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Desiderio Vaquerizo: “Hemos excavado todo lo excavable y apenas hemos conservado nada”

Desiderio Vaquerizo | MADERO CUBERO

Alfonso Alba

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Desiderio Vaquerizo (Herrera del Duque, Badajoz, 1959) ocupa la Cátedra de Arqueología en la Universidad de Córdoba, en la ciudad que él mismo considera “el yacimiento arqueológico más importante de Occidente después de Roma”. Es decir, una plaza fuerte. Pero también la ciudad donde más se ha excavado y destruido en los últimos 30 años.

Escritor y columnista, además de profesor, si de algo habla Desiderio Vaquerizo en la entrevista es de arqueología y de la relación de la ciudad en los últimos 30 años con el subsuelo, “que se ha vaciado” como nunca se había hecho en los 5.000 años que Córdoba lleva siendo habitada por el hombre. Desde su despacho en la Facultad de Filosofía y Letras y desde su cátedra, Vaquerizo atiende “encantado” la llamada de este periódico para una entrevista en la que contestará sin dudas y tajante, hablando mucho y rápido, pero sin irse por las ramas, y, lo más importante para un periodista, respondiendo a lo que se le pregunta y sin eludir ningún tema.

PREGUNTA. Esta semana estuve en una conferencia del exministro de Trabajo Manuel Pimentel e hizo una reflexión que te traigo aquí como experto en la Córdoba romana. Venía a decir que la ciudad era, en términos económicos, casi igual que en el siglo I, cuando exportaba vino, aceite de oliva y bailarinas, que él sustituía ahora por ocio.

RESPUESTA. Hombre, yo creo que eso es una simplificación enorme. Por fortuna han cambiado muchas cosas. La Andalucía de época romana estaba al servicio de una estructura política que era el Imperio, gobernada por un poder unipersonal de carácter macroestatal. Y la Bética era una provincia al servicio de ese poder. Una provincia que en cualquier caso mantuvo siempre cierta independencia, porque aparte de ser la más rica de Occidente fue la única que se mantuvo en poder del pueblo romano. Es decir, no era de propiedad imperial, era propiedad de los patres, del Senado. Quizás esa es una de las razones por las que se atribuye a Córdoba el nombre de Colonia Patricia. Es una simplificación. Lo que sí es cierto es que la historia es cíclica. Y ahora estamos viviendo muchos elementos que se han repetido cíclicamente a lo largo de la historia. Con todos los matices del mundo también. Claro, es que en estas últimas décadas han cambiado tanto las cosas... En un sentido en el que no hay precedentes en la Historia: la revolución tecnológica, la globalización, que sí que podría tener algún tipo de equivalente en la antigüedad. Pero hoy la inmediatez de las noticias, la comunicación e internet han cambiando mucho los parámetros. Creo que Andalucía, es cierto, sigue teniendo el corazón de la Bética. Pero somos muy diferentes, somos el resultado del paso de un montón de pueblos más. Andalucía es romana, pero también es musulmana, y al mismo tiempo conlleva un peso feroz del cristianismo. Es una simbiosis enorme, enorme, enorme. Y eso que dijo Pimentel, que yo lo entiendo como bien intencionado, es una simplificación.

La historia es cíclica. Y ahora estamos viviendo muchos elementos que se han repetido cíclicamente a lo largo de la historia

P. La semana pasada entrevistamos a Isabel Romero, presidenta de la Junta Islámica y que está tratando de introducir la cultural Halal en Córdoba, como elemento de diversificación económica. Leyendo la entrevista, pensé que admirando mucho lo que fue esta ciudad en la etapa islámica, ha reivindicado muy poco su pasado romano, que fue casi tan importante.

