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En defensa de lo suyo

Loureiro encara a un rival en el Córdoba-Oviedo en El Arcángel | ÁLEX GALLEGOS

Paco Merino

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Digámoslo claro. La retaguardia del Córdoba ha venido siendo una verbena desde hace bastante tiempo, más allá de la actual temporada. Sea por el poco adecuado perfil de ciertos jugadores, por el empecinamiento de la(s) dirección(es) deportiva(s) en dejar unas zonas descubiertas -los centrales, mayormente- apelando a la polivalencia, por el trasiego casi cómico de laterales zurdos, por apuestas fallidas, por efecto de la inconsistencia de la línea de mediocentros... La cuestión es que el equipo blanquiverde fue de los más vulnerables en las últimas campañas en Segunda. En la actual, el que más. Le han metido 54 goles. Partiendo de esa dramática base se entiende mejor el valor de la historia que están protagonizando dos jugadores, Loureiro y Quintanilla, cuyo papel está resultando básico para detener la sangría atrás. El jefe Aythami y el excelente Kieszek en la portería completan el muro cordobesista. Del cero al infinito.

A Miguel Loureiro (Cerceda, 1996) le presentaron este verano con el Test de Rorschach, aunque en su caso quizá no hubiera hecho falta colocar ese filtro para mantener oculta su identidad. Era un rostro absolutamente desconocido, un chaval de 21 años que había dejado buenos detalles en el Pontevedra, en Segunda B, y que llegaba para engrosar la nómina de laterales derechos. Uno más en la larguísima lista de los últimos años. Otra apuesta. En principio, parecía un jugador de complemento para José Manuel Fernández, que regresaba a casa con galones de capitán y condición de titularísimo. Y así fue.

A Lou no le hicieron caso hasta la jornada 20. Carrión no le incluyó en ninguna convocatoria. Jorge Romero le hizo debutar en la Liga en un partido que marcó tendencia en El Arcángel: el 5-0 al Reus. Fue el último de 2017 y el gallego suplió a Fernández. En El Molinón lo vio desde el banquillo y luego llegó su ocasión con la baja por lesión del capitán. Estuvo en Cádiz (2-0) y en Zaragoza (1-0), disputando en medio su primer partido completo: victoria por 1-0 ante el Albacete en El Arcángel. En la etapa final de Romero y los primeros partidos con Sandoval, Loureiro volvió a quedar fuera de las listas. Con el desembarco de fichajes en el mercado invernal se llegó a especular con una posible salida del club como cedido -tiene contrato hasta 2020-, pero se quedó. Y le llegó el momento.

El zaguero gallego ha sido titular en los cuatro últimos partidos, en los que el Córdoba ha sumado 10 de los 12 puntos. Dos porterías a cero y solo dos goles encajados. Loureiro ha exprimido todo su potencial -aún con margen de mejora, por su juventud y falta de experiencia en categoría profesional- y al Córdoba le ha venido fenomenal. Es defensa y defiende, una perogrullada que le confiere un rango de superioridad sobre otros antecesores en el puesto. Además, sube con criterio y sin descuidar las marcas. Fernández se ha recuperado ya, pero Loureiro es ahora el lateral derecho. El canterano actuó en la banda izquierda ante el Oviedo, ya que faltaba por sanción Javi Galán. Con la vuelta del pacense, Sandoval tiene un dilema para este sábado.

Menos dudas plantea la condición de Álex Quintanilla (Bilbao, 1990), cuya irrupción está suponiéndole un récord en la historia del club. Lleva cinco partidos seguidos sin perder. Todos los que ha jugado, con un balance de 13 puntos sobre 15. Lo curioso es que el central llevaba sin competir desde el mes de junio del año pasado, cuando jugó con el Mirandés en la despedida de los burgaleses de Segunda. Luego volvió al Almería para hacer la pretemporada, pero el club rojiblanco le dejó sin ficha en la noche del 31 de agosto. El Córdoba le rescató del paro y Quintanilla, consciente de la oportunidad, se está empleando con entusiasmo y eficacia. Al lado de Aythami ha formado un dúo sobresaliente. El equipo encaja menos goles y, encima, el canario se ha revelado como goleador firmando tres dianas en las últimas cuatro citas. Atrás siempre está Álex, un valladar. El Córdoba suma 2'6 puntos por partido desde que el canterano de Lezama se acopló al once.

Normalmente se asocia una alineación recitable de la defensa a la eficacia de la misma. No siempre es así. Que se lo pregunten al Córdoba. Ahora, Sandoval maneja una situación distinta y mejor: ha conseguido aminorar la cifra de goles encajados y ha encontrado, además, a dos héroes inesperados. Loureiro y Quintanilla se han reinventado en tiempos de crisis.

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