ves esto y dices joder, es aquí no se ve nada, pero sin embargo sí se ve la expresión del tío. Pasar de un sitio a otro es complicado pero claro, cuando trabajo para el Vaticano es un encargo que se hace. Luego también me llaman mucho para hacer retratos escultóricos. Lo de Abu Dabi llegó porque le hablaron de mi trabajo y se pusieron en contacto conmigo, nos reunimos en Barcelona y lo cerramos todo. Les dijeron que era buen retratista. Creo que se me da bien el retrato y me gusta mucho el retrato, a pesar de que es muy difícil. Yo hago un cristo y puede ser lo que yo quiera, porque las facciones se las doy yo. El ojo, la vista…

P. Siguiendo esos cánones que me decías antes.

R. Exactamente. La barba más corta, la boca más ancha… en fin, lo que quiera. Sin embargo, una obra como ejemplo la de la Madre Teresa de Calcuta (señala un busto que se sitúa en una las estanterías del taller) tiene que ser como era en la realidad sí o sí. No vale que sea la prima de la Madre Teresa de Calcuta. Son personas súper conocidas que todos tenemos en el imaginario colectivo y entonces, en ese sentido, el retrato me gusta mucho. Volviendo a lo de Abu Dabi ellos me contrataron para hacer el retrato del jeque Zayed bin Sultán Al Nahayan y la verdad es que están muy contentos. Al final, a mí me da igual que sea jeque o sea mi vecino, lo que quiero es hacerlo bien y clavado. De hecho, ahora justo cuando pase Semana Santa tengo que ponerme con dos retratos, uno para aquí para Lucena y otro para Almería. En cada encargo yo intento centrarme en lo que tengo.

P. Hablando de retratos, hace unos años en Lucena se hizo una exposición en homenaje al poeta y músico gaditano Juan Carlos Aragón, tristemente desaparecido. Para la ocasión, realizaste un busto suyo. ¿Cómo fue aquello?

R. Eso fue muy gracioso (ríe). Arcángel Bedmar, aparte de ser cronista de Lucena y profesor de historia, era muy amigo de Juan Carlos Aragón y en una de las veces que coincidimos conectamos muy bien. Yo soy aficionado al carnaval desde finales de los noventa y por coincidencias soy más de Juan Carlos Aragón que de otros autores, sobre todo de comparsas. La obra de Juan Carlos me gusta mucho, las cosas que dice y cómo las dice, además de esa valentía que tenía a la hora de ser claro en su mensaje. Recuerdo un día que estábamos comiendo juntos y le dije que “Los Ángeles Caídos” era una de las comparsas que más me gustan y él me decía que a una persona como yo como le iba a gusta algo así (ríe). Al final, con dos copas de más y charlando, le propuse que se viniera un día por el taller para que le hiciera un retrato. Aceptó, vino por aquí y estuvo posándome. Nos reímos mucho porque al verse así, entre tanto cristo y virgen pues… (ríe).

Después, una vez que lamentablemente falleció, surgió la posibilidad de hacerle un monumento en Cádiz, porque, aunque se han hecho más esculturas yo particularmente creo que ese retrato que le hice está bastante bien. Además, es el único que tiene hecho Juan Carlos Aragón en vida, con las medidas reales y todas las medidas que me hacen falta a mí para modelar. De hecho, creo recordar que el busto está firmado por detrás por él. Fue una historia muy bonita. Después, el año de “Los Peregrinos” estuvimos entre bambalinas en el Gran Teatro Falla de Cádiz. Son momentos muy bonitos que te regala este trabajo.

P. Otra de tus grandes pasiones es el flamenco. Un arte que también se basa mucho en la inspiración. ¿Qué tiene en común con tu trabajo?

R. Al final, cuando he coincidido con artistas flamencos como Miguel Poveda, Estrella Morente, Vicente Amigo, Dorantes… ves que el flamenco nace de la verdad del alma y eso es algo que en mis obras también se refleja, nacen de la verdad de mi alma. Cuando Vicente Amigo está creando con la guitarra y se está peleando con la guitarra y hay cosas que no le salen bien… se va a su casa amargado. No da con la tecla. A mí me pasa igual. Hay veces que estoy modelando, me voy a casa por la noche muy contento con el resultado y cuando llego al otro día no me gusta nada de lo que hice el día anterior. Ahí tienes un problema donde no sabes si fiarte de ese tú por la mañana del día siguiente o de ese tú de la noche anterior. Ya no sabes dónde está la verdad, si en lo de ahora o en lo de anoche. Muchas veces me suelo guiar por la primera impresión, que es la que vale, y cuando empiezo algo lo dejo tapado durante varios días sin verlo, para que respire un poco la mente. En el flamenco y la composición pasa algo muy parecido. A mí, artistas como Camarón o Paco de Lucía me inspiran mucho. Sobre todo, a Paco lo he escuchado mucho.

