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27 de septiembre de 2024 20:16 h

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Vidas diferentes, pero caminos cruzados. Senderos que, inesperadamente, abocan a una misma dirección. En un sentido propio, bajo una misma pretensión y dejando atrás muchos sueños incumplidos. Como ya se sabe, hay disciplinas deportivas que no permiten vivir de ellas en un determinado nivel, ni siquiera cuando has llegado a alcanzar, incluso, los límites de la selección española de dicha modalidad, o cuando te codeas con la élite de tu propia ciudad. Hay momentos en la vida en los que toca elegir entre la pasión y la responsabilidad. Apurar los deseos al máximo y tomar el camino de una madurez obligada. Es lo que le tocó hace ya algunos años al cordobés Camilo Puertas, seguramente por palmarés uno de los mejores triatletas de la historia de la provincia, quien a finales de la década pasada llegó a alcanzar su techo deportivo.

Tras muchos años de dominio provincial y andaluz, el mayor de los Puertas tuvo un salto definitivo hacia la élite nacional a mediados de la década pasada, siendo igualmente dominador en los Campeonatos de España. En 2018 participó en el Campeonato de Europa Multideporte, proclamándose subcampeón continental en triatlón cross. Esa medalla le abriría aún más puertas internacionales, cumpliendo un nuevo sueño en 2021, cuando estuvo presente con la selección en el Mundial de triatlón cross. Una vida dedicada al deporte, por puro talento, instinto y disciplina. Su ambición era competir, lo que le obligaba a sacrificar infinitas horas de ocio. Eso sí, como él mismo reconocía, el sabor de la carrera compensaba todo. Sin embargo, coincidiendo con esa vorágine competitiva, inició a la par otro sueño de infancia, que no era otro que ser bombero, por lo que a finales de 2017 fue cuando comenzó su proceso de oposición hacia una profesión que anhelaba desde niño.

“Yo desde pequeño siempre he dicho que quería ser bombero. Yo eso de querer ser futbolista u otra cosa, no lo he tenido, yo siempre quise ser bombero, como mi padre”, subraya Camilo con una sonrisa de oreja a oreja por saber que ese gran sueño de la infancia al fin se pudo cumplir, no sin muchas horas de esfuerzo por el camino. “Supongo que todos los deportes son parecidos, pero yo conozco el triatlón. Son tres disciplinas en las que inviertes mucho tiempo al día para entrenar, y también para descansar entre cada entrenamiento. Mi vida era mucho entreno y estudiar, vida social tenía muy poca. Quieres hacer algo y dices: no, este fin de semana no puedo. Compaginaba todo a tope, pero yo sabía que en algún momento tenía que bajar un poco la intensidad de los entrenamientos”, explica.

Fue a finales del 2021 cuando le llegó una interinidad en el cuerpo de bomberos de Córdoba y desde entonces tuvo que elegir, y el camino no era otro que poner el triatlón en un terreno más secundario. “Esto es una profesión en la que no dejas de aprender, al principio entras y estás súper perdido”, precisa Camilo, que cuando ya se pudo ver con un pie dentro, apretó los dientes y dobló horas de esfuerzo en estudiar para finalmente obtener hace unos pocos meses su plaza definitiva.

Era el fin de un camino de tesón y sacrificio, viéndose obligado a dejar a un lado la disciplina con la que más disfrutaba y en el mejor momento de su carrera. Cosas del destino. Y es que en un punto similar se encuentra el carpeño Antonio Bioque, uno de los mayores talentos cordobeses de la generación del 2001, quien en categorías inferiores fue un fijo con las selecciones cordobesas y andaluzas. En categoría sénior pasaría por clubes como Coria, UCB o Morón, antes de enrolarse la temporada pasada como refuerzo invernal en el Coto Córdoba CB. “Empecé en Morón y llegar a una liga como la que estaba jugando allí no es fácil, estaba súper motivado, pero las cosas no salieron como esperaba y me llegó la oportunidad de jugar aquí en Córdoba, en mi ciudad, con gente que conocía, no tuve que pensarlo mucho”, remarca Bioque, cuya incidencia dentro del equipo fue de menos a más, hasta convertirse en una pieza clave para Alfredo Gálvez como desatascador de partidos, gracias a su acierto desde el perímetro.

El equipo obtuvo el merecido a ascenso a Segunda FEB y tal fue su implicación y rendimiento, que el propio club le ofreció la renovación para ser uno de los integrantes en la histórica temporada en la que Córdoba volvía a la tercera categoría nacional. “Me ofrecieron renovar y seguir un año más, pero tenía también claro que quería seguir con la oposición y creo que era el momento de dar ese paso, muy a mi pesar. Desde los cuatro años jugando y nunca me he separado de una pelota de baloncesto. No ha sido fácil”, puntualiza, pese a que afirma que agradece mucho al club su interés, ya que “me pusieron todas las facilidades posibles, pero esta oposición necesita el 100% del tiempo y yo no quería perjudicar al club”.

Bioque también comenzó hace unos meses a estudiar, aunque no ha sido hasta este verano del 2024 cuando ha dado verdaderamente el paso. Y al igual que Camilo, la decisión la ha tenido que tomar cuando tenía por delante el desafío más ambicioso de su vida deportiva. “El club de mi ciudad, muchos años sin que un club de Córdoba jugara en una liga así, después de un ascenso del que yo he formado parte, la decisión ha llegado en el peor momento. Era un año muy bonito”, lamenta, al tiempo que incide que, en su caso, no ha sido algo vocacional desde pequeño, y fue cuando inició su formación universitaria cuando la idea de ser bombero tomó más fuerza en su cabeza.

Puertas y Bioque, dos apellidos unidos por un mismo objetivo. Uno que ya ha recorrido buena parte del camino, y el otro que busca inspirarse en su paisano para cumplir sus propios deseos. Y es que el de los Puertas es un apellido muy arraigado al cuerpo de bomberos. Como ya se ha dicho, su padre es bombero, Camilo ya tiene su plaza, al igual que su hermano pequeño Ángel, que también firmó la suya hace unos meses. Además, Nico, el otro de los hermanos, ha iniciado recientemente su camino como opositor. Y todos ellos, igualmente, tuvieron que sacrificar en su momento el deporte por la vida laboral, pues también se encontraban inmersos en sus mejores momentos, formando parte de las selecciones nacionales de triatlón.

Unidos por una misma vocación y a través de caminos más cercanos de lo que ellos mismos pensaban, ya que todos los citados comparten el mismo preparador, que no es otro que Pablo López. “Lo que diga Pablo tiene que ir a misa”, sentencia Camilo como consejo hacia Bioque. Sacrificio total entre el deporte de nivel y el futuro laboral. Aparcar la pasión por la profesión. Sin dejar de disfrutar. O al menos intentarlo.

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