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POETA MULTIPREMIADA
ENTREVISTA

Begoña M. Rueda: “Con la mirada poética se nace, y no sólo el poeta, sino cualquier persona”

Entrevista a Begoña M. Rueda

Juan Velasco

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Cuando uno googlea “Lavandera poeta” uno de los primeros resultados que aparecen es el que cuenta la historia de Mary Collier, una lavandera de la Inglaterra del siglo XVIII que pasó a la historia como la primera mujer de la clase trabajadora que vio publicados sus poemas. Es increíble que, tres siglos después de aquello, todavía se haya buscado el mismo titular facilón para describir a Begoña M. Rueda (Jaén, 1992), la poeta más laureada de su generación y a quien buena parte de los periódicos describió hace un año como lavandera poeta, cuando ganó el Premio de Poesía Hiperión con Servicio de lavandería.

Hoy, cuando se le menciona este reduccionismo, la joven creadora se rebela. “Llevo diez años dedicándome a la poesía. Creo que no soy una lavandera que escribe poesía”, aclara la autora de La mujer okupada (Premio Ricardo Molina, Editorial Cántico 2021), que en estos momentos está escribiendo un nuevo poemario en Córdoba, como residente de la Fundación Antonio Gala. En ese convento reconvertido en refugio de artistas nos citamos con la escritora, que demuestra rápidamente que se toma muy en serio la poesía y que no admite juicios ligeros, ni pretende que se la encasille como la voz de ninguna generación.

De hecho uno no tarda en descubrir que Rueda se siente más cómoda hablando a través de sus libros que posando ante los focos o hablando frente a una grabadora. Aún así, sus reflexiones son cortas y certeras, como su poesía más prosaica, dueña de una crudeza y una estimulante espíritu social que la ha convertido en una escritora que, hasta ahora, cuenta todos sus ocho libros por los premios que ha conseguido. Ahora tiene a tiro conseguir el noveno, ya que acaba de ser nombrada finalista del Premio Adonáis con Exitus (2022), un término que ya estaba en aquella obra en la que retrató la vida en un hospital del sur de Europa mientras un virus amenazaba nuestras vidas:

“Cómo será la boca / de la enfermera que me pincha el dedo / y lo aprieta hasta sacarme la última / gota de sangre | Me pregunto si llevará pintados / los labios de rojo tras la mascarilla, / si sabrá besar en la frente o pronunciar exitus. | Huele a gel hidroalcohólico y tiene / casi tanto miedo como yo, / un lazo negro en el uniforme blanco / y los resultados de nuestros test. | Mañana podría tocarle a ella, / pienso / Coronas de flores frescas / acompañarían su ataúd / y una compañera de facultad / la reemplazaría al día siguiente. / Así, como si nada. / Como si la vida / mañana podría tocarle a ella / lo mismo que podría tocarme a mí.

PREGUNTA: ¿Cómo llevas esto de vivir en la casa de Antonio Gala, en un convento tan chulo como éste?

RESPUESTA. Pues es un orgullo. A ver, Antonio Gala nos ha dejado este convento, esta casa, pero es que esto, sobre todo, es un hogar para todos los que estamos aquí. Así que esto lo llevo como un lujo. Es un lujo para cualquier creador, no sólo los poetas, sino también los músicos o pintores, porque ¿dónde encuentras un sitio como la Fundación Antonio Gala? ¿Dónde se están dando oportunidades así? 

P. Antes me has comentado casi de broma que estabais casi encerrados en el convento. Es curioso, porque desde fuera os imaginamos viviendo la vida loca a los alumnos de la fundación.

R. (Se ríe) Yo hablo por mí. Yo pertenezco al perfil de quienes se lo toman muy en serio y aprovecha la beca para hacer de su proyecto un trabajo que me aporte en mi carrera y me continúe abriendo puertas en el futuro.