R. Córdoba nunca habría sido capital del Emirato ni del Califato sin haber sido previamente capital de la Bética. Es decir, los musulmanes fueron extraordinariamente prácticos. Los primeros contingentes que entran en la Península Ibérica en el año 711 eran cuatro. Eran muy pocos. Aprovecharon la desestructuración de un país y de una crisis enorme, y de la fuerza militar que traían y su sangre nueva. Pero fueron pragmáticos y muy inteligentes, porque tras reconocer el terreno lo que hicieron fue elegir aquella ciudad que les ofrecía mejores servicios, mejor posición estratégica y que les ofrecía mejores mimbres, aunque hoy esté muy machacada la palabra, para incluso de una forma simbólica demostrar su posesión de la provincia. Y esa era la que había sido su capital. ¿Porqué la eligieron? Evidentemente por su control del río, por su magnífico control de las comunicaciones, por su carácter de puente entre la Sierra y la Campiña y el dominio de una serie de recursos naturales importantísimos. Y también por su carácter simbólico. Los musulmanes tenían muy muy claro que el dominio no sólo tenía que ser militar sino también ideológico. En el momento en el que se hicieron con Córdoba una de las primeras cosas que pusieron en práctica fue un fenómeno que conocían desde época romana: los expolia. Es decir, la reutilización de edificios y de materiales con carácter simbólico. De ahí que nuestra Mezquita esté hecha con materiales romanos. Igual que está hecha la de Kairouán (Túnez). Digamos que hay un componente de legitimación y de sustitución cultural. Antes estabas tú que has sido el más grande, pero ahora me pongo yo que soy tan grande que encima te piso y te domino. Eso es un juego ideológico extraordinariamente sutil pero que en aquellos años debió estar a la orden del día. En definitiva, Córdoba nunca habría tenido la importancia que tuvo en época islámica sin el peso clásico. Y no habría tenido a nivel urbanístico, topográfico, estratégico, artístico y ni siquiera científico. Muchos de los sabios islámicos de Córdoba bebieron de las fuentes clásicas.

Córdoba nunca habría sido capital del Emirato ni del Califato sin haber sido previamente capital de la Bética

P. Y pregunta que va más atrás: ¿Porqué tuvo tanta importancia la ciudad en época clásica?

R. Pues mira, por las mismas razones que te acabo de exponer. Los primitivos romanos eligieron Córdoba por su carácter de ciudad puente. Córdoba es una ciudad extraordinariamente significativa desde el punto de vista geográfico y de su orografía. Controla el paso del río grande, de la gran cicatriz que separa España en dos mitades, el Norte del Sur. Esta cicatriz hoy es un río muerto, pero en época clásica era un río vivo, de torrentera y no se podía cruzar con barca. Era un río que se alimentaba de la lluvia, de torrente, y que al menos entre seis y ocho meses al año era imposible de cruzar. Córdoba dominaba los dos únicos vados que había en muchísimos kilómetros a la redonda. De hecho, el Puente Romano de Córdoba es el primero que se construyó aguas arriba de Sevilla hasta el de Isabel II de Sevilla. ¿Qué significa esto? Los romanos eligieron la ciudad por el control del río y por su carácter de puente y las posibilidades de cruzarlo. Pero también por el control de los recursos. Córdoba tiene acceso directo a las minas de la sierra que en época romana se van a convertir en el punto de abastecimiento de plata para el pago de las legiones. Es decir, la sierra de Córdoba paga la conquista de Hispania. Y por otro lado controla la Campiña, unas tierras feracísimas, con una calidad de producción tremenda. Y en tercer lugar, controla el río ya no solo como puente sino como principal vía de comunicación de toda la Bética y acceso directo al Mediterráneo. Por el río, que era en ese momento navegable hasta Córdoba y que contaba con su propio puerto fluvial, probablemente el último aguas arriba, era posible traer tropas, impedimenta, materiales de lujo, etcétera, etcétera, y al mismo tiempo sacar metales, trigo y otros productos de aquí que podían abastecer o bien Roma u otras zonas en conquista. Probablemente a eso se refería Pimentel el otro día.

Los primitivos romanos eligieron Córdoba por su carácter de ciudad puente

P. ¿La decadencia de la ciudad también tiene que ver con la geografía: que el río dejara de ser navegable y la ciudad perdiera poco a poco su papel estratégico?

R. Probablemente fue una conjunción de factores. En la Historia siempre hay un fenómeno de agotamiento, que hace que acaben los ciclos. Lo mismo que Córdoba perdió la capitalidad el Imperio Romano acabó deshaciéndose.

P. Pero Roma sigue siendo capital de Italia.

R. Por supuesto, pero cuando Córdoba deja de ser capital de la Bética, que tampoco está claro cuándo, lo deja de ser casi al final del Imperio Romano. Es decir, en un periodo de crisis. Probablemente lo hace como consecuencia de muchos factores. Uno de ellos, obviamente, es un equilibrio de poderes. En Sevilla, en Itálica, habían nacido algunos de los emperadores más importantes y que habían dado más prosperidad en el siglo II. De entrada eso le da una importancia añadida a la ciudad. En segundo lugar, el mar que casi en época prerromana llegaba hasta el Aljarafe y el Guadalquivir desembocaba en Sevilla, se retrajo ya bastante. Y Sevilla se convirtió en un puerto de primera importancia. Y en tercer lugar es muy posible de que influyera el hecho de que en Roma hay un cierto basculamiento del poder hacia el Norte de África. Y Sevilla tiene un acceso mucho más directo allí que Córdoba.

