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El vacío de José Luis Navarro: un año sin la mayor leyenda del Córdoba

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Rafael Ávalos

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Es una casualidad. Un capricho del destino, otro, y nada más. Pero no deja de resultar curioso. Desde días atrás el que fuera su estadio, ya como padre de las generaciones posteriores -y más recientes-, aguarda un partido en el que no juega el que fuera hasta el último día su equipo. A orillas del Guadalquivir se enfrentan el Barcelona y la Real Sociedad. La contienda corresponde a la primera semifinal de la nueva Supercopa de España, ésta con formato a cuatro que ideara la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) de Luis Rubiales ya para su edición de 2019. Porque ésta, por raro que pueda parecer, es la de 2020. Sin embargo, este miércoles difiere mucho a nivel emocional en las entrañas de El Arcángel. Como motivo, que quizá muchos olvidaran dentro del frenesí por el fútbol de Primera -que tan bien conociera él-, se encuentra el aniversario de una de las más grandes pérdidas para el Córdoba. Hace un año este 13 de enero que no quedara más remedio que despedir para siempre a José Luis Navarro, que sin duda es -aún hoy y en realidad por tiempo inestimable- la mayor leyenda del club.

Azarosa, la vida ha querido que la mañana en que se conmemoran los primeros 365 días del fallecimiento del madrileño coincida con el preámbulo de un choque entre dos de las entidades más importantes del país. Y a las dos las conoció muy bien, de cerca, el propio José Luis Navarro. Para algo comandó al mejor Córdoba de toda la historia, aquel que consiguió encadenar siete temporadas en Primera, que conquistó un quinto puesto en la máxima categoría y que acarició la final de la Copa del Rey -entonces del Generalísimo-. Fue el 13 de enero de 2020, dos meses y dos jornadas antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma por la pandemia de Covid-19, cuando la luz se apagó finalmente para el central nacido en Aranjuez pero arraigado en esta ciudad. Su adiós fue repentino para la inmensa mayoría pero no para sus más allegados, ya que sufría un tumor hepático. Complicaciones de la operación a que fue sometido por tal razón conllevaron su deceso. Como no podía ser de otra forma, el luto lo llenó todo en torno al cuadro califal.

Para recordar, aunque sea brevemente pues de lo contrario serían necesarias páginas y más páginas, a José Luis Navarro del Valle (Aranjuez, 1936) como mito que fue y va a ser para la posteridad del Córdoba es necesario retroceder hasta verano de 1955. Entonces, cuando apenas tenía 19 años, José Juncosa le convenció y también a sus padres, que era la tarea más compleja, para que firmara por el club. La entidad apenas existía desde 1954 -aunque no fue una fundación nueva como tal- pero aparecía en el panorama andaluz con grandes aspiraciones. El defensa fue uno de los artífices, a las órdenes del entrenador antes mencionado, del primer ascenso blanquiverde. Se pasó de Tercera a Segunda, en su Grupo Sur, puesto que el fútbol español no tendría su pozo de Segunda B hasta finales de los setenta. Ya desde el principio el madrileño se postuló como uno de los líderes de un vestuario en que también fueron referentes, y lo son actualmente y para siempre, Juan García Juanín, Simeón Soler Simonet o Ricardo Costa -todos tristemente fallecidos-.