P. ¿Cómo has acabado aquí, cómo ha sido ese proceso?

R. Es la primera vez. No conocía la existencia de la beca hasta hace escasamente un año. Nada más enterarme la eché, pensado que era una oportunidad única. 

Para un escritor, leer es más importante que escribir

P. Sé que eres muy jienense, no sé si se echa mucho de menos la tierra cuando uno está fuera.

R. A ver, quiero mucho a Jaén, pero hay que salir del nido para poder volar.

P. Te lo decía porque he leído lo que escribiste en The Guardian, esa miniguía sobre Jaén, y dan ganas de pasar unos días allí. ¿Hay algo que se te quedara fuera de aquella guía?

R. Bueno, realmente Jaén es un sitio muy agradable y muy bonito de ver, pese a que es muy desconocido. Como dice el lema típico, Jaén es un paraíso interior, pero yo creo que también es un paraíso exterior. 

P. Intuyo que al ser Jaén tu infancia…

R. Mi vida entera, sí.

P. No sé si en tu poesía juega un papel importante la infancia.

R. La infancia en mi obra es algo que suelo tratar con bastante frecuencia, pero del mismo modo que trato otros temas. Es cierto que Jaén no lo he tocado todavía, hasta el momento, aunque amenazo con hacerlo.

P. ¿Cómo sueles abordar la memoria sobre tu infancia? 

R. Desde múltiples puntos de vista. A veces en primera persona, a veces abordo la infancia, aún hablando de ella de modo autobiográfico, desde la ficción. Son las virtudes de la literatura, que da siempre mucho juego.

P. En la mirada del niño sí que puede haber mucha poesía. El niño o la niña es alguien que se asombra ante todo.

R. Sí, sobre todo conforme vas cumpliendo más años. Es muy curiosa la mirada del niño pero a través de la mirada de la adulta. 

Llevo diez años dedicándome a la poesía. Creo que no soy una lavandera que escribe poesía

P. No sé si percibes que existe un interés en lo que está ocurriendo fuera de las grandes ciudades, en la periferia. 

R. Yo más bien lo percibo al revés. Creo que hay una tendencia general a pensar que la cultura está mucho más centralizada en las capitales grandes que en provincias pequeñas. Un ejemplo es Jaén, donde hay un movimiento cultural muy interesante, o Córdoba, que no es Barcelona o Madrid, pero tiene esto, la Fundación Antonio Gala es un ejemplo cultural muy interesante y que aporta muchas oportunidades. Yo no me he movido nunca en capitales grandes y no lo he necesitado tampoco, hasta el momento. 

P. Fuera de la idea centralista de que todo ocurre en las grandes capitales, ¿de qué echabas mano tú?

R. En mi caso, en poesía, comencé a ir a bares donde había poetas recitando. La poesía oral en mí ha jugado un papel fundamental cuando comenzaba a tomármelo en serio hace diez años. Yo intentaba trabajar la poesía en modo escrito, pero es cierto que la poesía tiene un componente oral que es fundamental. ¿La oralidad cómo la separas de la poesía? Es que van de la mano.

P. Para muchos, pasar por la Fundación Antonio Gala es algo decisivo en sus vidas porque les permite, quizá por primera vez, centrarse única y exclusivamente en escribir o crear una obra. ¿Es ese tu caso?

R. En mi caso sería la redacción de mi décima obra, y espero que mi experiencia aquí sea tan decisiva como me parece que lo está siendo. Pero, realmente, cada vez que abordo la escritura de una obra nueva es decisivo en mi vida, porque es como la inauguración de una etapa nueva de mi existencia. 

P. Sí, hablaba más del plano material. La mayoría de los poetas no tienen la suerte de poder centrarse única y exclusivamente en escribir, como bien sabes. ¿Quién puede permitirse hoy vivir de la poesía?

