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La noche de la liberación

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Paco Merino

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“¿Que se van los González?”. Algunos aún no se habían enterado, pero no les hizo falta demasiado tiempo en los aledaños del estadio para que les pusieran al tanto de los últimos episodios en la casa blanquiverde, donde los sucesos más delirantes se encadenan sin que uno sepa ya si la película es drama, comedia o terror. Algo de todo eso hay. En la zona noble del estadio se sentó, en un discreto segundo plano, el montoreño Jesús León López, quien horas antes había cerrado en Madrid la adquisición de las acciones de Carlos González. Alejandro, su hijo y presidente, estaba donde siempre desde hace justamente un año. En diciembre del año pasado accedió al palco; doce meses más tarde puede salir de él. Todo eso flotaba en el ambiente de una noche gélida, que deparó una satisfacción brutal al universo blanquiverde. El equipo se dio un festín con un paliza al Reus, que llegaba con la etiqueta de ser un bloque casi impenetrable. Le metió cinco y pudieron ser más.

Todo el mundo bizqueaba en El Arcángel mirando a la vez al césped y al palco. En el verde, lo de siempre y como casi siempre. “Los jugadores son seres humanos”, han venido a repetir en los últimos tiempos los entrenadores que han pasado por el banquillo blanquiverde. A ellos les va en el sueldo lo de sufrir la presión de los resultados, el juicio permanente y la sensación de ser los culpables -y primeras víctimas- de todo. Los futbolistas requieren otro trato. Son sensibles, tienen el pellejo fino y habitan una burbuja irreal. Por eso cuando, llegan los problemas, la mayoría mira para otro lado: para el suelo o para quien sea. Siempre habrá algún culpable a mano al que señalar. Así en el fútbol como en la vida. Esta vez se conjuraron o, simplemente, decidieron que dadas las circunstancias -deportivas y sociales- era intolerable que escatimaran un esfuerzo. Aunque solo fuese por sí mismos, por honrar su profesión. Se detectó entusiasmo, alguna buena idea y destellos de amor propio. Y también andaba por allí Sergi Guardiola, el gran descubrimiento del curso. A día de hoy, el elemento más determinante de un conjunto desvencijado y en permanente revisión. Y lo que queda. Muchos entendieron que estaban ante una oportunidad de reivindicarse y la aprovecharon. El Córdoba protagonizó una de sus actuaciones más convincentes de los últimos tiempos. Todos se fueron enganchando a la aventura y terminaron componiendo una sinfonía espectacular.

Es difícil saber cómo se tomaron realmente los inquilinos del vestuario la noticia que sacudió como un terremoto al cordobesismo durante las horas previas al Córdoba-Reus. El Córdoba cambia de dueños. Los González se van. A los aficionados, la buena nueva les causó un efecto estimulante parangonable a los excesos etílicos de una fiesta navideña. Se veía a gente sonreír en el hogar de un equipo que es colista de Segunda y atraviesa la racha más lamentable de resultados de toda su historia en la categoría. Pero el partido no se jugaba en los enmoquetados asientos de la tribuna, sino en la maquillada hierba del estadio antes conocido como Nuestro Reino y este año como la barraca. La última victoria se había visto en la primera semana de octubre, cuando el personal aún se asaba al sol de un verano que no se iba nunca. Anoche, tapados con mantas y tiritando, paladearon de nuevo el sabor del triunfo y les supo mejor por un motivo de peso: había mucha hambre atrasada. Se hartaron de fútbol y se fueron a casa empachados de goles y soñando con un milagro.

A Jorge Romero le ratificó el club como entrenador apenas unas horas antes de que se desvelara la venta de la entidad, con lo que eso puede suponer a la hora de abordar cambios drásticos. Y si el nombre que llega ligado a la gestión deportiva es el de Luis Oliver, para qué les vamos a contar. Pero todo eso es futuro. Y el Córdoba, como es bien sabido -en lo deportivo, más que en ningún otro sitio-, es solo un durísimo presente continuo. El técnico modificó el once de Almería sacando a Alfaro y dándole la titularidad a Jovanovic, que lo agradeció poniendo picante en la ofensiva. El serbio lo intentó por su banda y sembró la inquietud en la zaga catalana. Un centro suyo con el exterior lo remató de manera complicada Carlos Caballero en el minuto 15. Antes, Javi Lara dio el primer susto al portero rival con un lanzamiento de falta en el pico del área en el que el montoreño la colocó muy cerrada y a punto estuvo de meter la bota Caro. La afición -menos que nunca en las gradas, con la peor entrada desde hace años- estuvo animosa y los jugadores salieron con brío, metiendo la pierna y escenificando unas ganas enormes por hacer algo que les alegrara la vida antes de acabar el año.