Los cordobeses no son conscientes del suelo que pisan porque nadie se lo ha querido explicar nunca

P. Volvemos a la actualidad. ¿Son conscientes los cordobeses del suelo sobre el que pisan?

R. Absolutamente no. Matizo mi afirmación en el sentido de que los cordobeses no son responsables de ello. Es decir, no saben qué suelo pisan porque nadie se lo ha querido explicar nunca. Nadie ha estado interesado. Los únicos mensajes que se le han lanzado ha sido que la arqueología supone un problema para el progreso de la ciudad, supone una rémora, un gasto añadido... De hecho, las administraciones han diseñado todo un sistema que tiene que ver con la arqueología y los estudios arqueológicos gravitando directamente sobre los hombros del particular. Claro, eso es irse a pelear contra molinos de viento. Es muy difícil que un señor que se va a hacer una casa vaya a pedir los permisos oportunos y le digan: no, mire usted, es que tiene que hacer una excavación previa de su bolsillo, sin garantía de que después si se encuentra algo se le vaya a autorizar a construir, tendrá que hacer un modificado de proyecto y al final es posible que pierda el suelo. Todo eso con un incremento de 60.000 o 70.000 euros sobre el presupuesto inicial. Eso se lo decimos a un privado y claro le sale un sarpullido. Y lo primero que piensa es que la arqueología es un problema.

Somos probablemente uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Occidente

P. Además, para tapar esos restos...

R. Evidentemente, la arqueología no es un problema. Córdoba es lo que es porque antes ha sido lo que ha sido. Somos probablemente uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Occidente. Probablemente yo diría el que más después de Roma. Yo no soy cordobés de origen, por lo cual no soy sospechoso de ser chovinista. Lo digo en términos absolutos. Córdoba es un paradigma de ciudad histórica, de ciudad superpuesta. Lleva ocupada de forma ininterrumpida durante los últimos 5.000 años. Y luego ha jugado un papel capital en la Historia en distintos momentos y durante varios siglos en cada ocasión. Eso la convierte en un tesoro, en un archivo histórico de primera magnitud. Pero un archivo que no solo tiene la potencialidad de la información histórica, terriblemente machacada en estos últimos 30 años, sino que además tiene un potencial añadido que es el de la patrimonialización. Es decir, convertir el patrimonio en un recurso añadido, un elemento educativo de primer orden y una seña de identidad, orgullo ciudadano y, por supuesto, un elemento de retorno económico. Basta que te vayas a Mérida. Este verano he estado allí y el 16 de octubre vienen aquí profesionales porque estamos intercambiando modelos y viendo cómo lo hacen. Mérida es envidiable. Yo soy extremeño y Mérida hace 25 o 30 años era un pueblo de 25.000 habitantes. Ha cambiado completamente, se ha convertido en una ciudad. Cuenta desde un certamen de teatro clásico que es referente en todo el mundo hasta para darse un paseo por sus calles y llegar a una rotonda que preside Augusto, otra que preside Marco Agrippa, otra la diosa Ceres... Un museo nacional de arte clásico. Mérida, como Tarragona y Córdoba, fue una de las tres capitales de provincia romana. Tanto Mérida como Tarragona tienen museo nacional de arqueología e instituto de estudios arqueológicos. Córdoba no tiene ni museo nacional ni instituto ni nada.

Mérida, como Tarragona y Córdoba, fue una de las tres capitales de provincia romana. Tanto Mérida como Tarragona tienen museo nacional de arqueología e instituto de estudios arqueológicos. Córdoba no