R. Pues que venga y me lo cuente (Se ríe). Así te lo digo. Yo no conozco a nadie. Y de los que he conocido, creo que mienten. Y, si hay alguien que viva de la poesía, tampoco creo que cotice y le vaya a quedar luego una paga cuando sea viejo. Entonces, siempre tienes que tener un apoyo, aunque sea un best seller.

P. ¿Un best seller de poesía cuánto puede rendir? 

R. (Se ríe) No lo sé.

P. ¿A ti cuánto te han rentado tus libros?

R. Lo justico y por poco no he tenido que dar gracias. 

Se me ha abordado como autora desde puntos de vista machistas

P. ¿Ah sí?

R. Los poetas no estamos tan bien valorados como otros artistas. El arte en sí está poco valorado y está mal pagado en todas las artes, pero ¿los poetas? Si es que incluso dentro de la literatura, un novelista está mejor pagado que un poeta. 

P. ¿Crees que es un déficit del sector o de la propia educación?

R. Yo creo que la raíz está en la educación y una sociedad que no valora la cultura en general, y esto a la literatura le toca muy de lleno, porque es un arte que obliga a pensar y a reflexionar. Eso, hoy en día no interesa mucho en la sociedad que tenemos. De algún modo, se nos castiga así, entre otras muchas formas.

P. ¿En tu generación percibes eso, que no hay ganas de reflexionar? 

R. Yo es que creo que no existe una generación, ni la mía ni las anteriores, que destaque por anteponer la cultura, la reflexión y el librepensamiento a otras cosas. Yo veo los bares abarrotados para ver un partido de fútbol, pero no veo las bibliotecas abarrotadas. Y eso es muy triste. 

P. Y al mismo tiempo, todavía persiste esa imagen romantizadora del poeta que vive por y para el arte...

R. (Se ríe) 

P. ... Omitiendo toda esa cara b. ¿Hay poesía en una declaración de la renta o en el IVA trimestral?

R. Bueno, se podría escribir un libro de eso.

P. También ha habido una especie de romantización de tu trabajo como lavandera, ¿no?

R. A mí es que se me ha abordado desde puntos de vista machistas. Recuerdo un titular de un periódico famoso que decía: “La lavandera que escribe versos”. Pues mire usted, no es así, yo soy una poeta que ha estado trabajando tres años y medio en una lavandería. Y llevo diez años dedicándome a la poesía. Creo que no soy una lavandera que escribe poesía. Me rezumaba cierto desprecio ese titular como mujer, como clase obrera, hacia mi profesión, hacia la labor que yo hago literaria… Todo. Entonces, no sé, estas cosas al final una las acaba recordando como anécdotas y sigue dedicándose a lo que realmente le gusta, trabaje en otras cosas o no. 

La literatura obliga a reflexionar y eso hoy en día no interesa mucho

P. Es paradójico que eso haya puesto el foco en ti, aunque te pueda repeler esa idea, que yo veo ahí casi más clasismo que machismo: ¿Cómo puede una lavandera escribir una obra que gana el Hiperión?

R. Pero me pregunto si me hubieran puesto ese titular si yo hubiera sido un hombre. 

P. Puede ser, ¿no? Es menos probable. Pienso ahora en Bukowski, que era cartero, aunque rara vez se le menciona como el cartero que escribía poemas.

R. Claro. De todos modos, sí que es verdad que hubo mucha gente que me escribió y me habló con esa misma indignación que yo sentí. En plan, Begoña, madre mía, si tú eres poeta, ¿por qué han escrito así de ti? Encima en un periódico que es muy famoso. Paso de mencionarlo. A ver, quieras o no, me pareció curioso que ese titular acabara provocando esta reacción, que no era la que querían provocar en la gente.

P. Bueno, yo sólo me hago responsable de mis titulares, y yo nunca hablé de ti como poeta lavandera cuando ganaste el premio Ricardo Molina…

R. Te hubiera recordado (Se ríe)

P. El periodismo tiende a reducirlo todo a un titular que resulte atractivo para que alguien pique. Y eso es antipoético. ¿Te imaginas escribiendo en un periódico tú?

