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Un origen de leyenda y un hito imborrable

Pedro celebra un gol en El Molinón el curso 2013-14 | LFP

Rafael Ávalos

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No es precisamente un rival de sobra conocido. Al menos en términos globales. Sí es cierto que con el cambio de siglo y milenio es uno de los adversarios con los que más coincide. La razón es sencilla, mientras el Córdoba se asienta en Segunda A en Gijón sueñan con otros tiempos. Aquellos en los que el Sporting alcanzara incluso rango de equipo europeo. Muy lejos quedan ya los días de competición continental del cuadro rojiblanco, que el viernes recibe al califal en el que es estadio más antiguo de España. Se trata de El Molinón, del que no tiene precisamente buenos recuerdos el conjunto blanquiverde. En dicho escenario apenas contabiliza una victoria de trece encuentros disputados. Eso sí, este único triunfo es de especial relevancia por lo que terminara de generar con posterioridad.

Pero antes de recordar lo que ya es un hito imborrable para el Córdoba toca retroceder a la temporada 1969-70. Fue en ésta cuando el cuadro califal visitó por vez primera El Molinón. Estaba en Segunda y recibía a una escuadra en la que comenzaba a pedir paso quien a la postre se convirtió en uno de los más grandes futbolistas españoles de todos los tiempos. Apenas tenía 20 años Enrique Castro cuando los blanquiverdes se vieron al fin las caras con el Sporting. En efecto, Quini vivía el inicio de una carrera por la que se ganó el respeto de todos los clubes y aficiones del país. Apodado después el Brujo, el atacante cumplía su segunda temporada con el primer conjunto asturiano. Y estuvo presente en la comparecencia de los cordobesistas, que viajaban con otro mito en sus filas: Juan García Juanín.

La historia común entre el Sporting y el Córdoba en El Molinón goza por tanto de un origen de leyenda. Como lo fueron los dos jugadores para sus respectivas entidades y sus aficiones. El cruce de ambos se produjo casi de casualidad, puesto que Juanín se encontraba, sin saberlo, en su última campaña como blanquiverde. Considerado como el más importante jugador de la escuadra blanquiverde, el de Nerva contaba todavía con 29 años. Lo cierto es que los dos coincidieron en aquel primer choque en tierras gijonesas, que finalizó por cierto de muy mala manera para los califales. El onubense fue el encargado de abrir el marcador y después Jara hizo el 0-2, pero los rojiblancos lograron dar la vuelta al tanteador. En el 4-2 definitivo se incluyó para la posteridad un tanto también del otro protagonista, Quini.

Después de aquel partido con dos leyendas, el Córdoba regresó a El Molinón de nuevo en la campaña 1971-72 y en la 1976-77. En el primer caso el duelo tuvo lugar con los dos equipos en Primera, categoría en la que nunca más se volvieron a ver: el resto se disputaron en Segunda. Estos encuentros acabaron con un empate a cero y con una derrota visitante por 4-0, respectivamente. Hubo que esperar tras esta doble contienda en los setenta hasta la temporada 1999-2000, y a la vuelta al fin del cuadro califal a Segunda A. Desde entonces los dos conjuntos se enfrentaron diez veces en el escenario gijonés, donde el conjunto blanquiverde perdió en total en ocho ocasiones y apenas igualó en otras cuatro. Dicho de otro modo, sólo supo vencer en una de sus 13 comparecencias en el feudo del Sporting. Por cierto, nunca midieron sus fuerzas en Copa del Rey.

Esa victoria es en realidad la victoria. Aunque a ella se aferra el Córdoba actual para conseguir un necesario cambio de rumbo. Porque precisamente entonces dio el golpe de timón que tanto requería. Y de forma brusca tal y como quedó demostrado algún mes después. Corría el 6 de abril de 2014. El conjunto blanquiverde estaba al filo del descenso y con su entrenador, Albert Ferrer, con un pie -y casi medio del otro- fuera. En El Molinón esperaba un Sporting que era cuarto y quería no sólo hacerse fuerte en la zona de play off sino presionar a los dos rivales que ocupaban plazas de ascenso. Su entrenador era un tal José Ramón Sandoval. El ahora preparador califal dirigía, en efecto, a los gijoneses aquella temporada, que sin embargo no llegó a concluir. Era la jornada 33 y el panorama era poco halagüeño para la escuadra andaluza. Sólo un giro de los acontecimientos podía variar el relato. Y lo llevaron a efecto los cordobesistas. Contra todo pronóstico se impuso por 1-2 en un estadio donde la mayoría pensaba en la derrota y, probablemente sin imaginarlo, modificó por completo el guion.

En aquel encuentro fue Pedro quien se erigió en protagonista máximo, que no único. El de Aspe apareció en el minuto 40 para adelantar a un Córdoba que en todo instante se mantuvo sólido atrás. Tras el descanso, en el 68, surgió de nuevo el alicantino para establecer un 0-2 que reflejó el electrónico hasta el 87. Sólo entonces consiguió José Ramón Sandoval perder parte de su ansiedad en la banda de El Molinón. La reacción de los asturianos sin embargo no fue plena y el cuadro califal asaltó ese escenario en el que Juanín y Quini cruzaran sus caminos casi medio siglo antes. Los blanquiverdes tomaron impulso y realizaron una recta final de campeonato para enmarcar que les permitió disputar el play off. El desenlace por todos es conocido: ese equipo selló un retorno histórico a Primera en Las Palmas. Aún hoy ese choque es visto como un hito, imborrable para quienes lo vivieron.

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