Pablo Carreño, un bronce olímpico curtido en Palma del Río y Pozoblanco
Los últimos días aportan bastantes satisfacciones al deporte español. Alegrías que no sólo son para quienes las protagonizan sino para los apasionados de la competición, sea cual sea la disciplina. Como principal motivo de felicidad está el oro obtenido por la baenense Fátima Gálvez y su compañero, Alberto Fernández, en equipo mixto de la modalidad de foso olímpico. Sólo unas horas de diferencia existen entre ese logro y el siguiente, que es otra medalla histórica. No es otra que el bronce conquistado en tenis por Pablo Carreño. Un metal con sabor a éxito mayor al conseguirlo el asturiano ante el número uno del mundo, Novak Djokovic. Pero la relevancia en el caso que ocupa de la presea está en un apunte anecdótico pero digno de ser recordado: la relación que el gijonés tiene con la provincia a través de Palma del Río y Pozoblanco.
Ahora todo el mundo festeja la hazaña de Pablo Carreño Busta (Gijón, 1991), quien a sus 30 años -casi recién cumplidos- alcanza el que probablemente sea el culmen de su trayectoria deportiva. Pero lo que quizá muchos desconocen, si no son seguidores reales de su disciplina, es que el asturiano llega a la cima tras una carrera cargada de esfuerzo y constancia. Y que estuvo en numerosos torneos dentro del circuito de la Federación Internacional de Tenis (ITF) pero con una repercusión muchísimo menor que otros. Son aquellos en los que, sin dejar de tener interés, se curten las promesas de las pistas, ya sean nacionales o extranjeras. Y ahí aparecen los Open de Palma del Río y Pozoblanco en la historia del bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio.
Es necesario viajar atrás en el tiempo más de una década. Más concretamente, hasta 2010. Pablo Carreño daba sus primeros pasos como sénior pues tenía sólo 19 años. Ya entonces comenzó a dar muestras de que podía alcanzar metas muy altas, como terminó de quedar reflejado en Japón. Durante aquella época el Open Cruzcampo Ciudad de Palma del Río tenía rango de International Futures. Y en la edición referida surgió el nombre de un muchacho de Gijón que para muchos era uno de los mayores talentos del tenis español. Sí, era el deportista que hace apenas unos días, más de un decenio después de ese instante, superó a una de las leyendas de este deporte como es Novak Djokovic. Lo cierto es que el asturiano supo progresar hasta llegar a la ronda de semifinales.
Pablo Carreño completó una magnífica actuación pese a su juventud pero se vio fuera de la final al caer ante el belga Ruben Bemelmans. Curiosamente, quien le impidió dar la cara por el triunfo definitivo fue quien se proclamó vencedor en Palma del Río. En cualquier caso, el asturiano vendió cara la derrota al obligar a su rival a llegar a un 7-6 y un 7-5. A lo mejor en esos días nadie intuyó en la provincia que se estaba ante una de las mejores raquetas del país en años venideros, los actuales. Por aquella época, tan joven pero tan prometedor, el gijonés también se dejó ver en el Open Ciudad de Pozoblanco, que curiosamente acabó en su edición de 2021 cuando los Juegos de Tokio estaban en su comienzo. La competición de Los Pedroches siempre lleva a gala, además de ser ya entonces torneo ATP Challenger, haber recibido a grandes figuras en sus orígenes o en pleno proceso de crecimiento.
Y entre los talentos que pasaron por el Open Ciudad de Pozoblanco se cuenta, así es, Pablo Carreño. Como también hicieron Fernando Verdasco, Roberto Bautista, Tommy Robredo o Nicolás Almagro. El asturiano intervino en varias ocasiones, si bien fue en 2011, con apenas 20 años y hace ahora diez, cuando mejor papel completó. Eso sí, no igualó lo conseguido en Palma del Río en 2010. Cayó en cuartos de final, pero ocurrió con mala fortuna. Después de ceder por 6-4 en el primer set, tuvo que retirarse con un 2-1 en la segunda manga debido a una lesión. Su adversario era Iván Navarro, que se había llevado el título en Los Pedroches en 2008. Pero la actuación del hombre que recién derrotó a Novak Djokovic fue notable. La muestra, que en octavos cortó el paso a un veterano que sabía lo que era ganar a Alex Corretja o, precisamente, a quien fue cuarto en los Japón -esto es Djokovic, claro-. Era el eslovaco Ivo Klec, que además era uno de los cabezas de serie. Un rango que no le evitó sucumbir y de manera muy clara (6-3 y 6-1). Resulta que ese tenista gijonés, ese muchacho que agradaba a no pocos, terminaría por colgarse una medalla olímpica ante uno de los nombres que ya son más mitos que simples competidores.
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