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Lola Baena: “Si no conoces el valor de Ategua, no lo vas a defender”

Lola Baena, directora del Museo Arqueológico de Córdoba | MADERO CUBERO

Manuel J. Albert

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Pocos despachos hay en la ciudad tan agradables para trabajar. Coronando un edificio moderno de suelos de hormigón pulido, amplios ventanales con vistas al cogollo histórico de Córdoba y levantado sobre el antiguo teatro romano de la ciudad. Lola Baena (Córdoba, 1962), directora del Museo Arqueológico, reconoce el privilegio y destaca la amplia terraza que se asoma a la plaza de Jerónimo Páez.

La plaza, uno de los rincones más hermosos de la capital, respira la tranquilidad de todos los mediodías, solo alterada levemente por el trajín de la terraza de un bar. Pero nada comparado con el ambiente estabulado que se respira en las calles del entorno de la Mezquita, tomado por nubes de grupos organizados de turistas que ocupan las calles estrechas de la Judería. Pero estos grupos no siempre llegan al Museo Arqueológico ni a su plaza.

Es viernes. El Museo acoge a unos pocos visitantes, alguno de los cuales se queda mirando curioso la portada renacentista del palacio de los Páez de Castillejo. Allí estuvo durante décadas el Arqueológico hasta que hace unos años se inauguró la ampliación y se trasladó una selección de obras al moderno edificio. Mientras, los recortes incesantes de la crisis han hecho que una mudanza que se preveía temporal se haya prolongado. Y el antiguo edificio, donde se instalará la verdadera colección permanente del museo, languidece vacío.

Con Lola Baena recorremos parte de las nuevas instalaciones. Hablamos del museo, pero también de sus padres, libreros los dos, que le inculcaron la pasión por la lectura -novela negra especialmente- y por los libros -“he movido más cajas de libros que de restos arqueológicos”, confiesa-. Francisco Baena y Teresa Alcántara también contagiaron a su hija la vinculación permanente con el movimiento ciudadano y vecinal. “¿Vas a preguntarme sobre eso, también?”, nos dice.

No. Hoy hablaremos de arqueología.

PREGUNTA. ¿Por qué la escogiste?

RESPUESTA. Porque la arqueología es una parte de la historia que se conocía menos. Me interesaba mucho porque nos ayuda a conocer por qué vivimos como vivimos. La arqueología nos enseña cómo era Córdoba antes, cómo se ha transformado, por qué el urbanismo ahora es como es, por qué tenemos esta red viaria, esta red de alcantarillado; en definitiva, la arqueología nos enseña por qué vivimos como vivimos en una ciudad como ésta.

P. ¿Se ha hecho buena arqueología en Córdoba?

R. Se ha hecho como en todos los sitios: buena y mala arqueología. Con esta materia ha ocurrido como en todas las profesiones. Ha habido mucho debate sobre cómo gestionar y también ha habido destrucción del patrimonio porque a lo largo del tiempo ha habido muchas épocas con distintos criterios. Pero bueno, ahora mismo creo que estamos en una buena época, puesto que tenemos mucha normativa que protege el patrimonio en general y también el arqueológico.

La arqueología nos enseña por qué vivimos como vivimos en Córdoba

P. ¿Pero la ciudad ha sabido convivir con los restos arqueológicos, con su propio pasado?

R. La ciudad convive difícilmente desde que llegamos a una época en el que el llamado progreso, o distintos criterios económicos o de otro tipo, se ponen por encima del resto. Pero eso no es solo un problema para la arqueología sino con cualquier forma de cultura o de vida. Evidentemente, los que trabajamos en materia de patrimonio no negamos el avance ni el progreso ni las implicaciones sociales ni económicas pero pedimos, como hacen muchos sectores de la sociedad, que sea algo sostenible. Es decir, no solo se deben conservar los bienes que sean importantes, sino los que, perdurando en el tiempo, nos ayuden a crear una cadena de valores que el patrimonio nos da. Por ejemplo, los relacionados con eso que tanto se habla ahora del turismo cultural, pero siempre de una manera sostenible, subrayo. No podemos matar la gallina de los huevos de oro, hay que hacerlo de una manera controlada.