El flamenco nace de la verdad del alma y eso es algo que en mis obras también se refleja, nacen de la verdad de mi alma

P. Cuando haces una obra, ¿dónde encuentras la inspiración?

R. La inspiración la encuentro en otras facetas artísticas que nada tienen que ver con la imaginería. Por ejemplo, la pintura la estudio mucho, el teatro, la música me inspira mucho también. Ver una película. Hay muchos momentos durante los días y durante las semanas que ves ciertas cosas que se te van almacenando en la mente y en el alma y que después te permiten, a través de la escultura, poder desarrollarlas. Pero, inspirarme como tal, en un primer momento cuando afronto una obra leo los evangelios, intento documentarme, pero después, un movimiento del cuerpo, de la rodilla, del torso, eso puede venir de muchos sitios distintos.

P. ¿Hay que ser creyente para hacer una imagen religiosa?

R. Hay que ser creyente, claro que sí. Yo pienso que sí. Yo soy creyente, creo en Dios, en su hijo y en la madre de Dios, porque creo que para decir las cosas que queremos decir con imaginería hay que hacerlo desde la verdad, y hay que hacerlo desde el sentimiento de creer uno en lo que está haciendo. Si yo no creo en lo que estoy haciendo, para mí se quedaría vacío. Yo quiero que transmita, que tenga unción y que llame a la devoción. Por eso, entonces, creo que sí.

P. ¿Hablas con tus obras?

R. Yo hablo de una manera introspectiva. Quiero decir, cuando estoy modelando una imagen no hablo con ella literalmente, todavía no he llegado a ese punto, pero sí hay una comunicación. Cuando veo obras que he realizado en determinados momentos de mi vida, buenos o malos, en esas obras creo que hay un fiel reflejo de lo que vivía en el instante donde fueron creadas. De hecho, las veo y todavía me recuerdan a esos momentos. Sí hay una comunicación, pero hablar como tal no.

P. ¿De tus primeras obras cambiarías algo ahora?

R. Esa es la pregunta estrella (ríe). Pues fíjate, este no está terminado (señala a la figura del Ecce-Homo que está en proceso de talla) y ya le cambiaría cosas. Al Pilatos que he realizado para la hermandad de la Presentación al Pueblo de Cañero, de Córdoba, ya le cambiaría cosas. Hay muy pocas obras que yo no tocaría hoy. Muy pocas obras. Con el tiempo te das cuenta de muchas cosas y dices joder, como pude hacer eso. Y yo creía que aquello estaba bien (ríe), pero gracias a Dios evolucionas como artista y creo que en esto hay que tener un espíritu crítico para poder crecer.

Contento contento estoy con muy pocas obras. Siempre se te quedan cosas atrás que dices en el próximo encargo intento corregirlas. Cuando Miguel Ángel talló, por ejemplo, “El David” o Bernini el “Éxtasis de Santa Teresa” no creo que ellos pensaran que aquello les había salido perfecto. No. Seguro que ellos pensaban que aquello estaba bien pero que había partes en las que les faltaba algo. Seguro. El artista genial no creo que piense que es el mejor. Todo nace a partir de eso, de las equivocaciones que te van ayudando a crecer.

Hay que ser creyente para hacer una imagen religiosa. Si yo no creo en lo que estoy haciendo, para mí se quedaría vacío

P. En tu obra, desde unos años hacia acá, se nota un salto más. Algo diferencial con lo anterior. ¿Cómo llegas a eso?

R. A eso llego a través de una crisis personal que se produce entre finales de 2014 y principios de 2015. Hay un cambio en mi vida muy importante y lo que hago es refugiarme en el trabajo, en estudiar, y ahí es donde empieza a crecer un nuevo López del Espino. Ahora, con los años, antes de ese punto de inflexión en mi obra veía como una cuesta abajo. Veía que cada vez todo iba a peor. Sin embargo, pasó aquello y hubo un cambio. Me lo ha dicho mucha gente y es lógico que tú me lo digas, y a partir de ahí he ido subiendo. Cada día me encuentro más seguro y creo que se pueden hacer las cosas todavía mejor. Muchas veces Dios escribe recto con renglones torcidos. Si todo hubiera ido bien pues a lo mejor hoy hubiera estado trabajando en otro sitio y mi profesión la tendría a lo mejor como hobby. La vida no sabes por donde te va a llevar. Si hubiera sido buen estudiante seguramente hubiera hecho arquitectura. Por eso, lo mejor para mí, es no haber sido un buen estudiante porque el camino me ha llevado por otro lado. Después de mi familia y mis hijos, lo mejor que me ha pasado en la vida es encontrarme con esta profesión. Un día, con 12 o 13 años, veo un video de Luis Álvarez Duarte tallando el Cautivo del Polígono de San Pablo, de Sevilla, y ahí decidí que quería dedicarme a esto. Me podía haber quedado con un proyecto laboral de mis padres y sin embargo decidí jugármela.

