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Narváez y el trueque feliz

Narváez marca el 1-0 en el Córdoba - Sevilla Atlético (3-0) en El Arcángel | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Él da goles, la afición le responde con cariño y el Córdoba le sigue brindando la oportunidad de un escenario fantástico para regresar con argumentos a un Betis que apunta a Europa. Juanjo Narváez salió sonriente de El Arcángel después de despachar una actuación eficiente ante el filial del Sevilla, al que destrozó en apenas un par de minutos con dos goles que aniquilaron la resistencia de un adversario directo que, para desgracia suya, ya no lo es: el conjunto de Nervión está sentenciado a la Segunda B.

Al igual que el Lorca, el anterior visitante del estadio de la ribera del Guadalquivir. El cuadro murciano cayó por 1-0 y firmó su acta de defunción deportiva. El tanto lo hizo Narváez. Antes también fue determinante en el Santo Domingo de Alcorcón, donde abrió la cuenta en un partido que supuso la primera victoria cordobesista lejos de su hogar en casi seis meses. En los partidos con fuego real, Narváez se comportó de un modo formidable.

El colombiano ha sido un hombre clave en los dos partidos que el Córdoba debía ganar sin ningún tipo de excusa. Ahora ya se puede decir. Un desliz en cualquiera de ellos hubiera supuesto un golpe mortal a la escalada blanquiverde y un trago difícilmente digerible para una hinchada que vive con excitación plena el resurgir de su equipo.

“Sabíamos que teníamos que salir desde el principio concentrados, porque iba a ser un partido complicado y engañoso. Tuvimos los sentidos puestos en el Sevilla”, admitió el punta en la zona mixta. Se mostró orgulloso de sus goles porque sirvieron para sacar adelante un partido “decisivo”, que “podía ponernos ahí en la pelea”. “El mérito es de todo el equipo”, apuntó con humildad un futbolista que salió al campo con sus facultades mermadas. Un proceso gripal le debilitó. El propio jugador lo desveló ya a toro pasado, con los puntos bien amarrados. “Me pasó factura tras el descanso”, dijo refiriéndose a la fiebre.

Sandoval le sustituyó y el público le tributó un aplauso largo y cálido. “Es muy bonito sentir eso. Es un campo muy agradable. Que la gente te cante aunque falles un pase o un gol hace un privilegio estar aquí”, manifestó el delantero de Pasto, cuyos elogios al cordobesismo cobran más valor si se tiene en cuenta que hasta llegar a Córdoba estuvo jugando en un recinto tan caliente como el Benito Villamarín. “Estábamos a 13 puntos de la salvación y la afición ha seguido acompañándonos y llenando siempre el estadio. Ahora estamos ahí y tenemos que agradecérselo”, apuntó ante los periodistas.

Y a partir de ahora, ¿qué? Faltan seis partidos y el Córdoba es el líder de la otra liga, esa que se juega por salvar la categoría. Cuando Narváez aterrizó en El Arcángel se encontró un panorama horrible. Ahora todo pinta mejor, pero el colombiano advierte que sería un error monumental pensar que la historia ha terminado. “Sabíamos que había una liga ahí abajo y hemos conseguido meternor en la pelea, pero en realidad aún no hemos logrado nada; seguimos abajo y teniendo que sumar de tres en tres para salir”, indica.

Ahora, tras la recuperación sabatina, tendrá junto a sus compañeros dos días libres. Y, en el horizonte, la batalla de Leon. “Un partido clave, en el que tendremos que salir a proponer”. Ante partidos determinantes, miren a Juanjo Narváez. Lleva ya cinco goles en doce partidos y quiere más. Si le salen los planes, podrá contar que una vez hizo historia en el Córdoba.

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