P. Córdoba en las últimas décadas ha crecido mucho y muy rápido, sobre todo con el boom inmobiliario. Aquellas obras hicieron asomar muchos arrabales de época musulmana. Era un periodo en el que ya existían normativa y protocolos. ¿La ciudad ha asimilado bien esos restos? ¿O se podía haber hecho mejor?

R. Por una parte, se ha encajado bien porque esto tiene varias líneas de trabajo. La protección del patrimonio incluye su investigación y su conocimiento y gracias a que se ha excavado mucho, en teoría se conoce mucho cómo eran esos arrabales. Por otra parte, en cuanto a la conservación, tenemos muchísimos restos de patrimonio mueble conservado en el museo. Pero en cuanto a la conservación in situ del patrimonio inmueble sí ha habido mayor debate. Evidentemente, no se puede conservar todo ni todo está en condiciones de ser conservado porque o son elementos que no tienen la suficiente entidad o, si la tienen, están muy mal conservados. Para determinar qué hacer hay especialistas y comisiones que deciden qué se queda y qué no. Siempre nos gustaría que se hubiese conservado más pero, hasta ahora un porcentaje a tener en cuenta se va conservando.

La ciudad convive difícilmente con su pasado desde que llegó el 'progreso'

P. ¿Puede ser que las administraciones o los políticos no sean todavía conscientes del valor patrimonial de esos yacimientos en las ciudades? En el sentido turístico o de explotación cultural que tú decías antes. A fin de cuentas es nuestro petróleo económico, hasta está bajo tierra también...

R. Llevo muchos años trabajando en esto y te puedo asegurar que las cosas han cambiado mucho y muy positivamente desde que yo empecé. Sobre todo en la consideración de todos estos valores que estamos hablando. Pero es que las administraciones tampoco son entes abstractos, ahí hay personas y corrientes de opinión y están sujetos a la influencia de la ciudadanía. Creo que las personas al frente de las administraciones han ido asumiendo cada vez más la importancia de estos yacimientos. En el caso concreto de los arrabales, nos dan una información muy importante para conocer no solo el urbanismo de Córdoba sino que, a través de sus necrópolis, nos ofrecen algunas informaciones antropológicas muy valiosas acerca de su forma de vida o de su alimentación. Pero los arrabales en sí -que muchas veces están arrasados hasta sus cimientos- a la hora de conservarlos y de transmitirlos al público es mucho más complicado.

Evidentemente, en el yacimiento de Cercadilla se podía haber hecho otra planificación

P. También se podía haber hecho mejor en Cercadilla, cuando se construyó la estación del AVE.

R. Siempre se pueden hacer las cosas mejor. Como arqueóloga estuve trabajando allí y en las protestas que hubo en su día. Pienso que fue una cosa que se hizo muy deprisa, sin tener en cuenta el valor patrimonial tan importante que allí había preservado. Y bueno, por las necesidades que imponen muchas veces esos criterios que hemos dicho, económicos o de otro tipo, se hizo así: era el año 1992 y tenía que pasar el AVE. Pero evidentemente se podía haber hecho otra planificación para que la playa de vías no afectara como terminó afectando al yacimiento. Se podía haber puesto delante o detrás de la zona en la que está. Solo había que planificar con algo más de tiempo, porque el yacimiento de Cercadilla no es que se acabase de descubrir, se sabía que allí había algo, aunque no de la entidad que finalmente encontramos. Ya en 1922 se publicó en un artículo de la Real Academia de Córdoba contando que allí había una bóveda perteneciente al criptopórtico; incluso se dibujó con todas las medidas. Yo estuve en ese criptopórtico y era algo increíble, tres metros de altura con la bóveda conservada. Y podías entrar. Era algo impresionante. Por eso, sabiendo que había un edificio o un elemento patrimonial de importancia, se tenía que haber planificado mejor.

P. Nos queda poco de Cercadilla. Pero tampoco lo ponemos en valor. Apenas se visita y hace tiempo que el pequeño centro de interpretación está cerrado. Me pregunto si será porque explicarlo supone para las administraciones contar una actuación que ahora da un poco de vergüenza.

R. No creo que sea porque queramos ocultar que no se hizo tan bien como se podía haber hecho. Y más en el caso de nosotros, los historiadores, que siempre queremos que se ponga de manifiesto todo. Ya sabes, por aquello de que tenemos que conocer lo que pasó para que no se repita...

