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El desastre del Córdoba, en cuatro puntos

Luismi, lamentándose tras una acción

No es el final, ni mucho menos. Pero significa pegar algunas paladas más para hacer más hondo el pozo. Si ya de por sí la Segunda División B -tercera categoría- suponía una caída relevante, el hecho de que se abra la trampilla hacia la cuarta división es aún más sangrante si cabe, y más cuando se trata del Córdoba. Es un escalón que no pisa desde la campaña 1984-85. Por tanto, es totalmente lógico que haya vértigo una vez se ha lanzado hacia el abismo. Las razones por las que el cuadro cordobesista está en caída libre -proceso iniciado en el descenso a Segunda en 2015- podrían resumirse en cuatro puntos: el banquillo, los jugadores, la debilidad en El Arcángel y la inconsistencia en defensa.

La 'trituradora', funcionando a toda potencia

El asiento de primer entrenador del banquillo de local cordobesista siempre está ardiendo. Es por eso que tiene muchos inquilinos últimamente: 40 en lo que llevamos de siglo. No ha sido una excepción esta temporada. Raúl Agné fue destituido tras caer derrotado contra el Cartagena, por lo que se escogió a Juan Sabas como recambio. No pudo debutar siquiera en aquella campaña, ya que se decretó el confinamiento. Tuvo largos meses para preparar la campaña, con larga pretemporada incluida. Sin embargo, tras un inicio alentador pero una continuación que ya dejaba entrever las carencias del equipo, fue cesado a finales de noviembre. En su lugar llegó Pablo Alfaro, que se llevó para sí el mejor inicio de un entrenador del Córdoba en toda la historia. Tan pronto llegó con sus porterías a cero y una rentabilización máxima de los goles como que todo aquello se fue acabando. El 'efecto Alfaro' se fue terminando cual pastilla efervescente, sin continuidad en los onces y pagando con errores fatales. Si bien su salida pudo haberse dado tras caer contra el Betis Deportivo en la primera fase, la derrota en Cádiz ante el filial amarillo fue la gota que colmó el vaso. En la opción más económica para el club estaba Germán Crespo, entrenador del filial, que asumió la difícil tarea de no dejar caer al equipo a Segunda RFEF en los tres últimos encuentros. Sus dos victorias y un empate no fueron suficientes para rescatar de la caída a un primer equipo que ya busca candidato para la patata caliente.

Más de una treintena de jugadores en una temporada nefasta

Un gran porcentaje de la responsabilidad de la catástrofe la portan los jugadores, aunque desde luego que no ayudan las constantes idas y venidas en el proyecto. En la temporada en la que llega Infinity al club -noviembre de la 2019-20-, el Córdoba hizo uso de hasta 32 jugadores para no alcanzar la fase de eliminatorias para el ascenso a Segunda División. Sólo once de ellos continuaron al año siguiente -más Antonio Moyano, Iván Navarro y Fran Gómez-, si bien la primera cifra se ha repetido en la presente campaña en cuanto a futbolistas usados. Han sido 21 caras nuevas en la primera plantilla esta temporada, algo que no colabora en absoluto a la estabilidad de los futbolistas en la idiosincrasia del club. De esta manera, en sólo dos temporadas se han usado más de 50 jugadores distintos, donde los más experimentados no han dado un paso al frente para demostrar su valía en la categoría. Además, una consecuencia de esto -y de las estrategias en este sentido de los entrenadores- ha desembocado en que sólo se haya repetido un once en toda el curso: lo hizo Juan Sabas. No se cumplió lo de “lo que funciona no se toca”. Básicamente, porque pocas cosas funcionaron.

El Arcángel ya no es un fortín

A diferencia de la temporada pasada, en esta no están las murallas que caracterizaban al coliseo ribereño. El factor de las gradas vacías -o semivacías- ha podido afectar en este sentido, aunque la actitud en los partidos también lo hacía. En 2021, en el campeonato liguero, sólo ha ganado en dos ocasiones: una, ante el Linares Deportivo, que encara el play off de ascenso a Segunda División y que, en aquel momento, tenía al alcance de la mano la siguiente fase. La otra no llegó, precisamente, hasta el pasado fin de semana. De febrero a mayo; de Linares a Cádiz B. Esas dos victorias componen, en cualquier caso, la mitad de los triunfos ligueros en esta temporada. Los dos corresponden a duelos contra equipos que han pugnado por no bajar a Tercera RFEF. Lorca Deportiva (1-0) y El Ejido (4-0), con Juan Sabas y Pablo Alfaro al frente respectivamente, fueron las anteriores ante las cuatro derrotas y cuatro empates de los otros ocho partidos. Un bagaje paupérrimo que ha afectado claramente a los intereses blanquiverdes, cuya irregularidad ha lanzado al vacío de la Segunda RFEF al Córdoba CF.

Ineficacia defensiva

Si bien no ha sido una actuación calamitosa general en el plano defensivo -claro ejemplo es la 2018-19, la última en Segunda, con casi 90 goles encajados entre Liga y Copa-, ha sido una temporada de fallos defensivos puntuales que han condenado al Córdoba en algunos partidos durante el curso. Ambos porteros, Isaac Becerra y Edu Frías, protagonizaron varios de ellos, tanto en la primera como en la segunda fase, aunque la inestabilidad ha estado más en la pareja de centrales. Juan Sabas confió más en su pareja de referencia, conformada por Bernardo Cruz y Mohammed Djetei, y la mantuvo prácticamente hasta su cese con la derrota en Linarejos. Fue Pablo Alfaro el que rotó más en ese aspecto, con Manu Farrando y Xavi Molina entrando en sus planes. De hecho, fue el maño el que empezó a sentar a Bernardo Cruz, dinámica que se ha repetido con un Germán Crespo que optó por Molina y Djetei como zagueros. Salvo en el primer tramo de Alfaro con imbatibilidad continua, el Córdoba nunca demostró ser fiable al cien por cien en el plano defensivo, algo que le ha condenado, en cierta medida, al pozo más hondo de la Segunda RFEF.

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