Un latigazo desde lejos de Javi Galán después de una larguísima cabalgada a la contra elevó el pulso del cordobesismo, que estalló en el 23 con un gol de Sergi Guardiola. El jumillano firmó el noveno de su lista particular tras cazar en el segundo palo un centro raso de Sasa Jovanovic. Y dos minutos después, el 2-0. El décimo para Guardiola, al apuntillar un rechace de Badía después de un disparo de Javi Galán. Javi Lara pedía calma, seguramente pensando en los precedentes. Pero la cuestión es que el Córdoba había conseguido batir dos veces a uno de los adversarios más rocosos de la competición antes de llegar a la media hora. Y pudo hacer el tercero en los estertores de la primera parte después de que el balón llegara a los pies de Caro, completamente solo, tras un saque de córner. El sevillano armó un disparo flojo que atrapó fácilmente Edgar Badía. Los blanquiverdes se fueron a los vestuarios escuchando sentidos aplausos y con un tanteo rotundo -que no tranquilizador- centelleando en el marcador.

Y en la reaparición, un paso adelante. Seguramente Romero les insistió en el vestuario: “No puede pasarnos lo de siempre”. La respuesta fue brillante. Llegó el 3-0 en la que posiblemente haya sido la mejor jugada del Córdoba en toda la temporada. El equipo tocó la pelota de banda a banda, la protegió, la mimó y avanzó metros con soltura y determinación. Diecisiete toques antes de que la agarrara Sergio Aguza al borde del área y pegara un zapatazo que se coló junto al palo de Edgar Badía. De locura. Jovanovic estuvo a punto de firmar el cuarto, pero cuando iba a engatillar la pelota se le lanzó a ras de hierba Olmo para sacársela de modo drástico. En el 54 no hubo gritos contra González: se cantó el himno, como en otros tiempos.

Todo iba bien para un Córdoba que se lo estaba ganando a pulso. Fernández sufrió problemas físicos y pidió el cambio. Se marchó aplaudido y entró en su sitio Miguel Loureiro, un descarte habitual que debutaba en Liga. El Córdoba, después de mucho tiempo, se sintió fuerte. Y eso le hizo intentar incluso acciones para el lucimiento. Sus jugadores más talentosos, como Caballero o Jovanovic, buscaron la acción individual para romper a la retaguardia del Reus, cuya reputación quedó en entredicho en el sitio que menos esperaba.

No faltó el paradón de Kieszek, que en el 73 tapó de un modo fantástico un remate furioso en carrera de Dejan Lekic. La ventaja era clara y Romero siguió dando oportunidades para debutantes: Álvaro Aguado se estrenó en Segunda sustituyendo a un extenuado Carlos Caballero. Los anfitriones siguieron presionando desde arriba, dejándose el pellejo para defender lo que ya tenían en la mano. Tuvieron resuello para salir a la contra y les funcionó. Sergi Guardiola firmó su hat-trick con un disparo de rosca que llevó el jolgorio absoluto al graderío. Javi Galán mandó un balón al palo, Sergio Aguza marcó el quinto por toda la escuadra y la afición mezcló cánticos de “¡Sí, se puede!” con el clásico hit “¡González, vete ya!”. Hasta se escucharon olés en la noche de la liberación.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA, 5: Pawel Kieszek, Fernández (Loureiro, 63'), Caro, Edu Ramos, Joao Afonso, Javi Galán, Sergio Aguza, Caballero (Álvaro Aguado, 77'), Javi Lara, Jovanovic (Alfaro, 81') y Sergi Guardiola.

REUS, 0: Edgar Badía, Campins, Pichu Atienza, Olmo, Migue García, Carbonell, Borja Fernández (Yoda, 53'), David Haro (Dejan Lekic, 63'), Juan Domínguez, Gus Ledes (Víctor, 53') y Máyor.

ÁRBITRO: Valdés Aller (Comité Castellano y Leonés). Amonestó con tarjeta amarilla a los visitantes Miguel, Olmo, Carbonell y Víctor Silva.

GOLES: 1-0 (23') Sergi Guardiola. 2-0 (25') Sergi Guardiola. 3-0 (49') Aguza. 4-0 (78') Sergi Guardiola. 5-0 (85') Aguza.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigésima jornada de La Liga 1/2/3, disputado en Estadio Municipal El Arcángel ante 4.781 espectadores.

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