Pedidos de carne por 'whatsapp' y pagos por Bizum: el pequeño comercio aprovecha la pandemia para crecer
Manuel Pistón proviene de una saga de carniceros. En febrero estaba adaptando su negocio en la Colonia de la Paz. Una carnicería de cercanía con una clientela consolidada que hacía cola pacientemente a la puerta de su establecimiento a la espera de su turno, de un producto de calidad y de un trato personalizado: “Córtamelo así”, “deshúesame ese pollo” o “envásamelo al vacío”.
En marzo, todo cambió. La cuarentena dejó a esta, y a todas las carnicerías de España, sin colas y en muchos casos sin clientes. Manuel Pistón decidió seguir atendiéndoles, sobre todo a los mayores. Iba a su casa, recuerda, les tocaba, les preguntaba si querían algo, si querían fruta, lo que fuese. Que se sintiesen atendidos y que no estuviesen solos en esos momentos tan duros. “Se nos echaban a llorar”, recuerda. “Y ahora nos lo agradecen mucho”.
Pero ya entonces todo empezó a cambiar. Adaptarse o morir, dice el refrán. En la carnicería de Manuel Pistón se pusieron las pilas y llegó algo “que se va a quedar”, que ha contribuido incluso a mejorar el negocio, a tener más clientes y que supone un espaldarazo al comercio de cercanía: las nuevas tecnologías.
Hoy en día, las colas no son lo que eran. Para empezar, se guarda distancia de seguridad. Pero para continuar, son más llevaderas. Un 25% de los clientes de Pistón ya no esperan en la puerta. Le contactan por Whatsapp, donde le piden cómo quieren la carne. El cliente recibe un mensaje de que su pedido está listo, que puede pasar a recogerlo o, incluso, que lo puede recibir en su domicilio. Y lo paga por Bizum. Todo mucho más rápido, más ágil, y más interesante.
Manuel Pistón asegura que ahora mismo tiene a un trabajador dedicado en exclusiva a preparar y atender pedidos. Presente en las redes sociales, el boca a boca ha hecho que su clientela no sea ya solo la del barrio, sino que se extienda por toda la ciudad. Los tiempos han cambiado y también las costumbres. Uno de los problemas del comercio de cercanía era que muchos clientes no tenían tiempo para hacer cola en estos negocios. “Se iban a las grandes superficies” donde, además, podían aparcar fácilmente. Ahora están volviendo gracias al whatsapp y al Bizum.
“Lo que más nos está sorprendiendo son los pedidos. Gente que no he visto en mi vida se han hecho clientes por esto del whatsapp. Ayer eran llamadas para darnos las gracias. Esa es nuestra defensa contra el grande, el servicio y la calidad”, reflexiona Manuel Pistón, que asegura que estas navidades se están dando “muy bien” e incluso mejor que años atrás.
También tienen servicio a domicilio. “La mayoría viene a recoger los pedidos pero los podemos llevar a cualquier parte de la ciudad”, explica, al tiempo que asegura que los pedidos “también nos ayudan”, ya que las colas se gestionan de una manera más ágil y todo se procesa de una forma más rápida. “Y esto ha venido para quedarse”, explica. Sin duda, una de las pocas cosas buenas del año del confinamiento.
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