R. Pues no sé si lo haría bien, pero desde luego esperaría no hacerlo tan mal. O con un poco más de tacto.

P. Me ha resultado curioso ver que fuiste finalista de Ucopoética.

R. Sí.

P. O sea, de momento es el único premio que nos has ganado.

R. (Se ríe) Pero conocí gente fabulosa y que a día de hoy siguen siendo mis amigas. Bueno, Sensi Budia, que es de Lucena y que juega un papel muy importante en su pueblo, pues fui a su boda en agosto y hace poco la he visto. Ya te digo, estuvimos cuatro o cinco chicas y fue genial. Para mí participar en Ucopoética fue un premio, me llevé amistades y tuve mi primera experiencia en Córdoba. Fui muy feliz, es un muy buen recuerdo. 

Las mujeres tenemos muchas conductas machistas porque es lo que la sociedad nos enseña desde pequeñas

P. ¿Córdoba te atrae como una especie de imán?

R. Sí, cada dos por tres acabo aquí. No sé cómo me las apaño. Yo encantada, me encanta Córdoba y estoy aquí muy agusto.

P. ¿Para qué sirven los premios de poesía?

R. Depende del premio que ganes. A ver, hay algunos premios que se aprovechan un poco de la gente que es emergente y no ha publicado todavía. 

P. ¿En qué sentido?

R. En el de que son premios en plan: Sí, te publicamos la obra pero no vas a ver ni un duro. Y se quedan con la obra cuatro o cinco años. Así que a esos premios es mejor ni presentarse. Luego hay premios que están muy bien, aunque no tengan dotación económica, como puede ser Hiperión, que lo gané hace poco. Ahí me han cuidado mucho, me han abierto puertas sobre todo mediáticas y han tratado muy bien mi obra. Cuando los quiero y les escribo, están ahí. Hay de todo. En general los premios son, digamos, un trampolín siempre que sepas usarlo bien.

P. Ahora eres finalista del Adonáis.

R. Sí. Y eso ya es un premio, lo gane o no. 

P. ¿Con qué obra? 

R. Exitus. Llevo tres años con ella. 

P. O sea, que eres de las que lleva varias obras al mismo tiempo.

R. Sí, a veces alterno distintos poemarios al mismo tiempo.

¿Dónde encuentras hoy un sitio para crear como la Fundación Antonio Gala?

P. ¿Y todos tienen un hilo conductor?

R. No tiene por qué, tengo obras que sí que llevan un hilo narrativo y otras en la que los poemas no tienen gran cosa en común. Depende del mundo que yo quiera trabajar en ese momento. Por cierto, en realidad, en el Adonáis es el segundo año que quedo finalista, porque el año pasado también lo fui, pero lo rechacé porque preferí ganar el Premio Ricardo Molina. Es que presenté la misma obra y, como me dieron antes el Ricardo Molina, les llamé y me dijeron: Bueno, no pasa nada, nos sigues cayendo bien.

P. Se ve que sí, que les has caído bien.

R. Sí, he tenido suerte y he vuelto a quedar finalista. 

P. ¿Por qué cambiarías los premios que has recibido?

R. ¿Cambiarlos? por nada.

P. ¿Ni por algo más de estabilidad en tu carrera como poeta?

R. Yo estoy muy contenta con la carrera que llevo e intento mejorarla poco a poco. Creo que no cambiaría nada de mi trayectoria.

P. Si existe una mirada poética, ¿en qué momento descubriste tú que la tenías? 

R. Yo es que creo que con eso se nace. A ver, es cierto que puedo recordar los momentos en la vida en los que empiezas a ser consciente y empiezas a desarrollarla, pero creo que con la mirada poética se nace y no sólo el poeta, sino cualquier persona. 

