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El Córdoba se resiste a caer

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Paco Merino

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Cuando no es por una cosa es por otra. El Córdoba lo hizo mejor que otras veces -ciertamente, peor era imposible- y eso le sirvió para arrancar un punto en el Carranza ante un Cádiz desmadejado. Los amarillos, quizá subestimando a su adversario, pensaron que el gol les iba a caer como fruta madura sin hacer prácticamente nada. Y así fue, porque su tanto fue un regalo del Córdoba. La acción que supuso el 1-0 resultó un fiel y dramático retrato de la realidad de la escuadra blanquiverde, que ya no gana ni mereciéndolo. Álex Quintanilla y Carlos Abad no se entendieron y el central vasco terminó marcando en puerta propia. La pifia nuestra de cada día. Después hubo reacción, pero no fue suficiente. Un partido así en la jornada doce podría haber despertado ilusiones, pero en el momento actual provoca más preocupación aún. Las cuentas siguen sin cuadrar. El Córdoba se queda a nueve puntos de distancia del Lugo, que marca la línea de permanencia y parece ser el único rival alcanzable.

A Rafa Navarro no se le puede reprochar falta de coherencia con sus discursos. Dijo en las vísperas que la prioridad era tapar la herida sangrante en la defensa y tomó medidas al respecto. Colocó a Flaño y Quintanilla en el eje de la retaguardia y puso por delante a otro habitual central, el malagueño Luis Muñoz, respaldando al recuperado Yann Bodiger en el pivote. Músculo y velocidad, con la jefatura del experto Flaño y la ayuda en los flancos de Fernández y Menéndez. Esa era la fórmula para, al menos, resistir la previsible salida impetuosa de los gaditanos y armar opciones razonables de sorpresa.

Salió el Cádiz como se supone que debe salir un equipo con aspiraciones ante un colista. Apretando y haciendo sentir al adversario que pasará un mal día. En los primeros diez minutos asustaron de todos los modos posibles: a balón parado, con centros desde las bandas y con pases entre líneas, como el que estuvo a punto de aprovechar Querol y que terminó con un disparo cruzado del punta local. El catalán protestó penalti en una acción en la que burló a Flaño y recibió un toque en la cara por parte del navarro, aunque su teatralizada caída le penalizó a ojos del árbitro, que le dijo que se levantara. El Córdoba se tapaba como podía. Una falta lejanísima en globo que lanzó De las Cuevas en el minuto 17 provocó una bronca del meta Cifuentes a su defensa. Peor lo pasó el Córdoba cuando Carlos Abad no blocó la pelota tras un saque de córner y provocó el pánico en el área.

Los cadistas dominaban desde la posesión, pero echaban de menos a sus dos internacionales -Vallejo con la sub-21 de España y Darwin Machis con la absoluta de Venezuela- a la hora de concretar en el área. El Córdoba se fue creciendo a medida que veía que pasaban los minutos y que el sufrimiento le resultaba rentable. No es sencillo jugar bajo presión y con el once experimentando cambios de piezas y sistema de modo permanente. Los de Rafa Navarro llegaron a estirarse un poco en los minutos que precedieron al descanso, con algunas llegadas propiciadas por la pesadez de Piovaccari y las aventuras de Andrés Martín, que para bien o para mal le echó agallas para buscar las grietas en la trinchera amarilla.

A la vuelta, el Cádiz siguió en las mismas. Trató de agobiar, pero sin ocasiones de gol. Y el Córdoba, con orden, aguantó e incluso salió en alguna contra. Un zapatazo lejano de Luis Muñoz y una internada de Jaime Romero en la que el de Valdeganga tiró la caña a ver si caía penalti fueron las primeras ocasiones blanquiverdes. Álvaro Cervera metió en el campo a Álex Fernández y en el Carranza empezaron a escucharse pitos. Y cuando el escenario se ponía prometedor... llegó la pifia nuestra de cada día. Después de un centro lateral, Carlos Abad no se hizo con la pelota y ésta se quedó muerta a un metro de área. La pudo haber recogido el meta tinerfeño, pero ahí apareció Quintanilla, presto a mandarla a Soria de forma desesperada, y lo que hizo fue lo contrario. Golpeó de manera deficiente y el balón se introdujo en el marco. Todo el mundo se echó las manos a la cabeza. Después de resistir durante una hora el asedio del Cádiz con algo más que decoro, el Córdoba se pegó un tiro en el pie.

Con todo perdido, sacó casta. Logró empatar con una acción combinada de dos de los hombres que se juegan algo en este equipo. El joven Andrés Martín, a día de hoy el talento más prometedor, construyó con habilidad una penetración por la banda y tras driblar a su marcador colocó el balón en la cabeza de Piovaccari, que venía en carrera. El italiano lo festejó con rabia. Cervera respondió metiendo más tralla: entró el exblanquiverde Enzo Renella. Pero para entonces el Córdoba estaba desatado. Andrés le puso un pase formidable a Yann Bodiger, que ante el portero la tocó para colocar y el balón se estrelló en el poste. En el último minuto, Renella se sacó un disparo potente que desvió Carlos Abad. No hubo tiempo para más. El Córdoba mostró cierto avance, pero dadas las circunstancias necesita una mutación brutal.

FICHA TÉCNICA

CÁDIZ, 1: Cifuentes, Rober Correa, Marcos Mauro (Enzo Renella, 66'), Kecojevic, Espino, Edu Ramos, José Mari, Salvi, David Querol (Álex Fernández, 55'), Jairo y Lekic (Jovanovic, 72').

CÓRDOBA, 1: Carlos Abad, Fernández, Miguel Flaño, Quintanilla, Álex Menéndez, Luis Muñoz, Bodiger, Andrés Martín (Alfaro, 85'), De las Cuevas (Aguado, 76'), Jaime Romero y Piovaccari (Manzambi, 85').

ÁRBITRO: Pérez Pallas (Comité Gallego). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Cifuentes, José Mari y Kecojevic.

GOLES: 1-0 (59') Álex Quintanilla, en propia puerta. 1-1 (65') Piovaccari.

INCIDENCIAS: Partido correspondiente la trigésimo primera jornada de la Liga 1/2/3, disputado en el Ramón de Carranza ante 14.000 espectadores, con unos 200 seguidores cordobesistas en las gradas.

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