La paciencia y el arte de contemplar las flores
Paciencia. No viene en ningún plano pero corre de boca en boca, de calle en calle, de cola en cola. Es el ingrediente secreto de los Patios de Córdoba. Si alguna vez Córdoba quiso ser la respuesta occidental y europea al hanami, el arte oriental de contemplar la belleza en flor, debió haber previsto que la misma paciencia que tienen los cuidadores de patios la han de tener quienes acudan este sábado, último del concurso, a visitarlos.
A las 12:15, con los patios abiertos desde hace más de una hora, la cola en Martín de Roa, el tradicional patio de San Basilio -y este año ganador del concurso, para más honra- ya ha detenido el tiempo. La cola para entrar a verlo es de una hora y media, más de lo que lleva abierto, y puede aumentar. Tiene toda la pinta. El primer fin de semana de patios, con casi 10 grados más de temperatura e incomodidad, las colas en este patio alcanzaron la hora y cuarto.
Por tanto, con las temperaturas primaverales de este sábado, la cola se podrá ir perfectamente a las dos horas. ¿Cómo sobrellevarla? Pues hidratándose y dejándose llevar por el ambiente, que en el Alcázar Viejo es muy animado durante la celebración de esta fiesta, y en Martín de Roa no lo es menos. “Desde las 11:00 han entrado solo 500 personas”, explican en la entrada. “Qué barbaridad”, exclaman unos turistas en la cola, al oír el tiempo de espera. “¿Merece la pena?”, preguntan a una pareja que sale del patio. “Es de los más bonitos”, responden.
En otro punto de la ciudad, una hora antes, las colas son más tímidas que en el Alcázar Viejo. La calle Pastora, donde está el otro ganador de este año, no presenta cola alguna cuando abre sus puertas. Solo unos cuantos curiosos y unos padres y su hija, vestida de comunión. La familia entra en el patio ganador y le tiran unas cuantas fotos a la niña, ante la curiosa mirada de algunos turistas. Después salen del patio y se mueven en dirección a Santa Marina, otro de los lugares más transitados de la ciudad durante los patios.
En San Lorenzo, uno de los barrios que más está sumando a la fiesta en los últimos años, las colas arrancan algo más tarde. Los grupos de turistas van y vienen por la zona, ubicándose entre iglesias -San Rafael, San Lorenzo, Nuestra Señora de Gracia- y plazas -San Juan de Letrán, Poeta Juan Bernier-. Muchos hacen la ruta hacia el centro, pasando por el Realejo, que es un ir y venir de mapas y mochilas, y desviándose hacia el Palacio de Viana y Santa Marina.
En Santa Marina, en la Iglesia, la cola del Patio de Marroquíes, el más concurrido del barrio edición tras edición, se funde con los trajeados asistentes a una boda -o quizá a la comunión de la niña del Patio de Pastora- y con los veladores de los bares del barrio, que están también abiertos y desde donde los vecinos miran con tanta curiosidad a los visitantes como los visitantes miran a los asistentes de la boda.
En Marroquíes, la cola está también por encima de lo habitual. Entre 30 y 45 minutos para entrar. Los que salen a las 12:00 derrochan Stendahl. Aunque el que mejor se lo pasa sin duda alguna es el lotero de la ONCE, que sonríe mientras reparte suerte en la estrecha calle.
Al fin y al cabo, los patios, al igual que la lotería, requieren paciencia hasta que te toca.
0