Viviendo en la era pop

Alex Cooper en la sala Long Rock sigue viviendo en su paraíso mod-beat

Viernes noche, las 22:30, dejar la vespa en la puerta del Long Rock y tener la sensación de haber aparcado un delorean que me ha llevado a mi infancia-adolescencia en León. Por un momento volví a la plaza de las palomas (Plaza de San Marcelo) donde estaba viendo un doble concierto de Los Flechazos y Los Cardiacos. Me trasladé a esos escenarios de madera que colocaban en las fiestas de San Juan y San Pedro a los que con mucho esfuerzo la tribu mod subía el órgano Hammond de Elena y a los que mi hermana y yo pedíamos que nos llevaran mis padres.

Alex Díez (cantante de los extintos Los Flechazos) sigue siendo el personaje más representativo de la escena Mod nacional. Tras su paso por el mítico grupo leonés, arrancó carrera en solitario para dar rienda suelta a las canciones que le apetecía hacer. Hace más de 15 años que abandonó los arreglos omnipresentes de los teclados en su anterior formación (aún los echo en falta). Desde entonces Cooper es más guitarrero con formación cuarteto, dos guitarras afiladas, base de bajo contundente, batería de pegada y voces corales bien ensambladas.

Alex Cooper es un tipo fiel a su música, a su sello discográfico y a su amor por el vinilo. Hace tiempo se cansó de sacar discos larga duración y está más cómodo con los Singles o con los EPs. De vez en cuando los junta y nos sorprende con un disco de preciosas canciones. No hay nada como echar un vistazo al catálogo de Elefant records para alegrarse la vista con las coloridas portadas de sus muchos vinilos publicados.

El viernes Alex se subió al escenario del Long Rock con su estética de siempre, botines Chelsea y pantalón pitillo al más puro estilo mod-beat de películas como Quadrophenia. Los conciertos de Cooper son reseñas de la historia del pop, del beat y del blue-eyes soul americano. Una coctelera con sello de identidad propia con muchas reminiscencias de The Kinks, The Jam y por supuesto de los míticos The Who.

Durante más de una hora repasó temas de todas las épocas de su carrera, haciendo especial hincapié en su último media duración UHF. Arrancó la noche fría, alejados todos del escenario al menos 5 metros, haciendo muchas fotos a la banda que supongo se sentirían cuales monos de feria. Fueron necesarias tres canciones y algún chascarrillo acerca de la lluvia que siempre acompaña a los de León en Andalucía para ir calentando motores. Veinte canciones encadenadas con dos bises para el muy escaso público que nos congregamos en la sala y que terminamos gritando al ritmo de un buque insignia de su discografía Quiero Regresar.

Con un sonido impecable en la sala, en el pequeño teatro con cortinas que es su escenario se escucharon mi universo, la señal, el círculo polar, entre girasoles, en el sofá, dólar de la suerte, hyde park, el sur, hipster…. Gran colección de hits estilo Cooper, genial ejecución, los años sirven para algo. Otra gran noche, digna de esos maravillosos Purple Weekend que tantos años coordinó el bueno de Díez.

Termina el bolo, foto al set list, cambio de impresiones con parroquianos, abrir la puerta del local, arrancar la vespa y salir del Delorean en el que has estado montado los últimos 90 minutos pensando que Cooper sigue siendo el rey. El rey de la coherencia, del hacer las cosas independientemente de lo que el mainstreaming marque. El rey de los mod españoles alejado del moderneo gafapastista, que misteriosamente sigue ignorándolo. Conciertos como el de ayer, con su escaso público, hacen que pienses aún más convencido que hay gente que le gusta este tipo de música y hay gente que le gusta el postureo. Pues esta crónica se la dedico, vaya por ellos, por los del postureo pop. Por los que tanto critican la escasez de oferta musical en esta ciudad y nunca los ves en un concierto. Va por ellos.