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Dime algo bonito

Piña blanquiverde tras el gol de Guille | LARREA

Paco Merino

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El Córdoba recupera crédito con un valioso triunfo por 1-0 ante el líder Levante | Guille Donoso marcó el gol de la victoria | Los de Oltra ofrecen una versión más sólida

Ya era hora de sonreír un poco. Harto de recibir críticas por casi todo en una semana descocada -el césped podrido, las obras de la Ciudad Deportiva, el bebé que paga 10 euros, la goleada en Huesca...-, el Córdoba encontró un motivo para sentir esa reconfortante sensación que proporcionan victorias como ésta ante el Levante, que llegaba como líder invicto a El Arcángel y se marchó derrotado con más claridad de lo que dice un 1-0. Podríamos contar que el Córdoba ganó al que era el mejor equipo de la Liga y que, por lo tanto, está preparado para competir y doblegar a cualquiera. Si los granotas son aspirantes, el Córdoba demostró que no hay razón para pensar que no lo sea también. Ésa es la lectura más positiva y no se puede culpar a nadie por aferrarse a ella para mantener la esperanza. Qué les vamos a contar a estas alturas de la Segunda División, en la que todo el mundo tiene derecho a creérselo hasta que la realidad le demuestre lo contrario. El Córdoba, de momento, se ha ganado una buena porción de crédito como candidato. Supo contrarrestar a un muy buen equipo y se reencontró, de paso, con viejas virtudes: la portería a cero, el sacrificio colectivo para defender un gol bajo presión y el aliento incansable de una afición que entiende más de lo que algunos creen lo que está pasando entre los muros de El Arcángel. El Córdoba pudo salir despellejado de su cita del sábado pero supo salir airoso y triunfó. Ahora oirá cosas bonitas hasta el martes, cuando se marche al Santo Domingo de Alcorcón.

A Oltra le pareció poco indicado hacer reformas a fondo -“si esperáis una revolución no la vais a ver”, advirtió en las vísperas-, pero hubiera sido casi temerario abordar el regreso a casa, y ante el líder invicto de la Liga, sin haber realizado al menos unos retoques en un once que se desmoronó con estrépito en Huesca. El técnico valenciano dio plaza de titular a Jonathan Bijimine, un futbolista que está para lo que le manden en el Córdoba. El congoleño asegura empeño y sacrificio en posiciones defensivas, donde suele desenvolverse. Le tocó estar al lado de Deivid tras caerse de la formación Héctor Rodas, que miró desde el banquillo el duelo ante el equipo en el que se forjó en su juventud. La otra novedad en la alineación fue el ingreso de Carlos Caballero, que desplazó a Edu Ramos. El medio madrileño, en su sexta temporada -nadie lleva más tiempo que él-, sigue despertando entre el cordobesismo ese pellizco que provocan los futbolistas con capacidad para inventar donde no hay nada o muy poco. Su entrada se dejó sentir para bien. Él y Luso -curiosamente, los dos únicos supervivientes del viejo Córdoba del ascenso- se asociaron para gobernar el centro del campo, eclipsando al curtido Natxo Insa y a Campaña, una de las piezas más cotizadas del verano y objeto de deseo blanquiverde. Ni se les vio.

Que el Córdoba salía con hambre se notó desde el arranque. Muy dinámico y con toque, dispuso de su primera llegada a los siete minutos, en un centro de Juli que Rodri quiso rematar con tanto afán que cargó a Álex Remiro, el meta levantino. El árbitro pitó falta. A los diez llegó la jugada perfecta. Sacó en largo Pawel Kieszek, en la línea de tres cuartos la controló Rodri y con rapidez la envió a la derecha, donde iba como un misil Guille Donoso. El asturiano burló a Remiro en su salida a la desesperada y definió con habilidad para colocar el balón en la portería con un disparo escorado. El joven jugador, un producto de 21 años de la cantera de Mareo, se agarró con fuerza el escudo delante del graderío. Sí. Había reivindicación en el festejo.