P. ¿Con esto se nace o hay que tener un don?

R. Aquí hay quien tiene don y quién no. Yo esto lo extrapolo mucho al fútbol. Puyol, seguramente en el colegio no era de los mejores, pero luego era el que más garra tenía. De hecho, en el campo, no era muy bueno técnicamente, pero sin embargo era una persona que se acostaba a las 21:30 horas de la noche, se cuidaba de comer bien y se preocupaba de estar al 100 % todos los días. A Messi, sin embargo, le tocó Dios con la varita y ya está. Hay muchas maneras de verlo. Hombre, es verdad que hay que tener ciertas aptitudes, pero yo creo que si he llegado a algún sitio no es por la vía de la varita, sino por la vía de la constancia y el trabajo. Todos los días veo gente que sé que tiene ese don, pero a lo mejor no tienen tantas ganas de esforzarse. Al final, el tren pasa, los años pasan.

P. Tu obra se ha expuesto en París, Barcelona, Zúrich…

R. En Mónaco… Ahora estamos preparando una exposición para julio, que si Dios quiere estará en Texas y en Miami (Estados Unidos). También hace unos días presenté un San Pablo ermitaño, en Madrid, junto a un dibujo de El Bosco que era la primera vez que estaba en España. Esas dos obras se van ahora a Nueva York. En septiembre haremos también otra exposición que tratará sobre el racismo…

P. ¿Cómo pasas de estar aquí, en Lucena, a viajar a lugares tan vanguardistas?

R. En un primer momento eso llega porque las redes sociales hoy en día funcionan muy bien. A mi Instagram me funciona muy bien, ya que a través de ahí la gente empieza a conocer mi trabajo. Creo que soy valiente a la hora de tratar con los posibles clientes. Si a me dicen de subir a Madrid para hablar de un posible proyecto no me lo pienso. El negocio, al final, no está aquí en la calle Julio Romero de Torres (es el lugar donde López del Espino tiene situado su actual taller), ni en Córdoba ni en Sevilla. Quiero decir, sí hay un trabajo. Sí, hay clientes de toda Andalucía que vienen a encargar imágenes, pero el negocio fuerte en este tipo de encargos está en Madrid, en Barcelona, en Estados Unidos. Yo soy muy valiente a la hora de reunirme con quien me tenga que reunir. Hace unas semanas, por ejemplo, estuve cenando en una fiesta con la embajada de Catar, que nos invitaron, con la idea de empezar a realizar unos proyectos allí y al final una cosa te lleva a la otra. Te lleva a otra porque siempre estás al pie del cañón.

Yo he tenido que subir muchas veces a Madrid, reunirme, cogerme un AVE y me he vuelto, pero tenía que estar ese día, a esa hora, en ese momento para coger ese trabajo. Así se va creando una red de clientes, de proyectos, que cada vez va siendo más amplia. Soy formal a la hora de trabajar, creo que trabajo más o menos bien y tengo seriedad. Eso al final genera confianza y van saliendo nuevas cosas. En Madrid tengo también un estudio alquilado para cuando subo. En marzo, por ejemplo, he estado allí dos semanas trabajando en un proyecto para Zúrich. Al final es un cúmulo de circunstancias que va también en la forma de ser, porque yo me meto en cualquier sitio y hablo con quien tenga que hablar. Si no sales de aquí es complicado. Por eso digo que todo va también en las ganas que tu tengas de crecer.

Si yo fuera un imaginero que estuviera dentro del arquetipo de la imaginería yo viviría siempre aquí y estaría más tranquilo, pero esto me lleva también a conocer otras cosas, a embarcarme en otros proyectos que no van dentro de la línea económica de la imaginería. Todo eso va en las ganas que tu tengas de pelearte con el mundo. Trabajo de imaginería hay mucho, yo ya estoy firmando proyectos para el 2026, pero las otras cosas a mí me apetecen mucho como por ejemplo un monumento que vamos a hacer para República Dominicana. Me apetece muchísimo. También para México vamos a hacer otras cosas. Me apetece mucho estar allí y conocer a gente que pueden traer otras cosas, otros proyectos.

