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A defender el fuerte

Córdoba - Mirandés en el Arcángel | TONI BLANCO

Paco Merino

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Lo mejor que puede decirse ahora mismo a propósito de la delicada situación del Córdoba es que depende de sí mismo para salvar la categoría. Expuesto así no parece gran cosa, aunque el valor es extraordinario si se tienen en cuenta dos acontecimientos: el primero, la sonrojante igualada de los blanquiverdes en casa ante el colista Mirandés; el último, el gol en el último suspiro logrado por el Reus -otro que anda tambaleante- en el Nou Estadi de Tarragona ante el Nástic. El tanto de Máyor metió a los tarraconenses de nuevo en puestos de descenso a Segunda B y disparó a los cordobesistas hasta la décimo séptima posición. Tienen los de Carrión 42 puntos, los mismos que el Almería y el Elche, que despidió a su técnico, el cordobés Alberto Toril, después de una pésima racha que les ha llevado a desplomarse en la tabla. Toda la segunda mitad está apiñada en distancias muy cortas. Las diferencias las marcarán las dinámicas.

El Córdoba ha cerrado el ciclo de enfrentamientos contra rivales en descenso (Almería, Mallorca y Mirandés) con un balance poco satisfactorio. Enlazó tres jornadas sin perder, algo que no hacía desde el mes de octubre, pero sumó cinco puntos de los nueve en juego. Los más optimistas aspiraban a un pleno que hubiese podido poner en órbita a los blanquiverdes, alejándoles del fango clasificatorio. La victoria ante el Almería (1-0) le sirvió para rearmarse moralmente y asestar a un duro golpe a un rival directo, pero a día de hoy los rojiblancos ya están fuera del descenso y por encima del Córdoba gracias al golaverage. El Mallorca y el Mirandés siguen siendo penúltimo y último, aunque los baleares se resisten y esta semana ganaron al Sevilla Atlético (2-3). Los burgaleses tomaron un trago de orgullo en El Arcángel con su punto, aunque están a nueve de la permanencia y quedan dieciocho puntos por jugarse. Lo tienen complicadísimo.

Y el Córdoba, ¿qué? A falta de media docena de partidos, metido en una espiral de sensaciones espantosa -en el césped y fuera de él-, necesita resolver el embrollo por sí mismo. El sumar en las últimas tres semanas le ha permitido resistir fuera de los cuatro últimos, aunque siempre ha tenido que estar mirando a otros campos. Seguir dependiendo de sí mismo es la principal prioridad de un grupo que ya está lanzando la batería final de clásicos mensajes de unión. “Las valoraciones, al final”, insisten desde el club. Después del espectáculo de las últimas semanas, y en especial de esta última ante un colista casi desahuciado como el Mirandés -el más goleado de largo de toda la categoría-, no se puede culpar al cordobesismo de sentir algo parecido al pánico. La crispación es máxima. El incidente de un empleado del club con unos aficionados al final del partido del domingo fue una señal más del desquiciante momento que vive la entidad.

El Córdoba visitará el próximo domingo al Getafe, que va tercero; luego recibirá a un indómito Reus, viajará a Cádiz, llegará el Oviedo, irá a Vallecas y, para concluir, cita en casa frente a un Gerona que quiere acompañar al Levante en el ascenso directo a Primera. Un calendario tan complicado como el de otros adversarios directos. Lo que asusta no es el calibre de los rivales ni sus aspiraciones, sino las sensaciones que desprende un Córdoba que sigue siendo inconsistente y al que le cuesta un mundo hacer gol.

En la sesión de entrenamiento posterior al partido, Carrión ya tuvo a sus órdenes a Federico Piovaccari. El italiano regresó al grupo y se ejercitó con el resto, aunque no parece probable que ingrese en las próximas convocatorias. Sí está más cerca de hacerlo Carlos Caballero, que se ha rehabilitado de su lesión. Este martes toca jornada de asueto. El miércoles, a partir de las 10:30, volverán los blanquiverdes al tajo en la Ciudad Deportiva y a puerta abierta. Quedan algunas cuentas pendientes que saldar.

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