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Los García y su museo: guardianes de la memoria

Paco y Chari en su museo blanquiverde | MADERO CUBERO

Paco Merino

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Paco y Chari, miembros de una familia con ADN cordobesista, han montado en su vivienda un santuario del equipo al que veneran

Pasión infinita. Y paciencia, también. Para seguir al Córdoba con extrema fidelidad -“no recuerdo la última vez que me perdí un partido en El Arcángel”, dice con orgullo- y para recopilar, sin desmayo, todo tipo de objetos relacionados con el equipo que gobierna su vida. Paco García Mesa tiene 42 años. Cuando él nació, el Córdoba descendió de la Primera División para nunca volver... hasta ahora. La posibilidad de acompañarle en su aventura entre los mejores del país es un sueño cumplido para este seguidor impenitente, que ha estado al lado de los suyos en todo tipo de lugares y circunstancias. “Bajo la nieve, la lluvia y el sol... En Córdoba y por toda España, siempre con los míos estén donde estén. Los he visto en Segunda, en Segunda B y hasta en Tercera”, relata un hombre que siente el fútbol en las venas. Su padre, Rafael, y sus dos hermanos mayores -Rafael y Manolo-, se dedicaron durante muchos años al arbitraje. Él sólo se viste de negro si ése es el color de la equipación del Córdoba, que guarda celosamente en los armarios de su habitación en cada una de sus nuevas versiones. Porque las tiene todas. “Compro cada modelo que sale de equipación y de chándal”, cuenta mientras enseña los atiborrados estantes del mueble. En un sitio especial tiene las que le regalan algunos jugadores. Están la de Óscar Ventaja, autor de uno de los goles que sacó al Córdoba de la Segunda B en el 99, o la de Alessandro Pierini, capitán de la formación que ascendió en 2007 en El Alcoraz de Huesca.

Tiene camisetas, llaveros, pósters, objetos de merchandising de lo más variado y una colección de fotografías cuya visión hace que se le humedezcan los ojos hasta al más duro de los cordobesistas. En blanco y negro lucen las imágenes de la edad de oro del club. Aquellos años 60 en Primera en los que él no había nacido y que le contó su padre. Como toda una generación de blanquiverdes, Paco García se guió por la tradición oral. Sus mayores le contaron que el Córdoba fue un día grande y esa narración se metió de lleno en su vida. “Siempre soñé con que sucediera algo como lo de Las Palmas. Sabía que este año nos tocaba”, dice Paco, quien asegura que incluso a falta de diez jornadas, cuando el Córdoba andaba más cerca de los puestos de descenso que de los del play off, no perdió la esperanza. “Es verdad. Él me decía: éste año subimos. ¿Pero cómo iba a ser de la forma en que jugaba el equipo? Vaya moral que tenía siempre. Y el día de Las Palmas: ¿Ves como subíamos?”. Lo cuenta su mujer, un caso espectacular de conversión al cordobesismo de una persona que reconoce haber estado mucho tiempo ajena a los asuntos del balón. “A mí esto del fútbol, la verdad es que... Hasta que le conocí y me metió en esto”, dice Chari. Ella merece capítulo aparte.

“No sabes tú lo que cuesta mantener todo esto limpio y en orden. El museo es cosa mía”, dice con una sonrisa que deja clara una evidencia: le gusta lo que hace. 'Charini' Vargas entendió pronto que si quería integrarse en la familia García, el fútbol en general -y el Córdoba en particular- iban a ser una cuestión de primer orden. Las invitaciones de boda delataban el nuevo orden: estaban diseñadas en blanquiverde y con el escudo del club. El álbum de fotos de la ceremonia tampoco deja dudas sobre una relación de tres: Paco, Chari y el Córdoba CF. “Voy con toda la familia al fútbol. A veces se pasa mal cuando el equipo no gana, pero al final encuentras la alegría. Lo de este año ha sido increíble. Y ahora, en Primera División”, suelta entre carcajadas Chari, que reconoce que la organización familiar gira en torno a los partidos del campeonato. Ahora es una experta en cordobesismo. “Somos una afición muy fiel. A veces criticamos y otras aplaudimos, pero siempre estamos ahí y no abandonamos nunca al equipo”, dice. A su lado, Paco la mira embelesado. Se enfundan las camisetas del Córdoba, posan para las fotografías y no dejan de contar anécdotas. Cada objeto de su museo tiene detrás una historia, un recuerdo.

“Ése es mi Córdoba”, apunta Paco señalando una fotografía de un equipo en el que hay leyendas locales. Luna Toledano, Mansilla, Pepín, López Murga, Luna Eslava, Valentín... Sí. Se trata del equipo que jugó a mediados de los ochenta en Tercera División, el punto más bajo desde su fundación en 1954. Aquel equipo y el ascenso en Valdepeñas marcó a muchos niños que se engancharon a la aventura blanquiverde. “Esos jugadores sentían al equipo. Eran gente de aquí y te los encontrabas en la calle. El otro día vi a Ortega y nos saludamos. A Valentín, por ejemplo, también te lo encuentras por el barrio”, señala Paco. Jugó al fútbol en la Unión Deportiva Las Palmeras desde alevín hasta juvenil. Ahí lo dejó. Mata el gusanillo con partidos de fútbol sala. Lo suyo es ser aficionado. Ése es su papel y ahí lo borda. Conoce la actualidad de su equipo, pero también su pasado. “El éxito de ahora se debe al esfuerzo de todos los que han pasado antes. No debemos olvidarnos nunca de nadie. Este museo es para que todos sepan lo que es el Córdoba y se valore el esfuerzo que mucha gente hace para que siga adelante en las buenas y en las malas”, explica ante un altar de imágenes donde están Paco Jémez, Crispi, Luna Eslava, Reina, Pepín, Espejo... Héroes locales que sostienen la bendita adicción de los García. Los padres, Rafael y Carmen, siguen tirando del carro sin que les falte la ilusión. Sus hijos verán por fin al Córdoba en Primera. Quién se lo iba a decir.

Los García han creado una peculiar manera de vivir el fútbol, que forma parte de su día a día. Quienes entran a su singular “museo” se quedan asombrados. Con una organización perfecta, enseñan a los visitantes los objetos expuestos con el mismo cariño con el que los han recopilado. Hay una zona de fotos, otra para los recuerdos personales, otra para los artículos de prensa y revistas, y una muy especial dedicada al añorado Litri. El día del ascenso a Primera, Paco García lució una camiseta con el número ocho que llevaba grabados los nombres de dos leyendas: Litri y Juanín, el mejor jugador blanquiverde de todos los tiempos. Quien sólo vea en ellos a unos simples coleccionistas se está equivocando. Paco y Chari son guardianes de la memoria del Córdoba.

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