Gasolina emocional para un final de Liga apasionante
El equipo de Ferrer homologa su candidatura al play off tras un triunfo que reactiva la ilusión del cordobesismo
Ya está ahí. Ha resistido los momentos más complicados y, a falta de cinco partidos, el Córdoba puede decir en voz alta y con la frente alzada que sí, que va a pelear por subir. Su excelente partido en el Miniestadi ante el filial azulgrana, al que doblegó por 0-1 con un gol del mexicano Uli Dávila, ha dado una nueva dimensión a la temporada de los blanquiverdes. Más allá de la importancia de los tres puntos, el aldabonazo en la casa de “Chapi” Ferrer puede tener un valor incalculable a la hora de dar el último arreón.
Cuando las piernas flaquean, la mente juega. En esta Segunda División, una de las ligas más largas, exigentes y raras de Europa (42 jornadas, más los play offs), los equipos no encuentran respiro. Al final hace falta un plus, algo que estimule más allá de las arengas en un vestuario o el recurso a la profesionalidad. El Córdoba se lo trajo de Barcelona. “Lo importante es que los jugadores ya se lo creen”, apuntó en la sala de prensa Albert Ferrer, quien ha conseguido dar un sello al equipo que no se basa en un bloque inamovible -aunque, obviamente, tiene sus referentes intocables- sino en un método asumido que se lleva a la práctica sean quienes sean los que salten al campo. “La implicación del grupo es total, da igual que juegue uno u otro”, resaltó el técnico catalán tras el despliegue de los suyos ante el grupo de figuras de la cantera azulgrana.
Son ya seis partidos sin perder, 14 puntos sobre 18 y, este sábado, una victoria ante el equipo más en forma de la Liga, un Barcelona B que encadenaba nueve jornadas seguidas sin conocer la derrota y sólo había encajado tres goles, mostrando un juego exquisito. El gol de Uli ha permitido al Córdoba revindicar su imagen en el mejor de los escenarios posibles: el efecto intimidatorio que esto causa en los rivales directos se hará notar. El domingo, a las 12:00, llega el Real Zaragoza a El Arcángel, donde los cordobesistas han entrado contra pronóstico en una espiral de decepciones durante la segunda vuelta. Ahora puede ser diferente. Se han superado dos barreras mentales: la primera, la presión por la amenaza del descenso, que fue real antes del partido ante el Sporting en El Molinón; la segunda, la del convencimiento propio de estar en disposición de pelear por subir. Fe y fútbol. Nada más y mada menos.
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