P. ¿Y cómo la desarrolla el poeta?

R. Bueno, tiene que ser una persona tímida a la que le guste mucho leer y escribir y que le de por ahí. A otros les da por montar en bicicleta, que también hay mucha poesía en ir en bicicleta y montar por el campo, ¿por qué no? La naturaleza es un gran poema.

P. ¿Tú en qué momento decides dedicarte a esto?

R. A ver, a mí leer me ha gustado de toda la vida. Pero, mi sueño de ser escritora comenzó desde que tenía 9 o 10 años. Y ya con una seriedad más de adulta, a partir de los 20, que es cuando intenté hacer algo más profesional y a tener aspiraciones serias de publicación. 

P. ¿Hubo dudas, te costó convencerte a ti misma de que ese iba a ser el camino?

R. Yo tenía muy claro que era mi deseo desde el principio, aunque por supuesto que tenía dudas, aunque de otra clase: dudas de estar haciéndolo bien, de haber encontrado mi propia voz, de las cosas que tengo que pulir. Pero eso te lo da el trabajo y la experiencia. El paso del tiempo, la constancia y la perseverancia son muy importantes. Y leer, leer mucho. Leer es más importante para un escritor que escribir, sin duda ninguna.

Pertenezco a una generación de niñas que no escuchó nunca hablar de feminismo

P. ¿Cómo cayó en tu casa ese sueño?

R. Bien. Mis padres nunca se han opuesto a que yo escriba, todo lo contrario. Ellos sí que es cierto que no han desempeñado nunca ninguna labor artística, pero han potenciado siempre que yo tenga una cultura y no me falte nunca un libro.

P. Sí, más que nada lo digo porque no creo que en los planes de ningún padre o madre está que su hijo se dedique profesionalmente a la poesía. 

R. No me lo han impedido, aunque sí me decían, a lo mejor, que no abandonara la perspectiva de que de eso no se vive, de que la poesía no es algo sólido. Y llevan razón, a ver, es que no me han dicho nunca una mentira al respecto. Yo misma lo veo todos los días. Pero no me han dicho nunca que estoy perdiendo el tiempo ni cosas que yo he oído por ahí. A mí siempre me han dicho: esto no lo dejes nunca. 

P. ¿Alguna vez tuviste plan B?

R. ¿Plan B por qué? A mí siempre me ha gustado esto, ¿para qué iba a tener de plan B otra cosa?

P. ¿Con la carrera que pasó, la termi…

R. No quiero hablar de ese tema. Hablo de temas literarios, pero en temas personales no entro.

P. Ni de la perspectiva de la carrera universitaria y cómo funcionan, así en general…

R. No quiero hablar de eso.

P. Vale. ¿Te molesta el cierto paternalismo con el que mira el mundo adulto a la juventud?

R. A ver, el paternalismo siempre es nocivo. 

P. ¿Crees que hay diálogo intergeneracional?

R. Bueno, a ver, siempre que coincidan. Por ejemplo, yo en Cosmopoética coincidí con Felipe Benítez Reyes. Y estuvimos en la cena hablando mucho y aprendí muchísimo de ese hombre, de un poeta mucho mayor que yo y que para nada fue paternalista, sino todo lo contrario. Fue un diálogo entre dos personas adultas y una charla constructiva sobre poesía y sobre cómo veíamos la vida. Me contó cómo era el panorama poético cuando él tenía mi edad. La verdad es que aprendí mucho. Entonces, si se quiere y si se está abierto, no solamente por parte de los jóvenes a quienes nos han precedido, sino viceversa, por supuesto que puede haber diálogos muy pero que muy interesantes.