P. Pero creo que una cosa son los historiadores y otra los políticos.

R. También hay muchos políticos que son historiadores y también hay mucha ciudadanía que puede expresarse en distintos ámbitos. Por eso te digo que no es una cuestión de querer ocultarlo, ni muchísimo menos. Se trata, creo yo, de una cuestión de recursos. Tenemos muchísimo patrimonio y hemos pasado unos años económicamente muy malos que nos dejan claro que no hay recursos para todo.

P. Ahora hemos sufrido el destrozo en Ategua.

R. Actos de este tipo a veces son muy difíciles de evitar. Existen los elementos de protección, de control sobre el yacimiento. Es fundamental la labor que se lleva haciendo desde hace tiempo dentro de la Junta de Andalucía para conocer y difundir su valor patrimonial, concienciar a la gente. Pero de la misma forma que no se puede evitar un acto vandálico contra una estatua en la ciudad, también es difícil evitar actos como el ocurrido en Ategua. Y eso se hace concienciando, no solo al que ha infringido la ley sino a todo su entorno. Y esa concienciación no se puede lograr sin conocimiento. Si no conoces el valor que tiene Ategua no lo vas a defender. Pero esa labor hay que hacerla tanto allí como en otros yacimientos. Por eso se va a hacer visitable.

P. Durante décadas de excavaciones han estado recogiéndose piezas de todo tipo. Solo la punta del iceberg se encuentra expuesta en el museo. El resto está almacenado en el antiguo silo enorme donde caben varios museos. ¿Cómo lo gestionáis?

R. El Área de Reservas -que así se llama- está situado desde hace 10 años en ese silo que además es un edificio con unos valores patrimoniales propios por su arquitectura industrial y que se ha declarado BIC. Allí dentro no solo está el patrimonio de titularidad autonómica sino parte de la colección del Museo de Arqueología que es de titularidad estatal y que se ha tenido que desmontar del palacio y antiguo museo, en espera de las futuras obras de remodelación. En estos años de tanta construcción en la ciudad, evidentemente se ha excavado mucho y ha sido ingente el material ingresado anualmente allí. Hay muchas cuestiones pendientes de investigación por el volumen de los trabajos y todo se conserva allí. ¿Cómo lo gestionamos? Pues siguiendo las funciones que tiene un museo: proteger, conservar y difundir la investigación. Allí entran los materiales y están todos perfectamente inventariados, fotografiados y registrados; los directores de las intervenciones arqueológicas los tienen a su disposición para sus investigaciones. Los investigadores que vengan de Córdoba o de fuera también lo tienen a su disposición.

De la misma forma que no se puede evitar un acto vandálico contra una estatua en la ciudad, también es difícil evitar actos como el ocurrido en Ategua

Siempre intentamos que lo más característico esté expuesto, ya sea la escultura de Afrodita o un pequeño fragmento de cerámica que nos ofrezca muchísima información a los investigadores. Pero un fragmento pequeño a lo mejor es más difícil de explicar al público y la Afrodita se explica fácilmente. Por eso buscamos piezas completas, piezas que se puedan restaurar o que encajen bien en un museo. Y ésa es otra línea de trabajo. Cuando ingresa un material que puede ser susceptible de ser expuesto, va al taller de restauración para que se intervenga en él y tras la investigación correspondiente puede pasar a ser difundido y expuesto. Ahora mismo es cierto que no se está haciendo porque estamos en un proceso transitorio. Todavía no tenemos el Museo de Arqueología propiamente dicho, no mostramos lo que será el grueso de la exposición permanente que irá en el palacio renacentista. Y es que ahora mismo tenemos un escasísimo espacio para exposiciones. Es un espacio transitorio -esto no es el museo realmente [dice hablando de la actual zona visitable y rehabilitada]- mientras el Museo se pone en marcha. Y aún así, a través de las actividades que hacemos como conferencias, exposiciones temporales en una pequeña sala o la actividad de la pieza del mes, vamos sacando nuevo material y exponiéndolo. También hay mucho material del almacén que participa en exposiciones temporales y que nos piden en préstamo desde todos los lugares del mundo. Ésa es otra forma de posicionar a Córdoba y a su cultura a nivel internacional. Por ejemplo, acaba de terminar la exposición acerca de los imperios del Norte de África del Louvre y en el Museo de Rabat, en Marruecos. Ahí hemos llevado bastantes piezas provenientes del Área de Reservas.