El artista genial no creo que piense que es el mejor. Todo nace a partir de las equivocaciones que te van ayudando a crecer

P. ¿Alguna vez, en estos meses de tanto trabajo y ajetreo, has sentido vértigo?

R. Sí. De hecho, te digo más. Aún me quedan muchas cosas por hacer y vivir, pero ya he pasado, creo, por el primer momento de sentir ese vértigo. Mi familia sabe perfectamente cuando fue, justo antes de la pandemia. Hubo un momento en el que vas como un cohete y eso que ahora tengo muchas más cosas, pero las digiero de otra manera. No puede ser que tu don y tu profesión te quiten la vida a base de estrés, de ansiedad. Es verdad que sigo teniendo esa presión, pero ya la manejo de otra manera. Cuando me dicen que vamos a hacer una exposición en Estados Unidos y que va a ser de tal manera, sentía mucho vértigo. Ya no. Antes si me daba reparo y, aparte, no sabía tampoco si estaría a la altura. Hoy día sí creo que puedo dar el nivel para estar en esos sitios. Hubo un momento el que sí hubo vértigo, pero ya intento normalizarlo. Es lo mejor, verlo como algo normal.

P. Antes hemos hablado de ella, pero quería preguntarte por tu primera imagen para Córdoba capital. Se trata de un Poncio Pilatos para la hermandad de la Presentación al Pueblo. ¿Qué supone para ti este hecho?

R. Es algo muy bonito. Son cosas que siempre sueñas. Obviamente trabajar para una capital siempre es bonito, pero trabajar para Córdoba capital, a la que quiero tanto… Date cuenta que yo, cuando llega el fin de semana, salgo más en Córdoba que aquí. Yo he vivido muchos años en Córdoba, tengo muchos amigos en Córdoba, y el poder trabajar para una hermandad con tanta proyección como es la de la Presentación al Pueblo de Cañero creo que es muy bonito, a la par que una responsabilidad muy grande también. En Córdoba hay muy buenos cofrades, gente que sabe mucho de imaginería. El cristo también tiene un nivel increíble. Luego, más allá de esto, el crear un conjunto que funcione en la calle es algo que me ilusiona. Cuando estábamos en la presentación de la imagen de Poncio Pilatos mucha gente me daba la enhorabuena, pero yo también tengo la inquietud de verlo en la calle, ver cómo funciona el misterio, los colores, la policromía, la postura. En fin, tengo ganas de poder verlo, pero sí, es un sueño hecho realidad el poder estar ahí.

P. Aquí en Lucena, ¿Cómo te tratan tus vecinos?

R. Sinceramente me siento muy querido, admirado y respetado. Mira que yo no voy por la calle paseándome para que me digan cosas, pero es verdad que me dan mucho la enhorabuena, me tratan muy bien. El ayuntamiento por ejemplo me dio la bandera de Andalucía. Ahora voy a hacer también un monumento relacionado con el Covid. Tengo ya varias imágenes y para 2023 y 2024 voy a acometer un misterio para la hermandad del Cristo del Amor, del Martes Santo. Para 2025 estará la elaboración del nuevo cristo resucitado. En fin, me siento agradecido y querido.

P. ¿Has pensado alguna vez en irte?

R. Me lo ha preguntado mucha gente y los amigos que más me quieren me lo dicen mucho, que yo ya mismo me iré a Madrid. Sin embargo, el nuevo taller al que me voy a mudar lo he comprado aquí. Mi idea, como decía Manu Sánchez un día, es que a Madrid hay que ir pero que ya no hay que irse como en los 60 u 80. Podemos estar yendo y viniendo. Yo, de momento, aunque ahora tenga estudio en Madrid, no tengo pensado irme a Madrid porque yo aquí trabajo muy cómodo. Si tengo que subir puntualmente a Madrid, pues subiré, pero luego tengo mi familia, mi niño aquí, y el irme a Madrid ya sería cambiar muchas cosas de mi vida. Hoy en día no me compensa. El día que mi niño tenga 18 años o si está estudiando fuera me pilla a mí con una edad razonable, pues ya lo valoraría, pero mi deseo no es irme a Madrid. No lo tengo como ilusión. Tendrían que darse muchas circunstancias. Yo vivo a 5 minutos de aquí, tomo café siempre en el mismo sitio, vienen a visitarme mis padres, mis amigos. Madrid es un caos. Madrid te desgasta. En esta última ocasión que he estado allí dos semanas, aunque bajaba el fin de semana… Todo está muy lejos, acostumbrado a lo de aquí, que todo está muy cerca. Yo no lo tengo en mente.

