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La vida es puro simulacro

'Castelló', obra de Jordi Bernardó.

Juan Velasco

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En su proyecto de 2009 Welcome to Espaiñ..., el fotógrafo Jordi Bernardó jugaba a descomponer los símbolos de la España precrisis en una serie de imágenes que siguen tan absolutamente vigentes que, sin ir más lejos, el mes pasado se podían ver en Sant Cugat del Vallés. Tenía aquella obra el sello de Bernardó, uno de los ojos invitados este año a la Sección Oficial de la XVI Bienal de Fotografía de Córdoba.

Este sello es la mirada irónica a la arquitectura y el urbanismo contemporáneo, que ha desempeñado -con mucho éxito, todo sea dicho-, en España, Europa, EE.UU. y Asia. La cámara de este fotógrafo tiende a interpretar la realidad como un espacio en el que nada es inerte, por muy poco que se mueva. O quizá, es que todo pueda ser un teatro involuntario, como se plantea en Simulacrum Bourrée la exposición de su obra que se puede visitar desde el 11 de abril hasta el 19 de mayo en el Centro de Arte Rafael Botí.

“Si hay algo que nos recuerda las fotografías de Bernadó es que hay una realidad para ser observada más que para ser vivida o experimentada. Hoy quizá más que nunca”, señalan desde la Bienal para explicar una exposición comisariada por Xosé Garrido y que se planteado como “una intervención sobre su obra” con el objetivo de “rastrear, en primer lugar, la compleja y particular relación que el autor establece con el territorio y el espacio en el que se ha desarrollado hasta nuestros días la cultura occidental y, en segundo lugar, el dialogo que estas representaciones establecen con el espectador”.

Así que, aunque no sea una retrospectiva de Bernardó, la exposición sí que cuenta con obra antigua y moderna del fotógrafo. Para ello, se ha desarrollado un itinerario donde una selección de fotografías de varios trabajos de Bernadó (además de una film), son reubicadas y reagrupadas para presentar “un lúdico juego de simulaciones y trampas”.

Un juego en el que cobra fuerza el pintor catalán Quimet Sabaté (Tarragona, 1936), con cuya obra dialoga la de Bernardó, y cuyo encuentro no es ni casual ni novedoso. Mientras realizaba un proyecto artístico en Las Ramblas, el fotógrafo se topó con el taller del pintor, a quien regaló un lote de libros con sus fotografías. Lo que ocurrió entonces es que Sabaté acabó usando aquellas instantáneas como fondo y como inspiración para estampas que regalaba a los turistas de Las Ramblas. Parte de aquel juego de ida y vuelta se puede ver en Córdoba.

La muestra Simulacrum Bourée -visitable de martes a sábado de 10:00 a 20:30 y los domingos de 10:00 a 14:00- formaba parte de una muestra más amplia que tuvo lugar hace años en Barcelona, si bien la que se puede ver en Córdoba es un trabajo inédito y un diálogo entre fotografía y pintura en torno al concepto de simulacro que constituye una de las aproximaciones más frescas al dilema central de la Bienal: ¿De quién son las imágenes que tomamos?

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