P. Ese silo estaba pensado para grano. ¿Las condiciones que tiene son las idóneas para el material arqueológico?

R. Las características del edificio establecen unas condiciones regulares de temperatura y humedad. Se construye de esa forma porque el grano así lo requería, pero a nosotros nos viene muy bien para nuestro material arqueológico. Las cuestiones de la preservación son muy complejas y dependen del material soporte en que estén hechas las piezas; también depende de si están o no pigmentados, o de si hay metal... Pero nosotros tenemos muchos menos condicionantes que, por ejemplo, un museo de Bellas Artes donde impera más el soporte en madera o la pintura y el papel. En nuestro caso, el metal, la cerámica y la piedra requieren de unas condiciones determinadas que en este edificio en concreto ya las tenemos per se.

Todavía no tenemos el Museo de Arqueología, propiamente dicho

P. ¿Qué es más importante en un museo de arqueología: poder ver la pieza original o que el visitante sepa qué está viendo?

R. Lógicamente son las dos cosas porque hablamos de las dos caras de una misma moneda. Los museos han ido cambiando y la museología, como ciencia, ha ido avanzando. Los museos han sufrido un gran cambio por los avances de la propia sociedad. Los responsables de los museos queremos que dejen de ser lugares donde se acumulen muchas piezas para convertirlos en elementos de acción social y de conocimiento. Nuestra relación con la sociedad tiene que ser continua tanto con el visitante foráneo como también con el de Córdoba, que tiene que hacer suyo este patrimonio que es de todos. Este cambio en la concepción de los museos es bastante complejo, pero si hoy en día los niños están habituados y aprenden en el colegio con las nuevas tecnologías, por qué no se van a aplicar en los museos. Tenemos que ir al hilo de la sociedad, pero manteniendo un equilibrio. Es decir, no tiene mayor peso el elemento informativo complementario -carteles, vídeos, o elementos de juego- que la propia pieza expuesta. Y menos en Córdoba, ya que tenemos la suerte de albergar una de las mejores colecciones de Europa. Por tanto, la pieza es fundamental. Pero para que alguien que no es especialista la entienda, tienes que arroparla de una serie de informaciones. Y si en vez de ser un soporte tradicional para explicarla, está adecuada a lo que el público vive en su cotidianeidad, será más cercana y accesible. Pero no se le da mayor o menor importancia a la divulgación que a la propia pieza. Todo tiene que estar al mismo nivel porque si no se investiga y conserva, difícilmente podremos difundir ni divulgar ni nada.

P. ¿Crees que la gente sabe que este museo guarda una de las mejores colecciones de Europa? Por la afluencia de visitas parece que no... Me pregunto si hemos hecho una buena difusión del patrimonio del Museo Arqueológico.

R. Creo que cada vez se hace mejor difusión y se asume más la importancia de lo que tenemos en la propia Córdoba. Pero siempre pasa eso de que lo que tienes más cerca parece que lo vas dejando y uno se interesa más por lo de fuera. Pero nosotros, en concreto, desde hace 15 años llevamos un programa de difusión muy diversificado para diferentes públicos. Y lo que nos interesa es que la gente venga continuamente a ver cosas muy diferentes. Por eso hacemos actividades muy distintas, entendiendo el museo como un centro de cultura y de creación. Lo ligamos a otros ámbitos de la cultura como la música o la danza, al teatro o incluso a actividades deportivas. Y con eso también buscamos un público muy diferente para fidelizar las visitas, sobre todo de los cordobeses. Y ya está pasando y se ven los resultados con gente que vuelve a menudo para ver cosas distintas. Intentamos que haya novedades y se cuenten las cosas de manera amena y divertida, especialmente para los niños. Vamos poco a poco pero ya vemos resultados. Con una buena planificación y finalidades sostenibles claras, se puede conseguir.