P. Hablamos entonces de un problema legislativo...

R. No es que la normativa andaluza como local sea restrictiva. Al contrario, es muy buena y fue adelantada a su tiempo. No es ese el problema, sino de gestión y de frenesí. Córdoba es una ciudad que ha sufrido un desarrollismo en los últimos 30 años absolutamente sin precedentes y en ese desarrollismo se han confundido los términos: se ha puesto por delante vaciar el subsuelo de la ciudad, la primera vez en su historia que se vacía porque hasta ahora se construía encima. Es decir, somos la primera generación en estos 5.000 años que estamos vaciando los registros históricos, de ahí la gravedad de la denuncia. Pero es una ciudad que ha confundido los términos a la hora de plantear que era obligatorio excavar pero no hacerlo de forma planificada ni con el rigor suficiente. Esto ha hecho que se pierda un volumen de información absolutamente extraordinario. Además, ha antepuesto dentro de ese frenesí las necesidades urbanísticas y de construcción frente a las de conservación del patrimonio. Ahora nos encontramos que si hay que enseñarle a alguien la Córdoba romana nos tenemos que ir al Templo, del que quedan estrictamente los cimientos y cuatro columnas que la gente probablemente no sabe que son una anastilosis, es decir, que son falsas. Estamos haciendo del Templo de Córdoba el emblema de la ciudad cuando nos cargamos Cercadilla. Es todo un enorme despropósito lo que ha ocurrido. Probablemente, la Historia en los próximos años, cuando todo esto se pueda analizar con un poco de perspectiva, de objetividad y sin miedo, lo recalco, el análisis y la valoración será demoledor.

Estamos haciendo del Templo de Córdoba el emblema de la ciudad cuando nos cargamos Cercadilla. Es todo un enorme despropósito lo que ha ocurrido

P. ¿Miedo a qué?

R. Pues tú lo sabes tan bien como yo. Está claro que lo que más caro se paga en este país es la independencia de carácter y la denuncia de las estructuras. En Córdoba hemos tenido la mala suerte de que nunca ha coincidido el color del gobierno municipal con el del gobierno autonómico. Eso ha hecho que las instituciones lleven haciéndose la puñeta durante los últimos 30 años. La Junta tiene las competencias plenas en materia de patrimonio, pero de alguna forma ha delegado en el Ayuntamiento basándose en la ley de patrimonio histórico andaluz. Por tanto, el Ayuntamiento actúa en la ciudad y la Junta ha cogido como bandera Medina Azahara. Pero actúan de espaldas. Y se dedican a hacerse la puñeta. ¿Miedo a qué? A muy diferentes niveles. Si eres arqueólogo profesional y haces un informe en contra de lo que se espera de las directrices que te hayan marcado te arriesgas a no volver a trabajar porque no te vuelve a contratar ningún constructor. Si te enfrentas a la Junta de Andalucía, todo sabemos cómo funciona. Si te enfrentas al Ayuntamiento, qué te voy a contar. Esto que te estoy diciendo te lo puedo decir yo, que ocupo el cargo que ocupo y llevo a gala esa independencia de carácter. He mantenido por encima de todo y a precio muy alto, el más alto del mercado, la objetividad y la posibilidad de expresarme con plena libertad. Lo he asumido. Lo asumí hace mucho tiempo. Pero claro, personas que estén iniciando su carrera no se pueden arriesgar. Yo no puedo encargar una tesis doctoral hoy por hoy a una persona para que estudie cómo ha funcionado la arqueología en el periodo autonómico en Andalucía, porque la estoy condenando a la hoguera.

Yo no puedo encargar una tesis doctoral hoy por hoy a una persona para que estudie cómo ha funcionado la arqueología en el periodo autonómico en Andalucía, porque la estoy condenando a la hoguera

P. Es grave eso que afirmas de que por primera vez en la Historia de la ciudad se ha vaciado su subsuelo. Desde la calle veo el Silo, y me lo imagino repleto, precisamente, de gran parte del subsuelo de nuestra ciudad.

R. El silo es uno de los almacenes que tiene el Museo Arqueológico Provincial y está lleno a reventar. Es un volumen de material enorme que además está sin estudiar. Y con unas enormes dificultades de acceso. Si eres investigador y quieres acceder a ese material, te puedes encontrar con que lo que buscas esté situado a una altura de cinco metros de altura y necesitas una pluma, y la tienes que contratar. Además, te dicen que tienes que ir un día a la semana y en horario de 10.00 a 13.00. Es todo enormemente complicado. Mira, Córdoba es lo que es como yacimiento porque durante 5.000 años las distintas culturas que la han habitado lo que han hecho es construir sobre los restos de las anteriores o readaptar a sus propios parámetros constructivos y de vida los restos de las culturas anteriores. Nosotros no, nosotros estamos metiendo bulldozers enormes y bajando a nivel de marcas naturales. Estamos vaciando sistemáticamente el registro histórico de la ciudad. Y esto durante los últimos 30 años se ha hecho de una forma desordenada, carente de rigor, no planificada. Ahora, a la hora de hacer balance, no tenemos nada que llevarnos a la boca. La ciudad no ha hecho ninguna apuesta por la conservación de su patrimonio. Hoy la ciudad no puede hacer ningún discurso patrimonial en condiciones porque no tiene nada que enseñar. Lo poco que hay está en sótanos totalmente deslavazado, carente de señalización, carente de un discurso único. Hay muchos recursos para enseñar la ciudad, hoy. Y con lo poco que tenemos incluso se podrían incluir herramientas informáticas en superficie, señalizaciones con una raya en el suelo que permita ver la Córdoba emiral, la Córdoba visigoda, la Córdoba califal, almohade, almorávide... Es que tenemos tantas, tenemos tantas... ¿Qué pasa? Nada de esto se hace.

