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Rafael Ávalos

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Es ésta jornada de solemnidad pero también de algarabía. Lo primero corre a cargo de todas las corporaciones, si bien de unas más especialmente que de otras. Mientras, lo segundo corresponde al ambiente que habitualmente generan algunas por la forma tan propia de cumplir con sus estaciones de penitencia. El ruido, bien entendido esto, en la calle va ligado con hermandades como la Paz, por el estilo de andar de sus pasos por ejemplo, o de la Piedad, por ser de barrio y de uno además como Las Palmeras -por la humildad y el especial modo de mostrar la devoción por sus titulares-. Sea como fuere, el Miércoles Santo en Córdoba significa, grosso modo, bulla, que en esta ocasión se produce sin embargo más emocionalmente, o interiormente si se prefiere, debido a la pandemia de Covid-19. Dicho de otro modo, la intensidad del día, en víspera ya de los conocidos como grandes de la Semana Santa de la capital, se produce esta vez desde el recogimiento de la veneración a las imágenes en sus sedes canónicas.

Al igual que en las jornadas precedentes, y como va a ocurrir en las venideras, la crisis sanitaria que azota a la globalidad del planeta obliga a una celebración cofrade que en nada tiene que ver con la habitual. La Pasión no transcurre durante este 2021 con las tradicionales salidas procesionales. Aunque a diferencia del pasado año, al menos, las hermandades pueden realizar sus estaciones de penitencia -de otra manera, claro- y los devotos, y la ciudadanía en general, tienen la oportunidad de contemplar de cerca las tallas e incluso sus pasos al completo. Precisamente esto último, como sucedió en casos como Rescatado u Oración en el Huerto el Domingo de Ramos, es lo que tiene lugar en la plaza de Capuchinos en este particular Miércoles Santo. Porque en torno al Cristo de los Faroles la Paz abre sus puertas con el montaje completo de sus tronos.

Desde las 10:00 es posible visitar a Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia y Nuestra Señora de la Paz y Esperanza, que aguarda el momento de ser coronada de pontificio modo. Los titulares de la que es una de las cofradías de bulla por excelencia en la capital permanecen expuestos en sus pasos, el Señor acompañado del conjunto de su misterio. Y en este punto es donde se dan de forma más perceptible las colas de devotos y cofrades. A todo esto, y descrita la situación, la veneración se desarrolla en la nave de salida anexa a la iglesia conventual del Santo Ángel (Capuchinos) y no en el templo, como es lógico. A la misma hora arrancaron también los actos, de carácter interno y público, en la basílica menor de San Pedro. En la fernandina iglesia se da el carácter solemne del Silencio blanco, que es contrapunto del jolgorio -entiéndase la expresión- de la Paz o la Piedad.

Tan especial templo -a nivel arquitectónico e histórico- recibe centenares de visitas por la exposición a veneración pública del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo. Los titulares de la hermandad conocida por la advocación del Crucificado aparecen en un altar efímero mucho más sobrio, propio de su sello. Solemne es también el tránsito de Nuestro Padre Jesús del Calvario y Nuestra Señora del Mayor Dolor cada Miércoles Santo. Una seña de identidad que se refleja en la disposición de ambas imágenes en una de las iglesias más significativas de la Semana Santa de Córdoba, y también fernandina. Se trata de la Real Parroquia de San Lorenzo Mártir, donde la corporación del Calvario vive la Vía Sacra del rezo del Vía Crucis mucho más íntimamente. Es la opción que conceden las restricciones por la pandemia de Covid-19, cuyo cumplimiento es escrupuloso por parte de las cofradías y quizá no tanto por la gente en general.

La actividad este Miércoles Santo continuó durante la tarde. De entrada, en las hermandades ya mencionadas, que continuaron con cultos públicos e internos y otro tipo de actos. Pero también en las otras tres que conforman el día en cuestión. Básicamente porque en horario vespertino cuando desarrollaron la mayor parte de sus citas. Así, a las 16:00 abrió sus puertas la parroquia de Nuestra Señora de la Paz (San Basilio) para la veneración a Nuestro Padre Jesús de Pasión y María Santísima del Amor. En torno al Señor de los Hortelanos y la Virgen en compañía de San Juan Evangelista existió un amplio programa. Además, como nota curiosa de esta Semana Santa por ahora en Córdoba, la corporación del Alcázar Viejo dispuso de una pequeña muestra de parte de su patrimonio a modo de exposición. Una iniciativa que llamó mucho la atención a quienes se acercaron hasta este templo.

A idéntica hora se intensificó la actividad en San Antonio María Claret, donde hubo ocasión de rendir culto al Santísimo Cristo de la Piedad y María Santísima de Vida, Dulzura y Esperanza Nuestra. El altar en este caso fue muy sencillo pues lo más importante para la hermandad, como para el resto en realidad, era la veneración sin más a sus titulares. Y no faltó el barrio de Las Palmeras, que guarda una fuerte devoción por las imágenes, en el templo. Ya más tarde, a las 19:00 tuvo lugar la apertura de puertas al público en general en la parroquia de San Juan y Todos los Santos (La Trinidad). Éste era el tercer y último día de relación con cofradías en la que es una de las iglesias principales para la Semana Santa de Córdoba -al igual que sucedió, por cierto, con San Lorenzo-. Ocurrió con motivo de la exposición de Nuestro Padre Jesús del Perdón y María Santísima del Rocío y Lágrimas, trasladados con motivo de la pandemia desde San Roque -perteneciente a La Trinidad-. Por supuesto, la visita de los cordobeses llegó tras la misa de hermanos.

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