FOTOGALERÍA | Gloria eterna al Córdoba, el equipo sin término medio
El equipo blanquiverde lleva al éxtasis a sus aficionados en un epílogo maravilloso y delirante en Las Palmas
Con unas camisetas diseñadas para la ocasión, con la leyenda “Somos de Primera”, los jugadores salieron al vestuario media hora después del partido, cuando se habían dispersado los más de treinta mil aficionados amarillos envueltos en lágrimas y estupor y sólo quedaban los irreductibles blanquiverdes, un grupo de un centenar de afortunados que no terminaban de creerse lo que sus ojos acababan de presenciar. Los acordes del himno del Córdoba sonaban con eco entre los muros del estadio Gran Canaria, con el graderío lleno de confettis desparramados, botellas vacías y sueños rotos. Los de los canarios, obviamente. El golpe fue brutal. Segundo play off consecutivo y segunda decepción. Esta vez, mayúscula. En el tiempo de descuento estaban en Primera División. En el alargue, y tras una vergonzante invasión de campo, se quedaron pasmados. Luego, deportivamente, y bajo los efectos del shock, los seguidores amarillos aplaudieron al Córdoba y a su gente. Fue una imagen de gran belleza, la de dos aficiones que reconocían el valor de lo que habían realizado, en contraposición al comportamiento deleznable de quienes saltaron al césped para romper el orden del juego. Fueron increpados -y algo más- por parte de sus compañeros de grada. La fiesta de Las Palmas derivó en una orgía de críticas hacia unos y otros. A los jugadores, a los propios hinchas insulares, al árbitro... El Córdoba, mientras, vivía su particular nirvana.
A muchos kilómetros, los alrededores de la plaza de Las Tendillas comenzaban a poblarse de gente. Y en el Gran Canaria, la coreografía del éxito desplegaba todo su arsenal de bendita locura. Cándido Cardoso hacía la “croqueta” sobre el césped, dejándose llevar por la especial alegría de quienes han tenido que superar obstáculos para llegar hasta una meta impensable. Carlos González, el presidente que se resiste a ver los partidos en directo porque le resulta imposible controlar los nervios, daba vueltas de micrófono en micrófono, recibiendo abrazos y paladeando el sabor del trabajo terminado. “Me alegraré del ascenso no por mí, ni por el club siquiera; me dará una alegría tremenda por la ciudad, porque la gente se merece tener una alegría y porque es una oportunidad para la prosperidad”, declaraba el mandatario horas antes, en el avión que le llevó hasta Gran Canaria junto al alcalde, José Antonio Nieto, y una comitiva municipal. Todos iban nerviosos. Al filo de las ocho de la tarde, se miraban a los ojos conscientes de haber estado presentes en un momento único. “Gracias, gracias a todos...”, decía el presidente sobre el césped canario, mientras los jugadores desplegaban todo el catálogo propio de los festejos. “Córdoba se merecía el ascenso a Primera División y ya lo tiene”, declaraba Nieto, el alcalde, tratando de asimilar la nueva dimensión en la que entra el fútbol en la ciudad. En una esquina, apartado de todos, con una enigmática sonrisa, el presidente de la Federación Cordobesa de Fútbol, José Santiago Murillo, sólo acertaba a balbucear: “Quién me lo iba a decir a mí...”. Pues eso. Lo que tantas veces se dijo, ahora se ha plasmado. El Córdoba está en Primera.
Uli Dávila, el héroe del gol en el último suspiro, atendía a los medios entre la sorpresa y el orgullo. El mejicano, cedido por el Chelsea, ha tenido una temporada complicada en las filas blanquiverdes. El destino le ha concedido un lugar en la historia del Córdoba. “A veces, el fútbol es justo”, dijo el punta sudamericano, quien explicó gráficamente su estado: “Es algo muy bonito, un sentimiento por dentro, no sé si reír o llorar”. Riendo y llorando estaban todos los seguidores blanquiverdes, que entonaron el himno con un nudo en la garganta. Ferrer, muy serio, hablaba con su móvil por el césped canario tras realizar el primer gran apunte en su expediente como entrenador. “Quiero estar muchas temporadas con el Córdoba, en Primera”, apuntó nada más terminar el partido. Dentro de unos días se iniciará la construcción del nuevo Córdoba 14-15, el del regreso. Ahora toca degustar el manjar que una generación de cordobeses no había catado jamás.
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