La ciudad no ha hecho ninguna apuesta por la conservación de su patrimonio

Desde Arqueología Somos Todos estamos trabajando en esa línea y lo estamos haciendo con el Ministerio. Ahora nos acaban de conceder un proyecto internacional de alto alcance que va precisamente en esa línea: la creación de un modelo de gestión del patrimonio en la ciudad histórica y en el medio rural. Contamos con una enorme cantidad de socios tanto del entorno, como Mérida, como internacionales: Alemania, Italia, Portugal... La idea es demostrar que esto que te estoy diciendo es factible. Evidentemente, no tenemos Mérida. No tenemos un teatro romano que podamos hacer sede de un festival clásico. No tenemos un anfiteatro porque lo poco que hemos excavado está cubriéndose de jaramagos debajo del Rectorado. No tenemos un circo porque tenemos edificios que son Bienes de Interés Cultural encima. Son las ventajas y las desventajas de una ciudad histórica. Pero podríamos jugar a otras cosas. Lo poco que tenemos podríamos aprovecharlo dentro de un discurso organizado, intentando que las instituciones se sentaran en una misma mesa y planificaran. Es decir, se buscara una rentabilización de recursos. Probablemente, si se pusieran en una misma caja los fondos que se gastan unos y otros, y se gastaran en un proyecto perfectamente planificado y de futuro, no haría falta más dinero del que tenemos. Sencillamente, evitaríamos duplicidades, disparar con pólvora del Rey, rencillas dentro de las propias administraciones que se solapan o se meten en terrenos que no son los suyos, etcétera. Siempre he defendido que el patrimonio de una ciudad como Córdoba, y concretamente el arqueológico, debe ser gestionado de una forma mancomunada con el apoyo de todas las administraciones, de las fuerzas sociales y con un plan de futuro. Es decir, un plan director que rija la ciudad y que decida qué modelo queremos de futuro. Y que anteponga una serie de objetivos a otros. Entre ellos, la generación de empleo, qué puñetas. Hay quien pueda pensar que eso pueda ser una mercantilización del patrimonio. En absoluto, es sencillamente utilizar el principal recurso que tenemos. Córdoba es una ciudad terciaria, de servicios. Aquí no hay industria, a pesar de ser después de Madrid el principal nudo de comunicaciones de España, no tenemos una puñetera industria que llevarnos a la boca. ¿Cómo se come eso?

El patrimonio de Córdoba debe ser gestionado de forma mancomunada

P. La industria cultural.

R. La industrial cultural, sí. Pero ¿cuál es la cultura de Córdoba? ¿El montar y desmontar escenarios?

P. La feria, los patios.

R. Que también, que son respetabilísimos. Pero no solo. Nuestra oferta es es mucho más plural. Tenemos cosas que no tiene nadie y unas posibilidades enormes. Se trata de trabajar conjuntamente, de una oferta plural. Y sería tan fácil. Pero claro, eso requiere gestores formados.

P. Y valientes.

R. Y generosos. Que no piensen en términos de ciclos políticos. Un pacto de ciudad como el que yo invoco, un plan director, no entiende de cuatro años. Entiende de generaciones. Eso evitaría que los titulares de los periódicos, como ocurrió antes de ayer, digan que Córdoba es la ciudad de la que están emigrando mas jóvenes. Y doy fe, porque mi gente lo está haciendo. Estoy formando gente, doctora, absolutamente especializada, de una calidad extraordinaria, que están ya en Brasil, en Inglaterra, en otros sitios.

