Los patios de Córdoba, testigos de la historia
Los Patios, emblema de Córdoba y Patrimonio de la Humanidad
Avanzado el nuevo siglo, también nuevo milenio, no sólo mantiene su poderío, por así decirlo, sino que trasciende las fronteras de la ciudad. Ya lo hacía desde unos años atrás, pero es en este período cuando definitivamente se convierte en un evento de fama mundial. Más si cabe después de recibir un reconocimiento tan importante como es el de Patrimonio de la Humanidad. En realidad, el título lo recibe la costumbre de la vida y cuidado de las históricas casas. Sin embargo, la fiesta es merecedora indirecta o causa fundamental para la distinción. Lo cierto es que el Concurso de Patios sigue adelante con cada vez más presencia internacional, y con mucho mayor protagonismo en el calendario cordobés.
En 2012 comenzó otro período dentro de la trayectoria de la celebración. La marca en el tiempo se establece porque fue entonces, meses después del Mayo Festivo, casi en el siguiente año, cuando Córdoba cumplió el anhelo que perseguía desde 2004. Antes de que esto sucediera, en esa edición del Concurso se produjo un aumento en la cifra de participantes que, no obstante, no fue suficiente para alcanzar la cincuentena. El registro estuvo muy cerca, eso sí, con 49 casas que intervinieron en un certamen que acabó con la victoria del número 6 de Marroquíes en arquitectura antigua y del 2 de Tafures en arquitectura moderna. Los máximos galardones quedaron, por tanto, en el emblemático barrio de Santa Marina.
Todavía en relación con esa entrega de la fiesta, el primero de los recintos, uno de los más singulares de la ciudad, continuó con su hegemonía, iniciada tras cruzar el año 2000. Aunque hasta 2019, que se considera el final de este ciclo, otros tres espacios lograron el primer premio de su modalidad. Por dos veces lo obtuvo el número 7 de Martín de Roa, en el Alcázar Viejo, y la segunda fue en la edición previa a la única interrupción que ha sufrido el Concurso desde que se retomó en 1956. Bueno, ésta es otra historia. De vuelta a 2012, en diciembre una decisión tomada en París determinó el futuro de la celebración y mucho más de las casas-patio. Aunque en la actualidad el hecho es que esa medida sólo se dejó y deja sentir en cuanto a la afluencia de público pues se hace necesaria una política más decidida a favor de los históricos inmuebles.
Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
La fecha estaba señalada en rojo, subrayada o con un círculo en el calendario desde bastante tiempo antes. En la ciudad existía plena confianza en que esa vez sí habría recompensa al trabajo hecho, desde 2004 pero con mejoras durante los años, y, sobre todo, a la labor que realizan propietarios e inquilinos a lo largo de décadas. A pesar de la seguridad en el informe, la incertidumbre era inevitable. Toda duda se diluyó en la mañana del 6 de diciembre de 2012, curiosamente en coincidencia con la fiesta patria por la Constitución de 1978. Porque fue entonces cuando la Unesco, organización de Naciones Unidas (ONU) encargada, en resumidas cuentas, de la protección del patrimonio cultural pero también natural y social del mundo, aprobó la propuesta de la ciudad, hecha por el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía.
Tras dos sesiones de exposición y deliberación, los miembros del organismo, reunidos en París (Francia), decidieron otorgar a los patios cordobeses el título de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Es decir, la designación no fue ni es para las viviendas sino para el modo de vida y la celebración que se da en ellas. Fue un hito que estuvo a punto de producirse un año antes. Sin embargo, en 2011 fueron el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía quienes rechazaron el plan. O mejor dicho, recelaron de la calidad y el enfoque del dosier presentado a la Unesco y retiraron la candidatura para tratar de reforzarla de cara a la siguiente puerta abierta. En diciembre de 2012 la propuesta era mucho más firme y recibió la respuesta deseada. La capital empezó a contar desde el día mencionado con tres títulos de Patrimonio de la Humanidad. No en vano, en 1984 recibió la declaración la Mezquita Catedral y una década después, en 1994, ésta se extendió al conjunto del casco histórico de Córdoba, que es uno de los más extensos de Europa. Y aún faltaba añadir otro reconocimiento de la institución de la ONU.
«La Fiesta de los Patios de Córdoba promueve la función del patio como lugar de encuentro intercultural y fomenta un modo de vida colectivo sostenible, basado en el establecimiento de vínculos sociales sólidos y de redes de solidaridad e intercambios entre vecinos», señaló la Unesco en su dictamen. El veredicto también recogió que las circunstancias anteriores se producen «estimulando al mismo tiempo la adquisición de conocimientos y el respeto por la naturaleza». La felicidad embargó a propietarios e inquilinos y la ciudad en general, de forma completamente justificada. Curiosamente, el presidente del comité que decidía entonces, Arley Jill, dedicó unas palabras llenas de afecto a la capital. Aseguró que de esta forma iba a ser «más famosa aún que Madrid y Barcelona».
El Concurso, siempre a más
La designación como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad hizo que el reclamo del Concurso de los Patios a nivel internacional fuera mayor todavía. El certamen, desde entonces, siempre fue a más. No tanto en cuanto a cifras de participación como sí en su relevancia. Con todo, en 2013 creció el dato de inscripciones hasta llegar a las 52. Pese a ello, no varió el palmarés en relación a los máximos galardones respecto del año anterior. En arquitectura antigua el primer premio se lo llevó el número 6 de Marroquíes y en arquitectura moderna, de nuevo, el 2 de Tafures. El registro de casas-patio en competición aumentó otra vez en 2014, cuando fueron 55 en medio de una novedad significativa en las bases del evento. El Ayuntamiento decidió establecer un límite de viviendas en esas 55, que era el récord histórico -ya logrado en 2002-.
Por cierto, en 2014 el triunfo fue para el número 3 de La Palma y el 22 de Barrionuevo en arquitectura antigua y arquitectura moderna, respectivamente. Los barrios de San Pedro y Santiago fueron protagonistas en esa ocasión. De vuelta al nombramiento internacional, los patios ayudaron, en cierto modo, a superar la decepción que supuso la no designación de Córdoba como Capital Europea de la Cultura de 2016. Aquello, que ocurrió en junio de 2011 -en el período anterior-, fue uno de los mayores golpes recibidos por la ciudad en décadas. La alegría en relación con las medidas de la Unesco se repitió poco después, en 2018. Entonces, el 1 de julio, se le otorgó a Medina Azahara el título de Patrimonio de la Humanidad. Y, de repente, ningún otro lugar igualaba a éste a la vera del río Guadalquivir en este sentido.
Mientras, en ese momento, los cuidadores de los emblemáticos recintos aguardaban una fecha fundamental. Con el certamen convertido en uno de los mejores aspectos de identificación mundial de la ciudad, el cumpleaños más importante estaba cada vez más cerca. En 2021, a tres años vista desde el instante en que Medina Azahara logró su reconocimiento, se iba a celebrar el centenario del evento. Un siglo de existencia no es un detalle baladí y la ilusión comenzaba a ser máxima. Pero de por medio se metió un virus, el Covid-19, que cambió la cotidianidad del mundo y no sólo de Córdoba. Y que también ocasionó la primera interrupción de la fiesta desde 1956. Aunque ésta es otra historia, a buen seguro la siguiente relacionada con el Concurso de Patios…
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