P. ¿Qué tal te fue en Cosmopoética?

R. Me encantó, bueno, siempre, ya he ido dos veces. A mí me tratan siempre muy bien. Es que Córdoba me trata siempre muy bien, yo la verdad es que os quiero un montón (Se ríe)

Algunos premios se aprovechan un poco de la gente que es emergente y no ha publicado todavía

P. ¿Ser joven hoy de qué es sinónimo para ti?

R. Bueno, yo no soy tan joven como antes, pero para mí sigue significando mucha ilusión, muchas gana de seguir escribiendo, de no abandonar nunca, incluso cuando ya deje de ser joven, lo que estoy haciendo. Me quiero morir con un boli en la mano. Y no sé, ser joven creo que es ser feliz y aprovechar el momento.

P. Yo también percibo una forma de aprovechar el momento que otras generaciones a lo mejor no tuvieron, porque todo era mucho más cuadriculado.

R. Sí, pero con aprovechar el momento no me refiero a irse de jarana, sino para arreglar las cosas, el mundo que está muy mal. Vivir, y con respeto y no fomentando conductas súper chungas que hay hoy en día. Intentar no ser clasista. Si ves que tienes conductas machistas, cámbialas. No sé, lucha contra el racismo. Si tienes un vecino que está en una situación precaria y pasa hambre, échale una mano. Esas cosas.

P. Te pregunto mucho por todo lo generacional porque yo sí que percibo que hay un enorme desconocimiento del mundo adulto sobre la realidad de los jóvenes. 

R. Hay de todo, yo veo de todo. Es que no puedo hablar por todos.

P. ¿A qué hay que renunciar para escribir poesía?

R. Puff… Si tienes que renunciar a algo, no sé… Yo no creo que haya renunciado a nada para escribir poesía, incluso cuando estaba en mi época en la que tenía muy poco tiempo para escribir o no tenía el estado de ánimo adecuado. Incluso cuando no tenía ni casa, porque yo he estado compartiendo piso muchos años y a veces era muy complicado y no he parado de mudarme. Pero siempre he sacado tiempo. Si realmente la poesía es el amor de tu vida, no la abandonas porque ella no te abandona a ti. Y, si no la buscas tú, es que te busca ella. No tienes que renunciar a nada.

P. Y en lo personal, ¿te ha funcionado más como tirita o como bisturí?

R. Las dos cosas. A mí la poesía me ha servido hasta para ligar (Se ríe). Me he abierto en relaciones personales, me he abierto en la relación conmigo misma, en la relación con mi forma de ver la vida, a mi familia, a todo… Claro, la poesía no es sólo una herramienta artística, sino que sirve para mejorar tu vida.

P. ¿Te ha ayudado a construirte como mujer?

R. Sí, claro. Y he usado la poesía para denunciar situaciones que a las mujeres nos oprimen. Yo hago muchos poemas con contenido feminista. Es que a mí me interesa muchísimo y está en todas mis obras.

P. ¿Tu poesía es más feminista que femenina? 

R. En mi caso, tiene los dos puntos de vista. Es femenina, por ser yo mujer, y es feminista. Comparte ambos. 

P. ¿En qué momento entró el feminismo en tu vida, lo recuerdas?

R. Pues tristemente entró tarde, porque yo pertenezco a una generación de niñas que no escucharon en la vida hablar de feminismo ni nada por el estilo. Así que, realmente, descubrí que eso existía con veinte años largo. Y hubiera agradecido que, desde un principio, en las escuelas, estas cosas se enseñaran. Porque me parece educación emocional básica que las personas, niños y niñas de toda clase, deben interiorizar desde pequeños. Y bueno, yo descubrí el feminismo tarde, pero me alegro, por lo menos, de haberlo descubierto. 

En mi generación no es tabú decir que vas al psicólogo, pero tampoco está bien visto al 100%

P. ¿Desde entonces juega un papel central en tu vida? 

R. Sí, he intentado deconstruir todo en mí. Porque las mujeres tenemos muchas conductas machistas porque es lo que la sociedad nos enseña desde pequeñas. Yo he intentado leer y construirme como feminista a lo largo de los años y creo que es un proceso que nunca termina. Y, por supuesto, eso se refleja en lo que escribo.

