Media hora y un aplauso
Fue la escenificación de un deseo: progresar desde la unión. Por encima de distintos pareceres, un escudo común. La junta empezó con retraso. Tardaron en llegar los accionistas minoritarios, esos mismos que antes tenían vetada la entrada y que esta vez acudieron haciéndose esperar, como las novias en las bodas. Ahora son protagonistas. El dueño del Córdoba, Jesús León, quiere que así sea. Y así es. Sonó el himno casi media hora después de la hora prevista y allí nadie se quejaba, exceptuando algún fotógrafo al que esta demora le descuadraba la apretadísima agenda de actos que cubrir. Pero así funciona esto. En el Córdoba CF queda declarado el estado de normalidad.
Ya en los prolegómenos de la junta, en medio del revuelo mediático, León etiquetó como “un trámite” esta reunión. “Lo prioritario es lo deportivo”, insistía cada vez que tenía ocasión. Y tanto. Entre los acuerdos estuvo la sorpresa de la dimisión “por motivos personales” de Joaquín Zulategui, que sin embargo continuará como secretario del consejo. El mismo, por lo tanto, queda reducido a cuatro miembros -según los estatutos, puede tener de tres a dieciséis-. De especial relevancia fue la decisión de aprobar una disminución en el número de acciones necesarias para poder asistir a las juntas. Se pasa de las 104.700 anteriores a 30.000, por lo que se cumple una añeja aspiración de los propietarios más modestos.
En el punto quinto estuvo uno de los momentos clave. La junta debía cumplir con el mandato de someter a aprobación la modificación de los estatutos para su “adaptación al Pacto Sexto de la Escritura Pública de compraventa de acciones nominativas de la entidad Córdoba CF SAD de 19 de enero de 2018”. Se proponía una modificación con el fin de que los “derechos políticos y económicos” de las acciones de Aglomerados Córdoba pasen directamente a Azaveco -empresa de Carlos González- en caso de impago. En el contrato de compraventa, Jesús León pagó dos millones de euros de un total de 9'5. Al resto debe hacerle frente en varios plazos. El primero, el próximo 1 de julio, será de 2'5 millones. Será el de mayor cuantía y el más relevante, por cuanto se producirá de manera casi inmediata después del desenlace de un campeonato de Liga en el que el Córdoba se está jugando la permanencia, con todo lo que eso conlleva. En enero del 2019, Aglomerados abonaría 500.000 euros y en julio del próximo año pagaría dos millones de euros más. Finalmente, en 2020 terminaría de abonar la compra a Azaveco con medio millón en enero y dos millones de euros en julio. “No me preocupa porque voy a pagar”, dijo Jesús León, que votó a favor de la propuesta con su 98'7% de acciones. El Sindicato de Minoritarios, con un 0'24% y representada por José María Córdoba y Antonio Garcés, lo hizo en contra.
Jesús León habló de la “primera barrera” que encontró a su llegada, que fue la imposibilidad de inscribir nuevos jugadores. “Me fui a la Liga para poder desbloquear la situación. La Liga, dentro de las limitaciones que tiene, dio disponibilidad. El club tenía un balance negativo de 1'3 millones de euros en techo salarial”, relató. Al final, todo se resolvió de la mejor manera que se pudo. Y aunque hace unos días Javier Tebas, presidente de la Liga, dejó caer que el Córdoba “pagaba a jugadores dinero fuera de los contratos” y que “podría incluso descender”, después se retractó y matizó que no había “posibilidad de bajar”, pero sí de “sanciones económicas fuertes”. León, interpelado por las polémicas declaraciones, zanjó de modo rápido: “Ni me preocupé antes ni después”.
Todo fue como la seda. Elogios a la afición, petición de apoyo a los futbolistas para que “puedan sentirse arropados cuando cometan errores” y un deseo común. “Entiendo que nos vamos salvar. Lo dije aunque la mayoría no se lo creyera. Espero que ahora es que más creíble todos sigáis apoyando más que nunca”, apuntó. Los principales puntos de la junta se resolvieron en poco más de veinte minutos.
El retorno a la junta después de los vetos anteriores proporcionó al sindicato de Minoritarios la ocasión de desempolvar su perfil más crítico. “El mismo que tuvimos desde 2012”, señalaban sus dirigentes. A través de la lectura de un comunicado, en el que felicitaron a la actuad propiedad por poner en marcha “un proyecto competitivo e ilusionante, recuperando el respeto y la consideración debida a los accionistas”, expusieron su solicitud de explicaciones y transparencia sobre operaciones del anterior dueño de la sociedad, Carlos González. “Queremos solicitar información sobre peticiones efectuadas al equipo anterior y que no fueron atendidas”, expusieron. “Analizaremos las peticiones y os contestaremos”, dijo León.
En el capítulo de ruegos y preguntas, que tradicionalmente venía siendo un foro de polémica -cuando se podía entrar, obviamente-, se registró un tono de lo más amable. El socio Javier Arranz preguntó sobre ciudad deportiva. “Mi único objetivo y obsesión es salvar al equipo. Esos asuntos, aunque tengan su importancia, son colaterales. El Córdoba debe tener una ciudad deportiva acorde a lo que merecemos y esperamos ser. Eso está en nuestra cabeza. Estamos mirando las opciones que el Ayuntamiento ha ofrecido, que es una, y estamos mirando otras que puedan reunir mejores condiciones. Pero hasta que el equipo no esté salvado matemáticamente no daremos más pasos”, dijo Jesús León. Y ahí quedó todo. Un aplauso y a tomar un ágape. La felicidad -o eso dicen- era esto.
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