Si he llegado a algún sitio no es porque haya estado tocado por la varita, sino por la constancia y el trabajo

P. Y de aquí a unos años, ¿cómo te ves?

R. Me veo creciendo como artista todos los días, trabajando. Me veo haciendo imaginería, haciendo monumentos, desarrollando también la obra contemporánea. No sé. Pueden pasar cosas muy bonitas en los próximos años, espero tener suerte. Hay que tener suerte hasta para ponerse malo. Me considero también una persona con suerte, por la familia que tengo, por el hijo que me ha tocado, por las personas que tengo mi alrededor. Cuando llegas a sitios como París, Estados Unidos, México es también porque me he encontrado a gente buena. La constancia al final te lleva a ello. Una noche no pude asistir a un espectáculo flamenco porque estaba en una feria en el Reina Sofía, donde precisamente acabé cenando con la Reina Sofía. Después, cuando acabé, cogí un taxi y fui al teatro donde había sido el espectáculo flamenco y en la copa que hubo posteriormente conocí a otra persona que me está ayudando mucho a unas intervenciones urbanas que queremos hacer en París en los próximos años. Si ese día no hubiera ido, pues no hubiera encontrado eso. Hay que estar en el mundo, hay que moverse.

P. En función a lo que me estás contando, ¿crees que tu obra, en unos años, puede ser más civil que religiosa por el camino que estás tomando?

R. No, no creo. Pienso que habrá un equilibrio entre las dos cosas. Es verdad que también he retrasado cosas de imaginería para hacer otras cosas, pero yo no quiero aparcar la imaginería. Para mí, por ejemplo, hacer este cristo (vuelve a señalar la imagen del Ecce Homo que se encuentra en proceso) me gusta mucho. Las otras partes de la escultura también me gustan mucho, entonces mi intención es no tener que elegir entre una cosa y otra. Para los cofrades puedo ser el imaginero que se está alejando de la imaginería, pero yo no lo veo así. Yo que estoy dentro no lo veo así. Yo quiero poder llevar las dos cosas a la vez, la parte de imaginería y la parte contemporánea. Creo que es compatible.

P. Así es como te sientes más pleno.

R. Claro. A mí me dicen ahora mira que no voy a hacer más un crucificado y uf. Estoy deseando hacer un crucificado. Un descendimiento me encantaría hacerlo. Son misterios muy potentes que me encantaría hacer. Una piedad también. Me encantaría hacerlo, por eso no puedo decir que no a la imaginería. A parte, yo soy escultor porque nazco en Andalucía. Si yo hubiera nacido en Barcelona es probable que me hubiera dedicado a la escultura, pero no a la imaginería. El sitio también condiciona. Si mi padre hubiera vivido en París, seguramente no hubiera conocido las cofradías, no sabría lo que sé hoy día. El sitio también condiciona.

P. El lugar de nacimiento condiciona no sólo tu labor profesional, también tu propia vida.

R. Totalmente. Si hubiera nacido en otro país yo no estaría haciendo cristos. No sé qué estaría haciendo. No sé ni si me dedicaría el arte, pero cristos seguro que no.

P. Hay que tener suerte para nacer y para elegir tu propio camino.

R. Claro, yo siempre digo que todo fue por casualidad. Si no se llega a nacer esa chispa en mi estaría trabajando en el negocio familiar. Un día conoces esta profesión, te empiezas a ilusionar con desarrollar esta profesión y todo cambia. Al final se han ido dando una serie de circunstancias que me han llevado a lo que soy hoy.

P. Empecé preguntándote como te definirías. ¿Cómo te gustaría que te recordaran?

R. Como una persona que ha intentado ser honesta con el arte, con lo que sentía. Intento aportar cosas a la imaginería. En la presentación del Pilatos de la Presentación al Pueblo expliqué que lleva una corona de laurel y una postura que creo que no estamos acostumbrados a ver. La corona de laurel está tallada y dorada en oro fino. No es algo usual. En este Herodes que tengo aquí, por ejemplo, (señala una imagen que se encuentra en proceso de policromía y que está realizando para Lucena) la tiara que lleva en la frente está muy estudiada para intentar aportar cosas nuevas. Para mí era inconexo representar a Herodes con una corona barroca como vemos en muchos pasos de Semana Santa. Hay que estudiar y hacer algo que esté basado en la época. Lleva la torá, la estrella de David, un frontal de un escrito de la época. Hay que intentar aportar cosas y no hacer cosas por hacer. En definitiva, soy un trabajador.

Para los cofrades puedo ser el imaginero que se está alejando de la imaginería, pero yo no lo veo así

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