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El ritual de Rafalito y la pasión a todas horas

Rafael Hinojosa muestra su abono para la temporada 2019-20 | MADERO CUBERO

Rafael Ávalos

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Ya lo tiene en sus manos. Tras recibirlo, lo muestra a cámara. Está aún en la sala de taquillas. La imagen es plenamente reconocible. Tanto que bien pudiera utilizarse un recurso de alguna temporada anterior. Por su parte, es una costumbre. También lo es, o empieza a ser, para los medios. Rafalito, como es conocido, guarda su carnet en la cartera y ésta en la mochila. Es, un año más, el primero en adherirse al proyecto del Córdoba. Su nombre en realidad es Rafael Hinojosa Pérez y su modo de vida, seguir al conjunto blanquiverde sin importar la categoría. Pero no es el único.

“A las cinco y media”, comenta con una sonrisa cuando le preguntan por el número de turno que tiene. Sostiene el abono de la anterior campaña y también el papel propio de la charcutería o la pescadería de un supermercado, de ése que sale de un rollo. No es el uno, es el cero. Él abre la puerta de El Arcángel de nuevo, esta vez con un difícil camino por Segunda B por delante. Rafael culmina pasadas las diez de la mañana de este martes su plan: contar con el carnet del Córdoba tan pronto que nadie lo consiga antes. Es ya un personaje significativo dentro de la masa social del club.

En efecto, en torno a las cinco y media había llegado a la explanada del Fondo Norte del estadio. A esa hora arrancó su espera ante unas taquillas cerradas a cal y canto, como es lógico. Pero no fue el único en madrugar para adquirir su carnet en el inicio de la campaña de abonados del Córdoba, que era la cita a la que acudía Rafael esta vez. Otros le siguieron no mucho después. El papel con el número uno y el del dos los recogieron sobre las nueve y media de la mañana, otros dos hombres. Cada cual de muy diferente edad, uno un chaval y el otro un padre de familia. Ambos comenzaron a dar forma a la cola en El Arcángel.

Los compañeros de Rafael en la espera cayeron ya por la zona con cinco minutos de diferencia a partir de las seis de la madrugada. “Así ha sido”, señalaba quien fue el segundo aficionado en sumarse oficialmente al proyecto del Córdoba para la 2019-20. Tras ellos, después, vinieron unos cuantos más. No muchos como para hablar de una expectación masiva, pero sí los suficientes para dibujar una fila a dos e incluso a tres -nada de india, como se decía en los colegios- significativa. Quizá algo más de medio centenar de seguidores aguardaban a las nueve y media a la apertura de las puertas.

Rafael estaba el primero. Él y quienes inmediatamente le sucedían, mostraban antes de acceder a las taquillas sus abonos de la pasada campaña. El ritual se cumplía con anticipo y continuó después, ya formalmente adherido a otra causa de su equipo. Fue tras unos minutos, en torno a un cuarto de hora, de conversación animada dentro de las cocheras de El Arcángel. El lugar venía a ser como una lúgubre sala de espera en un día especial para los aficionados deseosos de reafirmar su fidelidad a un Córdoba que, por mucho que sufra un fracaso reciente, siempre les va a tener cerca. Cómo no, con Rafalito el primero.

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