P. Pero fue una locura. Al principio de la década, había muchísimo trabajo para muchos arqueólogos.

R. Cierto, en Córdoba han llegado a trabajar más de 1.000 personas.

P. ¿Hoy cuántos quedan?

R. Hoy se han quedado ni 50. Y algunos reconvertidos. Hoy solo sobreviven dos empresas de arqueología más una de difusión. Las dos han llegado a tener cerca de un centenar de empleados. Y hoy sobreviven con dos, tres o alguno más que cogen de forma coyuntural para resolver alguna cuestión.

La decisión de destruir nunca es del arqueólogo, es de la administración de cultura

P. Qué locura.

R. Pero ese no era el camino. Esa gente lo que ha hecho fundamentalmente es excavar, excavar, excavar de forma frenética. Había que retroalimentar el proceso y destruir. Pero ojo, la decisión de destruir nunca es del arqueólogo, es de la administración de cultura. El arqueólogo ni pincha ni corta, es un forense que levanta un autopsia. Dice de qué ha muerto el cadáver, pero quien decide qué hacer con el cuerpo es la administración de cultura. Entonces, ¿hay trabajo para mucha gente? Sí. ¿Va a volver a producirse lo que se ha producido en los últimos años? No. ¿Cuál sería el camino? Reconvertirnos. Basarnos en la difusión, en la patrimonialización. ¿Cómo? Retroalimentándola desde la investigación. Es decir, es tal el volumen de información que tenemos almacenada en todos esos sitios... Córdoba tiene para llenar 50 museos como el que tenemos ahora abierto. Vamos a estudiar ese material, vamos a generar información. Y con esa información vamos a crear una oferta permanentemente actualizada de la ciudad histórica, de lo que Córdoba ha aportado a la historia y puede aportar al turismo actual, y al disfrute cultural. No solo consiste en la visita, sino que incorpora gastronomía, lecturas, música, teatralizaciones y un montón de cosas que podrían dar trabajo de forma tangencial. En esto podrían trabajar técnicos, investigadores, arqueólogos de los pies a la cabeza, pero también gastrónomos, restauradores, actores, músicos, bailarines, etcétera. Todo eso se puede conjugar en un solo proyecto común como está ocurriendo en Mérida y Tarragona.

Córdoba tiene para llenar 50 museos como el que tenemos ahora abierto. Vamos a estudiar ese material, vamos a generar información

P. Pero hay que creérselo.

R. ¿Y cómo hacemos que se lo crean? No obstante, la gente empieza a créerselo. Me preguntabas antes que si los cordobeses saben lo que tienen. Los cordobeses no saben lo que tienen porque nadie se lo ha explicado, pero desde Arqueología Somos Todos se lo estamos explicando y poco a poco cada vez es mayor el número de gente que reclama este tipo de información. Al principio teníamos dificultades para llenar las conferencias. Ahora, se abarrotan. Pero el problema es de gestores, empezando fundamentalmente por la Junta de Andalucía, porque el Ayuntamiento está, mal que bien, haciendo algo, y tiene una oficina de arqueología. Pero en la Junta van a lo mínimo. Y muchas veces son como el perro del hortelano.

En la Junta van a lo mínimo. Y muchas veces son como el perro del hortelano

P. En los 60 Castilla del Pino escribió un artículo definitivo que titulaba Apresúrese a ver Córdoba. En él, denunciaba el principio de lo que estamos hablando ahora, la progresiva destrucción de una ciudad histórica que nos había llegado casi intacta desde el siglo XIII por culpa del desarrollismo. Después llegó Cercadilla, la gran tragedia. ¿Cuántas cosas hemos perdido en todos estos años?

R. Tenemos una carta de erosión de la Historia, que se elaboró desde la oficina del Ayuntamiento en colaboración con la Universidad. Yo diría que ahora mismo hay afectado de pérdida irreparable aproximadamente un tercio, mínimo, del archivo histórico de la ciudad. O quizás algo más. Claro, estamos hablando de un yacimiento enorme. En época califal Córdoba llegó prácticamente hasta Medina Azahara. Y los arrabales, por mucho que se excava o crece la ciudad hacia Poniente, siguen apareciendo.

P. Y apenas quedan arrabales...

R. Conservado queda algo allí pero lleno de jaramagos. Igual que el que está el arrabal de Miraflores, lleno de jaramagos. Con lo cual se acaba provocando el efecto contrario. La gente acaba viendo que la arqueología no solo no sirve para nada sino que se convierte en un nido de ratas y víboras. Claro, eso es un problema. Hemos perdido un volumen enorme. Yo te diría que prácticamente hemos perdido toda la Córdoba romana, la más visible y abarcable al menos. Córdoba tiene un problema añadido, y es que conserva un casco histórico de enorme amplitud y muy bien conservado, valga la redundancia. Es decir, que en muchos casos está tal como estaba en el momento de la Reconquista. Claro, debajo de ese casco histórico no se puede excavar. Entonces, hemos excavado casi todo lo excavable. Y de todo lo excavable, salvo pequeñitas cosas que puedan quedar en sótanos y garajes, nada.