Con Roque Olsen, un histórico a nivel nacional, el Córdoba cumplió su sueño pues no dio tiempo casi a que fuera anhelo de estar en Primera. La campaña 1961-62 terminó con aquel recordado 0-4 en el Colombino y el salto a la elite. La camiseta y las botas que utilizó aquel día, así como el balón con que se disputó el duelo con el Recreativo de Huelva, las guardó hasta el final, como el mayor de los tesoros, un hombre que ya había decidido consagrar su vida al conjunto blanquiverde. Por cierto, uno de los dos contendientes de este miércoles en El Arcángel impidió al cuadro califal que subiera de escalafón en la 1959-60. Fue la Real Sociedad, que desde la máxima categoría dio al traste con la ilusión de los cordobesistas en una promoción que requirió de partido de desempate tras un 2-1 en el inolvidable estadio de Atotxa y un 1-0 en el coliseo ribereño. Ese tercer encuentro ante los donostiarras lo acogió nada más y nada menos que el Santiago Bernabéu y acabó con un pírrico triunfo vasco con gol de Rivera (1-0). Por supuesto, pese a haber sido un curso negativo en lo personal por una lesión, José Luis Navarro estuvo ahí. Curiosamente, el último choque del madrileño pero cordobés, y viceversa, entre los más grandes del fútbol español lo jugó ante la escuadra txuri urdin. Ocurrió el 24 de noviembre de 1968, dentro un campeonato 1968-69 que cerró con el descenso a Segunda. Los blanquiazules no tuvieron compasión esa tarde y vencieron por 5-1.

Siete temporadas en Primera le concedieron la oportunidad de medirse al Barcelona en no pocas ocasiones. La primera fue en el Camp Nou el 23 de diciembre 1963. De azulgrana vestían algunos futbolistas históricos como el guardameta Sadurní, Fusté o Pereda. Y al frente de ellos estaba Ladislao Kubala, que después fue el último técnico del cuadro califal en la elite hasta 2014. El Córdoba seguía a las órdenes de Roque Olsen y fue capaz de colocar en aprietos a su rival gracias a un tanto de Paz en el 74. El marcador final fue de 2-1. Otra duelo con los catalanes deparó un triunfo mínimo de los blanquiverdes. Fue durante la campaña 1966-67 y como preparador estaba en El Arcángel -el original, no el actual- el controvertido Marcel Domingo. Como las curiosidades no faltan en el fútbol, el banquillo azulgrana lo ocupaba Roque Olsen. Vidal hizo el 0-1 a los dos minutos pero Juanín, en el 39, y Bogado, en el 52, dieron la vuelta al tanteador -que entonces no era electrónico sino manual y rudimentario- para conseguir una victoria memorable.

Aunque estos son sólo unos escasos recuerdos de los muchísimos que guardó para sí José Luis Navarro junto con el Córdoba. El central ayudó a que el equipo finalizara en quinta posición en Primera la temporada 1964-65, con un también histórico Ignacio Eizaguirre como entrenador y sin opción de jugar la Copa Feria -antigua UEFA Europa League- por la normativa del momento. También sufrió con la eliminación en semifinal de Copa del Rey -entonces, en efecto, del Generalísimo- la campaña 1966-67 ante el Athletic. Bueno, en la época era “el Bilbao”. Cosas de la etapa por la que atravesaba España. Esa ronda deparó una de las situaciones más dolorosas para la entidad, con una herida que aún hoy permanece abierta. Sobre todo entre los más veteranos, y al cordobés de Aranjuez le dolía profundamente todavía antes de marcharse del mundo terreno. El doble partido estuvo rodeado de polémica al arbitrar en el de ida, jugado en El Arcángel, un árbitro dl colegio valenciano pero nacido en Bilbao: Birigay Nieva.

Momentos gratificantes y otros que no lo fueron tanto, como la tragedia de la caída de un autobús urbano al río -con víctimas mortales- cuando se dirigía al estadio para un encuentro. De todo vivió y de todo sufrió José Luis Navarro hasta que en 1970, casi con 34 años y tras un intento fallido de retorno a la máxima categoría, colgó las botas. En realidad, también vivió y sufrió de todo hasta los 83 con que falleció, ya que nunca se separó del conjunto blanquiverde. Por tal motivo, porque fue el futbolista que más veces vistió y defendió la elástica del club de manera oficial -15 cursos y 319 partidos, entre Tercera, Segunda y Primera- y porque quiso estar cerca de los jugadores que después le sucedieron es una institución para la entidad. Este miércoles, al tiempo que gran parte de la atención se centra en Barcelona y Real Sociedad, en un día en que ambos equipos se enfrentan a orillas del Guadalquivir, El Arcángel se vuelve a llenar del vacío que dejó la mayor leyenda del Córdoba.

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