Si no se investiga y conserva, difícilmente podremos difundir ni divulgar

P. ¿Y con respecto a los turistas?

R. Córdoba tiene tanto que ver y tan bueno que les permite elegir. El Museo Arqueológico de Córdoba sí es conocido fuera porque de otra forma no tendríamos tantísimos investigadores, gente pidiendo información o peticiones de piezas para exposiciones temporales. Si no, no nos llamarían de tantos lugares para ingresar en instituciones de colaboración. Yo, por ejemplo, soy miembro del patronato del Museo Arqueológico Nacional desde 2006 y ahí también represento al museo. El Gobierno pide nuestra colaboración, la Junta también. Si el museo no fuese conocido por sus valores, no estaríamos presentes en tantos ámbitos.

P. ¿Cómo es la colaboración con el Museo de Medina Azahara? ¿Hay competencia?

R. En absoluto. Lo que hacemos es complementarnos y que haya unas sinergias y unas líneas de colaboración. Lo tenemos con ellos pero también con la Filmoteca, con las bibliotecas, los centros del Ayuntamiento... En el caso de Medina, la colaboración es muy estrecha ya que parte de su exposición permanente es un depósito del Museo Arqueológico; son piezas que están allí porque provienen de Medina Azahara. Con ellos también desarrollamos muchos programas de investigación y difusión conjunta. Hace dos años tuvimos la exposición Qurtuba, ciudad y materia, comisariada por el director de Medina Azahara, José Escudero, y por mí misma. Como ves, es evidente esa colaboración. La última ha sido la publicación del Catálogo del Museo de Medina Azahara, donde también escribo. Somos todos compañeros y estamos siempre inventando qué hacer juntos porque la unión hace la fuerza. Que Medina tenga una gran proyección, reciba muchas visitas y sea declarada Patrimonio Mundial por la Unesco es un bien para todos y también para este museo. Pero sobre todo es un bien para los ciudadanos.

En este museo priman las visitas individuales, familiares o de grupos más pequeños

P. ¿Podría el Museo de Arqueología recibir grupos de turistas como pasa en Medina Azahara con regularidad? Es decir, convertir el Arqueológico en sí en un polo de atracción más.

R. La cuestión de los flujos turísticos y las visitas tiene que ver con la forma en cómo se organizan las rutas de los guías, el tiempo que pasan en la ciudad los visitantes y cuáles son sus intereses. El hecho de que vengan más o menos grupos depende de esas cosas. Pero sí podemos decir que cada vez vienen más y cada vez vienen más grupos escolares. Y se están consolidando las visitas de los grupos escolares extranjeros, principalmente franceses. Pero es cierto que en este museo priman las visitas individuales, familiares o de grupos más pequeños.

P. ¿Qué idea pretendéis que se lleven ?

R. Nosotros articulamos un relato, contamos una historia. O más bien contamos historias. Pero hay que hacérselas cercanas a la gente y al público en general. Y en general, las entienden perfectamente porque son iguales, son las mismas que vivimos hoy. En 2.000 años pueden haber cambiado las formas pero los sentimientos y las necesidades del ser humano siguen siendo los mismos. Siempre ponemos el ejemplo de los columbarios romanos destinados a colocar las urnas de incineración de sus difuntos. Algunos ciudadanos, los de menor poder adquisitivo, podían pagar una cuota a lo largo de su vida para tener derecho a un enterramiento digno. Cuando explicas eso a una persona mayor te dice “eso es como pagar los muertos”. ¿Ves? Se sigue haciendo. Los exvotos son un ejemplo igual. ¿Qué es el caimán de la Fuensanta sino un exvoto? En los talleres con los niños también pusimos una vez de ejemplo un ladrillo visigodo con la representación de una fuente y dos palomas bebiendo. Pues para relacionarlos, les pusimos los niños una estampa de mi primera comunión que tenía un dibujo exactamente igual . Son símbolos y elementos que perviven exactamente igual. La misma iconografía.

Los museos de arqueología son custodios de la memoria de gentes anónimas que no dejaron su firma pero sí sus obras

No me interesa que la gente sepa que una escultura es muy importante porque sea de tal fecha o tenga el pliegue para un lado u otro; me interesa explicar cómo se vivía en esa época, qué era el evergetismo; explicar que esa escultura se erigía a una persona que había hecho algo por sus conciudadanos. Y eso te lleva a cómo era la vida entonces y qué guardamos de ella. Los museos arqueológicos creamos así la propia identidad de la sociedad, siendo custodios de la memoria de gentes anónimas que no dejaron su firma pero sí sus obras.

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