Hemos excavado casi todo lo excavable. Y de todo lo excavable, salvo pequeñitas cosas que puedan quedar en sótanos y garajes, nada

P. Menos mal que no hemos excavado en el casco histórico...

R. Menos mal. En los años 60-70, cuando Castilla del Pino escribió ese artículo no disponíamos nada más que de una ley nacional, y nos ateníamos a la Comisión Nacional de Monumentos. Pero desde 1993 contamos con la Ley de Patrimonio Histórico Andaluz, la transferencia fue en 1985, y con una serie de reglamentos específicos para la protección y conservación del casco histórico. Es decir, en los años 60 y 70 podía haber una cierta justificación porque fue el primer desarrollismo de Córdoba y no había mecanismos legales ni estructura: la Universidad no existía, la Junta tampoco, ni la oficina del Ayuntamiento. La única institución que hacía algo en relación con la arqueología era el Museo. En aquellos tiempos dirigido por Ana María Vicent, que se dejó la vida peleando por la arqueología de la ciudad y que salvó muchísimo. Es curioso pero la imagen que tenemos hoy de Córdoba en buena medida es la imagen que se creó entre los años 50 y 60 con los alcaldes Cruz Conde, particularmente con Antonio, que fue el que diseñó la Córdoba historicista que nos ha llegado: recuperó el Alcázar, recuperó la calle Kairuán, se inventó la calle de las Flores, abrió Vallellano. Y Ana María Vicent fue la que recuperó gran parte de todo el patrimonio arqueológico: los grandes sarcófagos y toda esa serie de elementos. En esta época, en estos últimos 30 años, con infinitamente más medios, con instituciones específicamente dedicadas a eso y habiendo movido como 300 veces más tierra, el volumen de información recuperado es diez veces menor. Sobre todo desde el punto de vista patrimonial, no tanto histórico, porque ya disponemos de la Universidad y lógicamente ha hecho un enorme esfuerzo de conocimiento de la ciudad. Y la ciudad romana e islámica se ha dado a conocer en buena medida en los últimos 20 años. Son dos niveles de lectura. Pero desde el punto de vista patrimonial, de la posible utilización de ese patrimonio como recurso, hemos perdido prácticamente todo.

La imagen que tenemos hoy de Córdoba en buena medida es la imagen que se creó entre los años 50 y 60 con los alcaldes Cruz Conde, particularmente con Antonio, que fue el que diseñó la Córdoba historicista que nos ha llegado

P. Antes hemos hablado de la importancia de la colmatación de culturas en edificios como la Mezquita, un monumento sobre el que hoy están puestos todos los focos, sobre todo por cómo se está explicando y gestionando. ¿Crees que se está explicando bien un monumento como la Mezquita?

R. La Mezquita es el ejemplo paradigmático de lo que es Córdoba, Alfonso. La Mezquita Catedral es Catedral porque previamente fue Mezquita, y fue Mezquita porque previamente había sido iglesia. Es un ejemplo paradigmático de la sucesión de culturas en Córdoba. Hoy existe la Mezquita porque existe la Catedral, y existe la Catedral porque previamente fue la Mezquita. No podría existir la una sin la otra. Conozco la polémica y no querría entrar en ella porque me parece extraordinariamente compleja y creo que todas las partes tienen algo de razón. Te diría únicamente que la Mezquita Catedral es Córdoba y es de los cordobeses. También sé que hay puristas que prefieren que se llame de una forma o de otra. En Córdoba siempre hemos dicho la Mezquita, o la Mezquita Catedral en el mejor de los casos. Bien, pues la Mezquita Catedral es de todos los cordobeses. Lo único que pediría es que se gestione con absoluta transparencia y como manden los cánones desde el punto de vista de la fiscalidad al uso. En el resto de la polémica creo que puede haber intereses creados desde ambas partes y preferiría mantenerme al margen.