P. ¿No sé si crees que ser mujer y de una ciudad periférica como Jaén te ha situado en una situación de partida más difícil para hacer carrera?

R. No. Yo no he sentido una discriminación en el mundo de la poesía. Sí que es verdad que he leído que poetas mujeres de generaciones anteriores a la mía sí han sufrido situaciones en las que se les ninguneaba. Yo, si te soy sincera, no he vivido nunca nada así, hasta ahora. Que igual algún día me lo encuentro, pero realmente hasta el momento se me ha tratado con igualdad, como a cualquier otro compañero. No puedo contar hasta ahora ninguna experiencia de discriminación en el campo de la literatura. Pero yo no niego que existan. Hablo de mi experiencia. 

P. El otro día hablaba con Antonio Ruz del trabajo que hay en encontrar la belleza en algo tan cruel como la guerra. En tu caso encontraste la poesía en la enfermedad y la muerte. 

R. La muerte la he trabajado en muchas más obras, pero la enfermedad creo que sólo en Servicio de lavandería. Bueno, hablo de la enfermedad entendida como física, porque el desequilibrio emocional y la salud mental sí la he tratado en más obras. Por ejemplo. Exitus, el finalista de Adonáis, trata mucho de la salud mental. 

P. ¿Son tabús? 

R. Sí, lo siguen siendo. Pero es que nos queda mucho por andar en muchos sentidos. La educación es la clave. Es que a una persona a la que le decimos loca, pues no es un loco. Es que tiene una enfermedad que se llama esquizofrenia, o tiene otra que se llama depresión. Todavía hablamos de las personas con enfermedad mental de forma despectiva, cuando son personas que tienen un desequilibrio como otra persona puede tener una enfermedad física. Entonces, ¿por qué tratamos con desprecio a las personas que tienen problemas mentales o emocionales? Es tristísimo. No puede ser que vayas al médico de cabecera y tarde en darte cita una semana y pidas cita para salud mental y no te den cita hasta dentro de cinco meses. Porque está saturado. Es que tenemos una tasa muy alta de suicidios.

P. En Córdoba creo que hay una tasa de seis psicólogos públicos por cada cien mil habitantes.

R. Claro, es que así no se puede. Y hay quien dice: por lo privado. Bueno, la consulta vale 70 euros. Y yo entiendo que los profesionales tienen que vivir porque es su profesión, pero no todo el mundo puede permitirse ir a un psicólogo fuera de la Seguridad Social. Entonces, es como: ¿Tienes un problema mental? Te empujamos a tu propio abandono y a que acabes desapareciendo. Y, si desapareces por ti mismo, no pasa nada, porque de esto no se habla en los telediarios. 

P. ¿La enfermedad y la muerte también entienden de clases? 

R. Yo creo que sí. Hombre, no es lo mismo estar forrado de billetes y poder ir a la consulta del psicólogo y no tener un duro y que lo poco que tengas sea para comer, o para que coman tus niños. ¿Cómo te vas a tú ahora a plantear que tienes que ir a un psicólogo, aunque tú sepas que lo necesitas? Es que no puedes. ¿Cuántos años necesitas de terapia? ¿Por cuánto sale eso? 

P. Para la gente de mi edad todavía sigue siendo un tabú. Sobre todo si eres hombre. 

R. Para los de mi generación no lo es tanto. En mi generación no es tabú decir que vas al psicólogo, pero tampoco está bien visto al 100%. Pero no está tan mal visto como para otras generaciones. 

P. ¿Sentiste algún vértigo o duda a la hora de incorporar la pandemia en Servicio de lavandería?

R. No. Para mí fue una catarsis. A ver, no sé, yo buscaba reflejar todo aquello artísticamente, concienciar y visibilizar la profesión que yo tenía entonces y cómo se nos trataba.

