Si quiere dar un paso más, en El Arcángel tendrá que ser
El Córdoba reafirmó ante el Mirandés sus dificultades para rentabilizar sus partidos en casa, donde ha sufrido una dañina mutación
Volvió a ocurrir. El Córdoba sigue sin dar con la fórmula correcta para sacar adelante sus partidos en El Arcángel, un reino transformado en una barraca después de una horrible mutación: en la primera vuelta, el Córdoba era el líder de la Liga al amparo de su hogar; en la segunda no hay nadie peor. El pasado fin de semana, ante el Mirandés, reeditó sus tradicionales problemas para solventar sus partidos como local. Terminó al borde del desastre completo, pues los burgaleses contaron con oportunidades claras para haberse llevado los tres puntos. El 1-1 final permitió a los blanquiverdes alcanzar la cifra de 50 puntos, un número referencial en su historia reciente si exceptuamos el paréntesis con Paco Jémez al mando. En un campeonato de altísima exigencia, el Córdoba logró meterse en la última plaza del play off en la jornada final del campeonato gracias a un empate en el estadio de Balaídos, con el Celta logrando el punto que le llevó a Primera. En este curso irán a las eliminatorias por el ascenso equipos con bastantes menos puntos y, sin lugar a dudas, con un aspecto muy inferior en cuanto a talento y competitividad que el que tenía aquel Córdoba.
Así están las cosas. Por eso la afición mostró su desencanto tras llegar, a falta de seis jornadas, a esos 50 puntos que dejan apalabrada la permanencia. Y también por eso, porque el equilibrio a la baja es patente en el campeonato, el Córdoba de Chapi Ferrer sigue manejando opciones de estar la próxima temporada en Primera División. Por muy descabellado que parezca, es matemáticamente posible. “Quedan 18 puntos en juego y el tren del play off no se nos ha ido”, declaró al final del partido el técnico catalán, que sigue en sus trece. “Soy un tío muy optimista”, declara cada vez que tiene ocasión.
Si el Córdoba quiere dar el pasito, tendrá que ser en casa. No le queda otro remedio que remendar esa feísima estadística que presenta, contra todo pronóstico, en sus duelos como local en la segunda fase del campeonato. Sobre todo porque la transformación en los números ha sido radical. Entre las jornadas 1 y 21, el equipo blanquiverde disputó 10 partidos en El Arcángel y cosechó 23 puntos, gracias a un balance de 7 victorias, 2 empates y una sola derrota, con 18 goles marcados y 8 encajados. No hubo nadie mejor. Entre la 22 y la 36, la última disputada, compareció en su estadio en 8 ocasiones. Solamente ganó un partido, empatando 4 y perdiendo 3, con 6 goles marcados y 8 recibidos. Con Ferrer, que relevó a Pablo Villa a falta de 16 jornadas, el expediente no mejoró: 7 puntos de 18 posibles, con una victoria, cuatro empates y una derrota.
¿Qué le ha pasado al Córdoba para padecer tal declive? Principalmente, se le ha notado su falta de recursos para asumir el papel de un equipo dominante y generador de peligro. Contra adversarios bien ordenados en defensa, el Córdoba ha echado de menos a jugadores capaces de aportar soluciones imaginativas, con desborde y remate. La lesión de Carlos Caballero, las intermitencias de Xisco y López Silva, el decepcionante desempeño de Uli Dávila y la complejidad para formar el doble pivote (lesiones, sanciones, fichajes) han reducido la capacidad cordobesista de medio campo para arriba. Ahí es donde debía marcar las diferencias. Como dijo una vez Paco Jémez a propósito de las rentas en ataque: “Se pueden conseguir por talento o por ser pesados”. Al Córdoba se le han caído -o no le han respondido- hombres con calidad creativa. Para ser pesado, machacar con continuas llegadas y presionar desde la línea de salida adversaria, hace falta un fondo físico espectacular. Y de eso, a la vista está, tampoco anda sobrado el equipo.
Al Córdoba le quedan seis partidos por delante. La mitad fuera de casa (Barcelona B, Tenerife y Recreativo), todos ellos ante equipos que andan metidos actualmente en el grupo de los seis primeros. Si los blanquiverdes mantienen el tono de la segunda vuelta en los viajes pueden albergar esperanzas. Ya sacaron victorias en estadios de rango como el Molinón o el Rico Pérez de Alicante. Pero el meollo de la cuestión estará en El Arcángel, donde precisan un salto de calidad que evite un final de campaña tedioso. Recibirán a Zaragoza, Real Madrid Castilla y Mallorca. Ahí está el examen pendiente de aprobar, el que marcará la diferencia entre ir a pasitos o dar un buen salto.
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