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Pablo Salinas: “Siempre he querido recuperar la emoción que sentí tocando a Bach con el órgano de Felipe II”

Pablo Salinas, guitarrista y director de Sinfonity

Juan Velasco

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Pablo Salinas fue organista de El Escorial huyendo de las palizas de sus compañeros de colegio. No le funcionó el karate, pero sí las clases de piano. Y con once años tocó por primera vez la Tocata y fuga en Re menor de Bach, una epifanía que cambió su vida para siempre.

Desde entonces, aquella catarsis es el mantra que ha guiado sus pasos en el mundo y en la música, incluido su trabajo como director de Sinfonity, la primera orquesta de guitarras eléctricas del mundo, y que lleva años llevando los clásicos a miles de personas a golpe de amplificador.

Pero, en el principio de los tiempos, en el génesis mismo, siempre fue Johan Sebastian. “Siempre he querido recuperar la emoción que sentí tocando a Bacha con el órgano de Felipe II”, ha reconocido Salinas, primer protagonista de La guitarra cuenta, el formato conversacional con el que el 40 Festival de la Guitarra suple este año la ausencia de los cursos de verano.

Salinas estaba en el escenario junto al músico, promotor, director artístico y productor Gonzalo Pérez Pastor, que apostó por el espectáculo Sinfonity y por aquel joven músico, que había sido organista de El Escorial, pianista de Los Chichos, estudiante de informática y que, finalmente, acabó ejerciendo de director de una particular (y eléctrica) orquesta.

Pérez Pastor, de hecho, le ha insistido a Salinas en que aparcara la guitarra y se sentara al piano, calificándolo de virtuosos. Salinas, sin embargo, ha replicado que ser instrumentista tiene más que ver con ser políglota. “Es como el que habla varios idiomas”, ha dicho, recalcando que la música es un lenguaje universal que, desafortunadamente, ha perdido la función “superior” que históricamente ha tenido, en favor de otros entretenimientos, como los deportes.

Y, de nuevo, con Bach en la recámara: “Bach, que tocaba en las iglesias luteranas de Dresden y Leipzig, decía que tocaba delante de 9.000 personas. Menos el día que presentó su proyecto más ambicioso, La Pasión de San Mateo, que como llovió, la tocó delante de 9.000 personas, más los burros y ovejas que estaba permitido entrar en las iglesias en días de lluvia”.

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