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Se va el hombre del ascenso

Ferrer corre emocionado tras el gol de Uli Dávila en Las Palmas | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Albert Ferrer logró llevar al Córdoba a Primera División tras 42 años tras un tramo final increíble | El catalán paga las consecuencias de un arranque con malos números y peores sensaciones

Llegó como “Chapi”, ex futbolista de élite y comentarista televisivo, y se marcha como Albert Ferrer, entrenador. Veintiocho partidos le han bastado para entrar en la historia del Córdoba CF, que bajo su mando consiguió salir de la Segunda División y dar el salto a Primera en uno de los episodios más rocambolescos de la historia del fútbol español. Un gol en el último segundo de una eliminatoria de play off logrado tras la suspensión temporal del duelo por una invasión de público cambió el curso de los tiempos. Ferrer tocó el cielo en Las Palmas. Un gol del mexicano Uli Dávila transportó al paraíso a toda una ciudad, que vivió la mayor concentración en las calles que se recuerda por este suceso de éxito inesperado. Albert Ferrer Llopis (Barcelona, 1970) se convirtió en un héroe por accidente, un auténtico talismán para un club habituado a moverse por la mediocridad de la categoría de plata o las ligas abisales. Suyo es un lugar en el imaginario colectivo del cordobesismo. Nadie podrá arrebatarle eso jamás.

Ferrer llegó al Córdoba el pasado 19 de febrero para sustituir a Pablo Villa, que le dejaba una herencia complicada: el equipo marchaba con 34 puntos, a dos del play off y a cinco del descenso, pero su línea era decadente. Había sumado 9 puntos de 27 y exponía un fútbol poco vistoso y cada vez menos eficiente. No fue el catalán la primera opción y se incorporó cuando Carrión -segundo de Villa y a la postre segundo también de Ferrer- debutó en un partido en Soria en el que el equipo, bajo mínimos en todos los aspectos, rozó el ridículo ante el Numancia (3-0). Con Ferrer no se produjo una reacción inmediata. De hecho, ni por estilo ni por resultados se produjo un cambio apreciable. Después de un empate a uno en casa ante el Murcia, las dudas con respecto al ex barcelonista eran palpables.

El equipo estaba acariciando ya la zona de descenso. Y ahí se produjo la reacción. En El Molinón, el Córdoba venció al Sporting con dos goles de Pedro. Faltaban diez jornadas de Liga y los blanquiverdes protagonizaron un sprint final espectacular, con números discretos en casa pero una contundencia demoledora en los desplazamientos. Sólo perdieron un partido más, en el descuento ante el Real Zaragoza en El Arcángel (2-3). En la última jornada, con un empate a cero ante el Mallorca, sellaron la segunda clasificación para el play off de ascenso durante el trienio de Carlos González como dueño de la entidad. Quedó séptimo, pero logró un sitio porque el filial del Barcelona estaba por delante. En las dos siguientes eliminatorias, el Córdoba vivió al límite. Empató sin goles ante el Murcia y luego venció en La Condomina por 1-2. Ante Las Palmas, nueva igualada a cero ante su público. La visita al Gran Canaria era de altísimo riesgo. Con 1-0 en contra, el partido entró en los minutos finales... y ocurrió lo que ocurrió. Invasión de campo, suspensión del partido, reanudación en pleno ataque de nervios y una jugada en la que intervinieron Pelayo, Raúl Bravo y Uli Dávila para firmar el 1-1 y llevar al éxtasis a toda Córdoba.

Ferrer siempre se definió como “optimista” y “tranquilo”. Fue siempre fiel a esas etiquetas que públicamente declaró de sí mismo. Célebres fueron sus apelaciones a “mirar hacia arriba” cuando el Córdoba se debatía en las posiciones medio-bajas de la clasificación en la segunda vuelta del curso pasado. Acabó siendo protagonista de una hazaña fuera de guión, una película de máxima tensión llena de giros de guión y golpes de suerte buscada y peleada. Después de liderar una revolución absoluta en la plantilla durante el verano, inició el curso en Primera División con una visita al Santiago Bernabéu. Su equipo ofreció una digna imagen ante el campeón de Europa y cayó por 2-0. A partir de ahí, ni fútbol ni sensaciones. Unos cuantos momentos lucidos y muchos oscuros. En ocho jornadas ha utilizado a todos los futbolistas disponibles de la plantilla y su equipo, con sólo cinco goles anotados y cuatro puntos sobre 24 posibles, es colista en solitario. En medio de todo, un cambio de sistema y una pérdida de crédito entre la afición, en el vestuario y, finalmente, en una directiva que le abrió la puerta a quien será siempre recordado como el entrenador que ascendió al Córdoba a Primera tras cuatro décadas.

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