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La llave no hace contacto

Merino sobre el césped al final del Córdoba - Leonesa (2-2) en El Arcángel | MADERO CUBERO

Paco Merino

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¿Acabará arrancando el equipo con Merino? ¿Y tendrá tiempo y condiciones para recuperar el terreno perdido? El cordobesismo se hace incómodas preguntas a propósito del porvenir de los suyos, que siguen metidos en un embrollo de dimensiones descomunales. Ya son tres jornadas consecutivas como colista, siete en posiciones de descenso y una racha de ocho encuentros sin un triunfo que echarse a su debilitado cuerpo. Los seis últimos los ha dirimido con Juan Merino como jefe.

El linense llegó para ser un revulsivo -como mandan las leyes del fútbol- en una etapa crítica, pero los resultados del relevo no han hecho sino acentuar la deriva de un plantel totalmente desquiciado a día de hoy. No es para menos. En 63 años de historia, el Córdoba ha tenido en los relevos en el banquillo una de sus señas de identidad. El de Merino ya ha entrado en la historia. Después del empate del domingo ante la Cultural Leonesa (2-2) se alcanzan las seis jornadas sin ganar, un récord negativo después de un cambio de entrenador en Segunda División.

Hay que remontarse una década para encontrar un precedente similar. En la temporada 2007-08, Paco Jémez fue despedido del Córdoba después de la jornada 32. La directiva presidida entonces por Rafael Campanero entendió que el grupo estaba en caída libre y entró en pánico después de ver los puestos de descenso a tres puntos. Ficharon a José González y el gaditano solo agarró un empate en sus primeros cinco partidos. Ese 1 de 15 metió al Córdoba en la zona fatídica. Penúltimo. “Ya estamos en Segunda B, ahora hay que plantearse los partidos que quedan como una fase de ascenso”, dijo González ante los periodistas por entonces. A la sexta jornada, ganó. Y el equipo Terminó salvándose en la última jornada. Hasta este fin de semana, José González figuraba como el revulsivo menos eficaz en la historia del club en Segunda. Ya tiene sustituto en Merino.

La etiqueta absoluta de peor revulsivo global sigue estando en poder de José Antonio Romero, al que encomendaron terminar la temporada 14-15, en Primera División. Lo de terminarla iba en sentido literal. El Córdoba estaba virtualmente sentenciado cuando quedaban once jornadas -y desde antes- cuando llegó este sevillano afincado en Córdoba y trabajador del club desde muchos años atrás. Sustituyó a Djukic, que antes había llegado para suplir a Chapi Ferrer. No ganó ni uno. El Córdoba sumó un par de empates y descendió a Segunda de manera matemática tras un humillante 0-8 ante el Barcelona.

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