La Mezquita Catedral es Catedral porque previamente fue Mezquita, y fue Mezquita porque previamente había sido iglesia. Es un ejemplo paradigmático de la sucesión de culturas en Córdoba

P. Pero ¿crees que hoy día se está explicando bien al turista lo que es la Mezquita y lo que representa?

R. Bueno, depende de quien lo explica. Evidentemente si explicas el monumento desde un sesgo cultural concreto, vas a poner el acento en una serie de cosas. Si lo explicas desde otro sesgo, vas a poner el acento en otras. Yo creo que no hay nada perfecto. Es decir, creo que ahora mismo cuando se explica desde un sesgo cristiano se da mayor trascendencia al peso cristiano de la Catedral olvidando el monumento que hay previo. Pero esto obedece al mensajero, sencillamente. Si yo le explico la Mezquita a un grupo de personas, evidentemente el sesgo que le voy a dar va a ser otro.

La ubicación de la Mezquita ahí no fue casual, en absoluto. Ese era el centro de poder de la ciudad en ese momento

P. Los arqueólogos tienen mucho que explicar de una Mezquita que no está orientada a La Meca, que se levanta sobre una antigua iglesia y se sospecha que también sobre un antiguo templo romano.

R. Lo del templo romano no está claro. Bueno, es una iglesia tardorromana visigoda, que es el complejo de San Vicente. Lo que sí parece es que es mucho más complejo de lo que en realidad se ha dicho siempre. No era una iglesita de tres al cuarto sino que probablemente tuvo que ver con el complejo episcopal de la ciudad tardorromana, y que incluyera el palacio del obispo, el templo, dependencias monacales de algún tipo. Es decir, que fue un complejo mucho mayor. La ubicación de la Mezquita ahí no fue casual, en absoluto. Ese era el centro de poder de la ciudad en ese momento. Y los musulmanes eligieron ese lugar por su relación con el río y lo que implicaba instalarse sobre el centro de poder de la Córdoba previa, que era el poder religioso. A finales del Imperio Romano, y luego en época visigoda, se produce por primera vez la lucha entre el poder temporal y el poder religioso, y con cierto basculamiento hacia este. Es decir, las élites del final del imperio son las religiosas: el gran gobernador de la ciudad es el obispo. Entonces, instalarse sobre el corazón, el núcleo director de la ciudad previa fue un elemento de un simbolismo apabullante.

Córdoba podría ser una de las ciudades mejor conocidas de Occidente porque es una de las ciudades más excavadas, mal excavadas

P. Y a pesar de todo lo que hemos destruido, ¿nos queda mucho por descubrir?

R. Sí, y sobre todo mucho por estudiar. De una forma más limitada de lo que podía haberse hecho, porque la ciudad hubiese sido excavada conforme a un plan sistemático y con el rigor exigible, el volumen de información que tendríamos hoy podría ser apabullante. Podría ser una de las ciudades mejor conocidas de Occidente porque es una de las ciudades más excavadas, mal excavadas. Y nos queda muchísimo por descubrir. Por eso animo a las instituciones a apoyar el estudio de todo eso que hemos destruido durante estos últimos 30 años. Está claro que en los próximos años el desarrollismo no se va a reproducir, no se va a construir tanto. Los arqueólogos hemos ido descubriendo que las prospecciones tienen que limitarse al máximo y no se va a excavar apenas. De hecho, nosotros hemos construido un arqueódromo en la Facultad porque enseñamos a nuestros arqueólogos a excavar en una excavación ficticia que no resulta destructiva, por tanto. No se va a excavar igual, pero tenemos almacenes repletos de materiales que exigen ser estudiados. Y en el momento en el que se estudien la imagen de la ciudad seguirá avanzando y podremos ofrecer al mundo esa misma información en formatos que permitan garantizar la visita continuada a Córdoba para encontrarse siempre un producto diferente. Que sea una ciudad que se esté regenerando, no ya arquitectónicamente, pero sí en cuanto al conocimiento.

P. Complicado.

R. Sí, desde el punto de vista de la praxis, empírico, pero yo creo que por falta de voluntad y de entendimiento, no porque fuera difícil hacerlo. Yo te aseguro que no es en absoluto difícil hacerlo. Y no requeriría grandes presupuesto ni nada que se le parezca. Con lo que tenemos, solo requeriría planificación. Y que los gestores políticos se dejaran aconsejar y estuvieran dispuestos a pensar con generosidad en la ciudad, con vocación de servicio público, y no pensando en su trasero y en los próximos cuatro años. Y esa ciudad en ese sentido ha tenido muy mala suerte.

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