Hay una tendencia general a pensar que la cultura está más centralizada en las capitales que en las provincias pequeñas

P. Es curioso, porque en ese momento nadie sabía bien lo que estaba ocurriendo. Era como una sensación de irrealidad que, por otra parte, también fue muy poética.

R. Para mi fue miedo. A ti que no te dieran guantes ni mascarilla, y tú yendo a trabajar el primer mes. Diciendo, pues nada, lo mismo soy yo la siguiente. Me voy a reír por no llorar.

P. ¿La poesía debe ser política?

R. Yo creo que no hay obligación, pero para mí, en mis últimas obras, yo sí he visto obligatorio que la poesía tenga una concienciación política. Pero hay otras muchas cosas, intento que haya un fondo de reflexión y una autoevaluación. 

P. ¿Y qué es más importante el mensaje o el envoltorio?

R. Yo trabajo los dos por igual. Como yo vea que uno de los dos cojea, pues dejo el poema reposando, en barbecho. Y trabajo a diario. La constancia es la clave. 

P. ¿Cuántas horas dedicas a escribir poesía?

R. Ahora mismo todas las que puedo. Antes sólo podía en algunos ratitos libres. 

P. ¿Y las musas? 

R. No prescindo de las musas, que se acerquen a mí, que estoy encantada y les escribo poemas (Se ríe)

P. ¿Crees que la poesía debe asumir un papel elitista? Dicho de otro modo, ¿se debe asumir que el poeta tiene que prescindir de ciertos lectores que no se van a acercar nunca a la poesía por el desconocimiento del lenguaje o el estilo?

R. A ver, el lenguaje en la poesía es importante. Yo personalmente uso un lenguaje para que lo entienda todo tipo de lector. Eso no lo hace más simple, sino más sencillo, pero no pierde complejidad. No, ahí hay un trabajazo. No es simple. Y respecto al elitismo, si alguien piensa que por hacer poesía está por encima de los demás, bájate del pedestal antes de pegarte una hostia. Porque vas a morir como los demás, un día cualquiera que te llegue.

P. ¿No te has planteado el salto a otros géneros?

R. Sí, quiero. Le doy muchísimas vueltas. Escucho la llamada como las monjas en el convento (Se ríe). Escucho la llamada de la novela, tela. Pero, no sé, estoy ahora muy feliz con la poesía y esa llamada que escucho no es todavía un grito. La dejo que susurre de momento.

P. Algunos de tus libros sí que tienen claramente un hilo narrativo.

R. Sí, pero no tiene que ver con otra clase de escritura, no tiene que ver con una novela o el relato. Son géneros con lo que todavía no me he puesto en serio. 

P. ¿Qué temas crees que debe tratar la poesía del futuro? 

R. Yo creo que sobretodo los problemas sociales. Hablando por mí: la poesía debe retratar el machismo, el clasismo y la salud mental, que son temas que yo trato mucho. Trato de enfocar la violencia de género desde el punto de vista de la violencia vicaria, de cómo los niños son unas víctimas de las que se habla menos y también son asesinados. Son temas que ahora mismo estoy abordando, pero no me cierro a otros. Tengo poemas del espacio, poemas de ordenadores… 

P. Al mismo tiempo veo que no eres muy activa en redes.

R. Que va, lo justo y necesario. No me va mucho. 

P. ¿Cómo ves el impacto de las redes sociales, en general y en la poesía?

R. En la poesía no me llama mucho. Yo veo muy bien a quien se vale de las redes y considera que son una herramienta para divulgar su obra, pero yo prefiero estar con un libro que en las redes. Y no pretender tirar por los suelos ese mundo, simplemente que no es mi preferencia. Y en general, volviendo al tema de la salud mental, sí que hay impacto. La imagen, sobre todo en la adolescencia, genera muchísima presión sobre las niñas, sobre las adolescentes. Pero eso son los aspectos negativos, que digo yo que los tendrá positivos. Es que como no me muevo mucho por ahí, no quiero hablar de una cosa que no es mi campo.

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