Maese Luis, 9: el origen de otros tiempos
Abre la senda el azahar. Lo hace tanto en el escenario principal del barrio, en la calle San Fernando -o de la Feria a nivel popular-, como en el punto en el que continúa el trazado hasta la parroquia de San Francisco. Donde arranca el empedrado de Huerto de San Pedro el Real se prolongada la vía Maese Luis, en cuyo número 9 se destapa otro florido escenario de cuantos riegan Córdoba. Más especialmente luce en mayo de la mano del Festival de Patios, que tuviera un segundo origen precisamente en este lugar. Tres décadas después de que impulsara la presencia de las casas de nueva construcción o rehabilitadas en la tradicional celebración esta vivienda mantiene sus puertas de par en par para vecinos, viandantes y turistas. Sus cuatro paredes recogen una colección de plantas que, de alguna forma, son pioneras en esta fecha.
El zaguán conduce al patio a través de un pequeño pasillo que aúna otras estancias de la vivienda. Donde el sol habita en las horas de luz, una gran cantidad de macetas convierten un escenario común en un inesperado jardín de color y esencia. “Esta casa la hicimos nueva hace 36 o 37 años. Mi ilusión era tener esto (en referencia al patio). Teníamos un piso en Fernando Colón y ahí no tenía más que cuatro flores y la verdad es que mi capricho siempre ha sido éste. Como a mi marido le gusta la cacería y los perros en el piso no podían estar, nos vinimos aquí”, explica con tono alegre Isabel López, la propietaria de la residencia. Entre charla y charla con los visitantes, la dueña de esta casa-patio rememora el cambio de domicilio desde los ojos de su suegra. “Me decía, Isabel, que te vas a quitar la vida en la casa. Esto es una locura, ahora me acuerdo de ella, porque los años no pasan en balde”, indica sonriente y sabedora de que es inevitable mantener el paraíso que un día decidiera disfrutar y cuidar.
La vivienda, que aparece a medio camino entre otras dos dentro de la ruta Judería – San Francisco, es la iniciadora de una nueva etapa en el Festival de los Patios, tal y como relata su propietaria. “Llevamos 30 años participando en el concurso. Éste fue el primer patio nuevo que se abrió. No querían, pero yo les dije que algún día tenía que ser, porque de los viejos estaban echando las casas abajo. A los cinco o seis años de vivir aquí fuimos al Ayuntamiento (ella y una hija), sin que se enterara mi marido, que estaba de viaje, y lo apuntamos”, recuerda Isabel López, que atiende con amabilidad a todos cuantos acceden a su particular oasis. A pesar de su relativa reciente hechura, la residencia presenta elementos que guardan la esencia de lo añejo, como columnas o cristaleras de aspecto árabe.
Un azulejo de San Rafael, custodiado por dos faroles, preside una fuente que se prolonga en forma de caño y culmina con un atractivo surtidor. Canarios y tortugas completan la escena, en la que las plantas y flores son las principales protagonistas. Es otro lugar para el disfrute, como el que le supone a la propietaria de la casa, que participa en la modalidad de arquitectura moderna. “Esto es un lujo. Me han dado la grandeza de poder abrir durante 30 años el patio”, apunta Isabel López después de confesar que a ella le agrada cualquier planta. “A mí me gustan todas. Ahora a lo mejor meto más flores, porque mis nietos me dicen que lo tengo muy verde. Las begonias me gustan muchísimo, y las gitanillas”, expresa la dueña de este recinto en el que el Festival de los Patios tiene su segundo origen.
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