La fiesta pudo ser de órdago en el minuto 20, cuando Alfaro recogió un pase filtrado de Guille y le pegó con fuerza en plena carrera. El balón se marchó rozando el poste. El Córdoba lo intentaba y le salía. El Levante, entre sorprendido y angustiado, apenas se dejaba ver en ataque. Sólo tuvo una oportunidad, pero fue clarísima. En el minuto 34, Espinosa le envió un balón regalado a Roger Martí, que tuvo tiempo de acomodarse y lanzar un tiro colocado que Pawel desvió con la pierna. El bufido de alivio en la grada hizo que bajara unos grados la temperatura. Los granotas no son un equipo cualquiera. El ramalazo de miedo en los locales, sin embargo, se diluyó pronto. A falta de cinco para el descanso, Rodri se encontró sólo delante de Remiro y con todo a favor para fusilar. No contaba el soriano con la llegada por detrás de Chema, que se lanzó a ras de césped para sacarle la bola del pie y evitar un mal mayor para un Levante que pedía a gritos el tiempo de receso. Cuando Sagués Oscoz pitó el final de la primera parte, el Córdoba se marchó al vestuario con la -ya conocida- sensación de haber dejado una tarea por terminar.

Volvió fogoso el Córdoba, tratando de intimidar a un Levante que ya había tomado sus medidas en la caseta. Muñiz dejó fuera a Jason y metió en el césped a Paco Montañés. Los blanquiverdes siguieron atosigando. Rodri aprovechó una pifia en el saque de Remiro para controlar y tratar de sorprender al portero, sin conseguirlo. Más cerca estuvo el gol en un centro de Guille, en el minuto 51, al que no llegaron ni Rodri -que trató de pegarle de espuela- ni Alfaro en la misma línea. Los locales llegaban con frecuencia, pero el Levante sembraba el pánico en sus escasos zarpazos. Montañés aprovechó una indecisión en la retaguardia local para ensayar el disparo y probar a Pawel, que hizo un paradón. Muñiz sacó a Martins y el Levante tomó un cariz más combativo. El Córdoba resistía con oficio y solidaridad. En el minuto 62 tuvo otra de esas salidas sencillas que levantaron al público del asiento: Bijimine la tocó a Alfaro y éste envió en largo a Rodri, que en carrera golpeó la pelota y la mandó arriba. Tres toques y oportunidad. El control ya no era tan claro.

El Levante iba a por todas y en serio. Y ahí apareció Pawel Kieszek. El polaco evitó el gol de Montañés en el 78 sacando una mano prodigiosa en un lanzamiento a quemarropa. El líder sacaba sus galones ante un Córdoba que achicaba el peligro como buenamente podía. A diez del final, Oltra sacó del campo a Luso para incluir a Edu Ramos. Quería el Córdoba volver a tener el balón en una angustiosa cuenta atrás, con El Arcángel rugiendo. El público entendió que había que defender lo que se había ganado -un gol de ventaja ante el líder invicto- y aplaudió hasta los furiosos voleones para enviar el balón lo más lejos posible de Pawel. Borja Dominguez, otro tocón, suplió a Alfaro a falta de cinco minutos. Se trataba de conservar la posesión, de no rifar la pelota, de replegarse con los dientes apretados y presionar desde arriba, aunque las fuerzas estaban ya por debajo de los niveles de reserva. En el 88, Pawel detuvo un buen disparo desde el borde del área de Roger, el hombre por el que el Córdoba puso hace sólo unas semanas 1'2 millones de euros sobre la mesa para llevárselo. El buen hombre no quiso. Como tampoco otros de una lista de objetivos imposibles que se encargó de airear en los medios, en una semana desternillante, el propio presidente Carlos González. Nadie se acordó de ellos en una tarde brillante, en la que el drama se hizo humo y el cordobesismo respiró con una esperanza. Los abrazos finales de los jugadores lo dejaban claro: no era un partido cualquiera. Y todo sigue siendo posible.

FICHA TÉCNICA

CÓRDOBA CF, 1: Pawel Kieszek, Antoñito, Jonathan Bijimine, Deivid, Domingo Cisma, Luso (Edu Ramos, 80'), Caballero, Guille Donoso (Bergdich, 67'), Alfaro (Borja Domínguez, 84'), Juli y Rodri.

LEVANTE, 0: Remiro, Pedro López, Postigo, Chema, Abraham, Natxo Insa (Jefferson Lerma, 70'), Campaña (Rafael Martins, 54'), Jason (Montañés, 46'), Espinosa, Morales y Roger.

ÁRBITRO: Gorka Sagués Oscoz (Comité Vasco). Amonestó con tarjeta amarilla al cordobesista Deivid y a los granotas Chema, Jefferson Lerma y Abraham.

GOL: 1-0 (10') Guille Donoso.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la quinta jornada del campeonato nacional de Liga 123, disputado en el Estadio Municipal El Arcángel ante 13.568 espectadores, con terreno de juego en irregulares condiciones.

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