Escogió un mal día para volver a ganar
El Córdoba sale del Calderón con el vano consuelo de ofrecer una digna resistencia ante un rival muy superior | Los rojiblancos, letales en el balón parado
Al Córdoba se le vino encima todo un campeón. Los sueños de puntuar en uno de los escenarios más inexpugnables de Europa se desvanecieron por el puro peso de la lógica. El orden táctico y el esfuerzo solidario le sirvieron al equipo de Djukic para resistir durante un primer tiempo poco vistoso, en el que los locales no parecían demasiado interesados en mostrar lo mejor de su repertorio ante un rival menor. El Córdoba contuvo a los rojiblancos y fabuló con irse al descanso sin encajar. No lo logró. Tras el paso por los vestuarios fue otra cosa. A Ghilas se le ocurrió empatar el partido y eso despertó a la bestia. En apenas unos minutos, los de Simeone destrozaron al Córdoba con su arma predilecta: el balón parado. El campeón sacó los galones y al Córdoba no le quedó más remedio que aguantar el chaparrón. Es ya la décima jornada sin ganar. A partir de ahora, la trascendencia de cada punto se multiplica porque hay hambre atrasada.
Djukic fue a pecho descubierto al Calderón. Le han traído para reactivar al Córdoba y para tomar decisiones al respecto. Y las tomó. Colocó a Iago Bouzón en el lateral derecho, devolvió a López Garai un puesto en el doble pivote al lado de Luso y sentó a Borja Garcia para jugar con un dúo atacante con Ghilas y Xisco, como hizo la semana anterior en la segunda parte ante la Real Sociedad, cuando los blanquiverdes necesitaban la victoria para respirar. Acabaron empatando y no les supo demasiado bien. Ese resultado, sin embargo, sonaba a melodía celestial en unas circunstancias radicalmente distintas. El Córdoba comparecía en el hogar del vigente campeón de Liga, un Atlético que no pierde ahí desde que Gabi se hiciera un autogol que dio el triunfo al Barcelona en mayo de 2013. El Córdoba llegaba con una propuesta distinta para perseguir un resultado distinto. Lo que viene considerándose una hazaña, un sorpresón, un “rompequinielas”.
El pleito arrancó alocado, con mucha pasión en las gradas y dos equipos nerviosos. Cada cual a su modo, claro. Los anfitriones, enfrascados en una ofensiva briosa e imprecisa, con mucha aventura individual. Los de Djukic, obsesionados con mantener las posiciones y mirando las contras como un modo de vida. En los primeros cuatro minutos hubo cuatro saques de esquina, dos en cada portería. Luego se aplacó el asunto y el guión del partido derivó hacia lo previsible. Los rojiblancos, técnicamente en un nível superior, disponían de la posesión y gobernaban en el campo. El Córdoba, disciplinado y achicando espacios, aguantaba la situación del mejor modo que podía. Y lo le iban las cosas mal. A los nueve minutos, Arda Turan lanzó un disparo cruzado que salió fuera. Cuatro después, Koke le sacó astillas al larguero con un obús lejano. Parecía que gol podía caer en cualquier instante, pero estuvo más cerca de producirse en la portería de Moyá. En pleno acoso local, Xisco agarró una pelota en la zona defensiva y se recorrió el campo para servir un pase a Ghilas, que concluyó el contraataque con un lanzamiento duro que atajó el portero atlético. Los seguidores blanquiverdes vibraron con esa acción. Fue el primer y único testimonio en ataque de un Córdoba que tenía encarrilado su propósito de mantener la puerta a cero.
Todo se torció en minuto 42, tras una acción a balón parado. El Atlético, un verdadero especialista en este tipo de jugadas, sacó partido a un córner. El balón colgado al segundo palo lo despejó de cabeza Pinillos y llegó a los pies de Antoine Griezmann, que lo controló antes de quebrar a Ghilas y conectar un disparo cuya trayectoria desconcertó a Juan Carlos porque antes dio en el pie a Fidel. Una pena para el Córdoba, que se había dejado el pellejo defendiendo, y una recompensa al juego del Atlético, que tuvo que sudar para romper la resistencia de los hombres de Djukic.
La espesura del primer tiempo mutó en una enloquecida puesta en escena en el segundo. No cambiaron los protagonistas, pero sí la actitud. El partido cobró una nueva dimensión en el minuto 53, cuando el Córdoba logró marcar en su segunda ocasión clara. Fede Cartabia botó un córner y Nabil Ghilas, ganándole la acción a Juanfran, cabeceó con pericia y estableció el 1-1. El cordobesismo tuvo tres minutos de alegría momentánea, el tiempo que tardó el calentarse un Atlético al que escoció la situación. Griezmann hizo el segundo de la noche en su cuenta particular al cabecear, imponiendose a Pantic, un centro desde la derecha de Juanfran. Con el Calderón en pleno delirio y el Córdoba bajo los efectos del golpe, Fede Cartabia vio tarjeta amarilla tras cometer una falta. Otro balón parado. Otro aviso de peligro. La tocó al área Koke y la remató de cabeza Mario Mandzukic. El Córdoba ya no se repuso. Raúl García hurgó más en la herida cordobesista con un cuarto gol que volvió a desnudar las carencias defensivas de un equipo al que le queda por delante una tarea de titanes. El tanto de Ghilas, ya en las postrimerías, sirvió para poco más que enlucir un resultado inapelable.
FICHA TÉCNICA
ATLÉTICO DE MADRID, 4: Moyá, Godín, Siqueira, Juanfran, Miranda, Mario Suárez, Gabi (Saúl, 65'), Koke, Arda Turan (Raúl García, 61), Griezmann (Cristian Rodríguez, 75') y Mandzukic.
CÓRDOBA, 2: Juan Carlos, Pantic, Iago Bouzón, Íñigo López, Pinillos, Luso, López Garai (Abel, 75'), Fede Cartabia, Fidel (Fede Vico, 66'), Xisco (Fausto Rossi, 62') y Ghilas.
ÁRBITRO: Clos Gómez (Colegio Aragonés). Amonestó con tarjeta amarilla a los visitantes Iago Bouzón y Fede Cartabia.
GOLES: 1-0 (42') Griezmann. 1-1 (53') Ghilas. 2-1 (57') Griezmann. 3-1 (61') Mandzukic. 4-1 (79') Raúl García. 4-2 (87') Ghilas.
INCIDENCIAS: Encuentro correspondiente a la décima jornada del campeonato nacional de la Liga BBVA, disputado en el estadio Vicente Calderón ante unos 52.000 espectadores, con la presencia de más de tres mil seguidores cordobesistas.
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