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Crónica

Una vida en dos alientos

El Córdoba CF celebra el 2-1 contra el Linares

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Dicen que para cambiar algo, mejor no hacer siempre lo mismo. Y quizá no haya un refrán que le venga mejor en estos momentos a Pablo Alfaro, que pereció aplicárselo a rajatabla para recibir al Linares Deportivo en El Arcángel. Era uno de esos duelos que saben a final. De los del todo o nada. O al menos, bastante menos de lo esperado. El técnico maño, para bien o para mal, quiso influir ostensiblemente en el encuentro, y para ello dispuso de una auténtica revolución en el esquema inicial, con numerosos cambios en pos de dar con una tecla que activase algo distinto. Y lo logró.

Así, dio entrada a Edu Frías, además a Traoré y Xavi Molina en el centro del campo, buscando mayor solidez en detrimento de la creación. De hecho, el enfoque ofensivo se apostó casi en exclusividad al juego al contragolpe. De ahí saldría la primera y casi única ocasión (con recompensa) de todo el primer tiempo para los blanquiverdes. El choque se inició con poco control de balón para ambos, pues el Linares pareció contagiarse en un principio de la idea elegida por los locales. 

La verticalidad a través de balones en largo. Desde ahí se jugó durante los primeros instantes de una contienda en la que las oportunidades brillaron por su ausencia, y en la que el balón se intercambiaba de un lado a otro sin apenas criterio. No obstante, en ese desorden encontró claridad el Córdoba. En efecto, una recuperación en banda de Espeso fraguó un contragolpe mediante un balon rebotado que acaba en los pies de Xavi Molina, quien al primer toque la devuelve a la espalda de la zaga linarense para que sea Nahuel el que la cace y éste no falló en su mano a mano ante Razak. El primer golpe estaba dado. Además, tuvo secuelas, ya que el gol dejó un tanto noqueado al líder del subgrupo, que durante más de un cuarto de hora apenas tuvo mordiente. Un letargo que quiso aprovechar el cuadro califa para seguir acercándose por bandas, manteniendo desactivado a su adversario con el juego de espaldas de Piovaccari, que trató insistentemente de fabricarse algo de provecho, pero siempre acababa tumbado en el césped.

Algo más de 20 minutos duró la solidez del sistema cordobesista. Una excelente jugada de combinación dio paso a un balón centrado hacia el área pequeña que rechazó Edu Frías con la ayuda del poste. Sin embargo, el esférico lo atrapó Hugo Díaz, que la supo dejar magníficamente para que Fran Lara hiciera el empate. Y si el primero desarticuló al Linares, ahora el que había perdido el rumbo era el Córdoba. Pocas ocasiones más habría hasta el descanso, aunque la manija por aquel entonces ya estaba claramente del lado del conjunto de Alberto González.

Ni los cambios ni la pausa sembraron algo de clarividencia en el juego cordobés, que pasaba notables apuros cada vez que el Linares construía. Bien es cierto que la reanudación del segundo acto no contó, como ocurrió en la primera, con acercamientos realmente francos, pero el dominio visitante seguía campando a sus anchas. Únicamente la sustitución de Javi Flores arrojó algo de chispa al ataque cordobés, pues a raíz de ahí, ya sea por su influencia o no, el Córdoba comenzó a elaborar con mayor velocidad y atino. 

Pero duró poco. La contención defensiva visitante neutralizó cualquier intento cordobesista. Además, los cambios sí que mantuvieron el nivel en los jienenses, que continuaban amansando con mucha cabeza el esférico. González también quería los tres puntos, y para ello mantuvo una formación igual o más ofensiva. Y dispusieron de varias muy claras. Primero Chendo fue el que puso a prueba a Edu Frías revolviéndose en el área tras saque de esquina e impactando un potente disparo raso ajustado al palo. Y minutos después llegarían incluso a encontrar el gol, aunque éste acabó siendo anulado por fuera de juego. 

Pero lo que es el fútbol. En un abrir y cerrar de ojos puedes perderlo todo o agárrate a otro hálito de vida. Lo segundo fue lo que le tocó vivir al Córdoba en el tramo final. En una jugada similar a la del primer tanto, un cuerpo a cuerpo entre Willy y Fran Lara lo acabó ganando el ariete que consiguió dejarla por alto a la espalda de la zaga, donde apareció más rápido que nadie Luismi que no falló en el uno contra uno. Segunda ocasión del partido para los de Alfaro y segundo gol. Efectividad absoluta en un verdadero ejercicio de supervivencia. Un desenlacen redondo, nunca mejor dicho. Un sorbo de vida en apenas dos alientos. 

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